L a palabra tzav significa en hebreo “ordena”. Según el Talmud Bavli, cuando la Torá utiliza esta palabra sabemos tres cosas:
Ziruz (agilidad): quiere decir que hay que estimular a la persona para que cumpla esta orden.
Miyad: este orden entra en vigor de una vez.
Ledorot: este orden no es solo para el presente sino para todas las generaciones en futuro.
¿Qué es ser ágil? La Torá enseña dos parámetros que debe tener el ágil. Primero empezar a hacer las cosas de inmediato. Al decidir hacer algo, hacerlo sin retraso. A veces, por escuchar un buen shiur o por encontrarnos en una situación especial decidimos hacer algo distinto a lo que estamos acostumbrados: donar dinero para algo, empezar una dieta, ir a la sinagoga, etc. Normalmente decimos “desde mañana, desde la próxima semana, después de la fiesta, etc.”. Lo que nos pasa muchas veces es que esta voluntad se enfría al no hacer las cosas de una vez. Por eso la Torá nos pide hazlo de inmediato (miyad). No esperes que te baje el entusiasmo.
Pero aún no es suficiente. Hay que empezar de una vez las buenas cosas que decidimos hacer, y hay que tener también la constancia y persistencia. Si nos cansamos muy rápido de hacer las cosas, no vamos a poder lograr nuestra meta. A veces uno tiene el entusiasmo de hacer algo y lo empieza; pero cuando ya no es algo nuevo, empieza ser más difícil cumplir. Por eso hay que saber de antemano que para lograr cualquier meta en la vida hay que ser persistente. Construimos nuestros hábitos poco a poco, pero con seguridad. Las cosas que llegan fáciles también se van de manera fácil. Si queremos tener un hábito fuerte, hay que adquirirlo despacito, con mucha constancia.
¿Cuándo hay que estimular a la persona para que cumpla una orden? La Torá dice que hay que estimular a los cohanim para el sacrificio, ¿por qué? Dicen nuestros sabios que en situaciones de pérdida monetaria las personas suelen ser perezosas. En el sacrificio (ola) el cohén no recibe ninguna parte del animal, por tanto no tiene interés de hacer bien el trabajo. Por eso la Torá lo estimula: hagan las cosas bien y rápido como los otros sacrificios en los que sí reciben parte del animal.
Pero podemos aprender también de esto algo para nosotros. Hay quien explica que aquí no hay pérdida para el cohén. Es verdad que no gana nada, pero tampoco pierde. Él no pagó por el sacrificio, sino que lo pagó la persona que lo trae al templo. Al cohén quizá le duele que una persona pierda dinero, porque igual como uno cuida su propiedad, así deberíamos tener cuidado con la propiedad de los demás, que ellos tampoco pierdan. Por lo tanto está la Torá que pide a los cohanim que en este caso, en que se trata de los sacrificios, deben hacer bien el trabajo sin pensar en el dinero de los dueños.
La moraleja es que igual como uno cuida su dinero, así deberíamos cuidar el de nuestro prójimo.