El mundo está lleno de conflictos.
Existe la guerra entre los grandes poderes del mundo.
Hay conflictos entre las diferentes ciudades.
Existen discusiones entre familias.
Hay discordia entre vecinos.
S egún Sijos HaRan (rabí Najmán de Breslev) existen fricciones dentro de una misma casa, entre el marido y la esposa, entre padres e hijos.
La vida es corta. La gente muere todos los días. El día que pasa ya no vuelve y la muerte está más cercana cada día, pero la gente continúa peleando sin recordar su objetivo en la vida. Todos los conflictos son idénticos.
Las fricciones dentro de una familia son la contraparte de las guerras entre las naciones. Cada persona de la casa es el equivalente de una potencia mundial y sus peleas son las guerras entre esas potencias. También los rasgos de cada nación se ven reflejados en los individuos. Algunas naciones son reconocidas por su cólera y también por su crueldad. Cada una posee un rasgo particular. Y todos esos rasgos pueden encontrarse también dentro de un hogar. Uno puede querer vivir en paz, no tener deseo alguno de luchar; pero aun así es forzado hacia la disputa y el conflicto.
Lo mismo sucede con las naciones. Una nación puede querer la paz y hacer muchas concesiones para lograrlo, pero no importa cuánto trate de mantenerse neutral: incluso así puede ser arrastrada hacia la guerra. Dos bandos opuestos pueden requerir de su alianza, arrastrándola así hacia la guerra, aun en contra de su voluntad.
Lo mismo sucede dentro de un hogar: el hombre es un mundo en miniatura (Zohar 3:33b; Tikuney Zohar #69 100b). Su esencia contiene el mundo y todo lo que hay en él. El hombre y su familia contienen a las naciones del mundo, incluyendo sus batallas. Si un hombre vive solo, puede volverse loco. Dentro de él existen todas las naciones en conflicto. Su personalidad corresponde a la nación que sale victoriosa. Cada vez que gana una nación diferente, su personalidad debe cambiar completamente y esto puede volverlo loco. Estando solo no puede expresar la guerra de su interior, pero cuando uno vive con otros, estas batallas se manifiestan con la familia y los amigos. Es posible que exista un conflicto en el hogar de un tzadik. Esto igualmente es una guerra entre naciones. También es la guerra entre las doce tribus, tales como aquellas entre Efraím y Yehudá (Isaías 11:13; Ezequiel 37:16).
Cuando llegue Mashíaj todas las guerras serán abolidas. El mundo tendrá paz eterna, tal como está escrito: “No herirán ni destruirán…” (Isaías 11:9).