Y salió Yaacov de Beer Sheva, la ciudad que posee en su nombre el número siete que simboliza la unión entre este mundo material y el mundo espiritual de los cielos. Su destino era Jaran, ciudad de residencia de su tío Laban hermano de su madre Rivka donde debía trabajar y forjar su futuro material y espiritual luchando en contra de las dificultades y contrariedades tal como nosotros actualmente, el pueblo de Israel en el Galut. Pero antes hizo una escala sumamente importante para todo judío, que se refiere a un momento de introspección y conexión con el Amo del Universo para que toda su nueva vida este llena de protección y bendiciones ante el nuevo desafío. Los Jajamim nos explican que fue un periodo de 14 años de preparación y forja del nuevo hombre que tendría que enfrentar al despiadado futuro suegro. Catorce es dos veces siete, una doble conexión entre este mundo y el mundo superior espiritual, ida y vuelta hablando desde el punto de vista energético. Luego hizo la gran escala antes de emprender su viaje a la diáspora y nos referimos al Monte del Templo en Yerushalayim. En esa noche tiene un sueño muy especial donde ángeles suben y otros ángeles bajan por una particular escalera.
Nosotros sabemos que el mundo fue creado por Hashem a través de Su Palabra, palabras formadas por letras hebreas exclusivamente. Cada letra tiene su significado simple y compuesto además de su valor numérico. Yaacov soñó con la letra Alef (א) que corresponde a la primera letra del alfabeto hebreo y está compuesta a su vez por dos letras Yod (י), una arriba y otra abajo interconectadas por una letra Vav (ו) oblicua: donde el mundo celestial está representado por la letra Yod de arriba y el mundo terrenal está representado por la Letra Yod de abajo y la Escalera que apareció en el sueño está representada por la letra Vav oblicua que sirve de interconexión entre el mundo celestial y el mundo terrenal. La letra Vav tiene un valor numérico de seis y cada Yod vale diez, dándonos un total de veintiséis que representa el valor numérico del Santo Nombre de Hashem que representa a la Cualidad de Misericordia y que cabalísticamente representa a la cualidad de Tiféret -Belleza- que caracteriza a nuestro patriarca Yaacob.
Todo esto nos da la pauta que hoy en día, cualquier empresa del más simple yehudí debe estar precedida de la reflexión e introspección espiritual, más aun en momentos oscuros actuales del largo exilio. Eso solamente se logra llenando las sinagogas y siguiendo las grandes iniciativas de muchos correligionarios que organizan charlas y siguen estimulando el aumento en calidad y cantidad del judaísmo dentro de nuestra singular comunidad.
Baruj Hashem Leolam Amen Veamen!