“La bendición si escucharéis los preceptos de el Eterno, su Dios, que yo les comando a ustedes el día de hoy” (11:27). Moshé Rabéinu presenta frente a Israel las opciones que determinarán su futuro. Por un lado, la bendición, por el otro, lo contrario. Depende de si escuchamos las mitzvot que nos ordena la Torá o no.
Es curioso, porque supondríamos que la prioridad para la Torá no es escuchar, sino llevar a cabo las seiscientas trece mitzvot. Entre más las cumplamos, más mereceremos éxito y bendiciones.
¿Qué ventaja hay en afinar el oído y escuchar con atención, aun sin haber puesto en práctica ni una sola mitzvá?
El Sefat Emet, ZT”L, trae la siguiente explicación: “La disposición a escuchar es el único recipiente que puede contener las bendiciones. Dijeron nuestros sabios en el tratado de Baba Kamá (88): “Si una persona vuelve sorda a otra, deberá pagar su valor total (como si la hubiera matado)”. Explica Rashi: “Porque si no puede oír, no es apto para ninguna función”.
De lo mencionado se deduce que la capacidad auditiva es lo que da integridad al hombre. El ser humano, quien es el objetivo principal de la Creación, está hecho únicamente para escuchar la voluntad de su Creador, y esto es lo que le permitirá acercarse lo más posible a su propia perfección, ya que esto mismo es un recipiente creado para recibir la influencia bondadosa del favor del Todopoderoso. Según la disposición que tenga de escuchar los preceptos de la Torá, así será su grado de perfección, y asimismo tendrá el mérito de recibir todas las bendiciones.
Escuchar es atender con interés lo que el otro está diciendo; no solamente oír y entender, sino contar con la predisposición de ejecutar sus órdenes. Esta acción exige prestar atención, desarrollar una imagen clara de lo que se pide de nosotros —proceso intelectual— y, finalmente, el impulso para llevarlo a la acción.
En fin, Dios está más interesado en nuestro deseo de escucharlo que de sorprendernos al ver Sus grandiosos e increíbles milagros. Porque escuchar demuestra que realmente estamos interesados en lo que Él dice, que internalizamos Sus mandamientos, y que estamos dispuestos a seguirlos por siempre.
Por este motivo, escuchar es el único recipiente donde puede contenerse la bendición, porque exige mucho de nosotros y nos involucra al ciento por ciento en los intereses de quien nos ha dado la vida; y de esta manera también Él, recíprocamente, se interesará en los nuestros.
Shabat Shalom