“Judíos y cristianos deben sentirse hermanos, unidos por el mismo Dios y por un rico patrimonio espiritual común”.
C on estas palabras y entre aplausos, el papa Francisco sintetizó la relación entre ambas comunidades durante su visita del 17 de enero a la Sinagoga de Roma, templo emblemático para todos los judíos europeos.
Al entrar en el templo, el pontífice estuvo varios minutos saludando a la multitud de personas de la comunidad judía romana y representantes del Estado de Israel que estaban presentes, incluyendo varios sobrevivientes del Holocausto. Durante su discurso, Francisco condenó nuevamente el antisemitismo. El papa fue recibido por Ricardo Di Segni, rabino jefe de Roma, y otros dignatarios.
Francisco es el tercer papa que visita esta sinagoga, después de Juan Pablo II y Benedicto XVI.