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L as primeras tres plagas sufridas por los egipcios fueron aplicadas por intermedio de Aharón; las restantes siete, lo fueron a través de su hermano menor, Moshé. El Midrash explica la razón.
Las primeras tres plagas requerían que el Nilo y la tierra de Egipto fuesen golpeadas con el bastón de Moshé. El mayor de los profetas del pueblo judío fue protegido por el río hasta ser recogida la cesta en la que navegaba por la hija del faraón; la tierra de Egipto cubrió el cuerpo del malvado egipcio al que Moshé dio muerte para proteger al judío que está a punto de ser asesinado por ese capataz.
De alguna manera debía mostrar su agradecimiento, y por lo tanto no golpeó dichos elementos.
Ciertamente el Nilo y la tierra de Egipto no sentirían los golpes proporcionados por el bastón, pero una persona de la estatura moral de nuestro maestro debía mostrar su catadura moral, y su comportamiento permite deducir la importancia de demostrar agradecimiento a los semejantes que colaboran con causas nobles.
Parashá Jukát se refiere al fallecimiento de Miriam, la hermana mayor de Moshé, y relata la desaparición del pozo de agua que acompañaba de manera milagrosa a Benei Israel en su travesía por el desierto. El pueblo angustiado reclama. De acuerdo al Midrash, como consecuencia de la muerte de Miriam, el pozo de agua deja de existir.
De acuerdo al Kelí Yakar, insigne comentarista de la Torá, el evento ocurre como consecuencia de un castigo proporcionado por el Creador al pueblo. La Torá menciona que al morir Aharón, y posteriormente Moshé, en ambas ocasiones Am Israel lamenta lo ocurrido por treinta días. No ocurre lo mismo cuando fallece Miriam, por lo tanto no mostraron su agradecimiento a tan notable profetisa. En honor al mérito de Miriam, el pozo acompañó a los hijos de Yaakov durante casi cuarenta años. No mostrar dolor por su desaparición física implica no estar agradecidos, y Dios castiga al pueblo por la falta cometida.
Según el Midrash, Dios afirma: “El desagradecido y yo no podemos convivir juntos”. Al analizar tal afirmación, se puede entender que no es propiamente un castigo el que recibe Benei Israel. No mostrar agradecimiento a un semejante, cuyas acciones en favor de la humanidad se perciben de manera inmediata, implica no mostrar el reconocimiento que se debe a Dios, ya que él, en su infinita bondad, provee a todas sus criaturas de lo que requieren para mantenerse en este mundo. Se llega inclusive a perder la perspectiva del lugar que se ocupa en el universo, y se llega a pensar que los logros son motivados por la habilidad del individuo, no gracias a la voluntad divina. Tal actitud y comportamiento, sin duda alguna, alejan al hombre de Dios. Se entiende entonces lo expresado: el desagradecido y Dios no pueden convivir.
Ser agradecido es sumamente importante. ¡No se debe olvidar!