“Soy palestina, y quiero hablar sobre lo que deseo sin que alguien de fuera me mire y me diga cómo luchar y cómo vivir”
Meir Dolev*
Diversas voces dentro de la comunidad árabe israelí han criticado ferozmente al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel, destacando que existe una desconexión significativa entre ese movimiento, que está mayormente activo fuera del país, y la forma en que afecta negativamente a las personas a las que afirma apoyar.
La semana pasada, varios activistas palestinos y árabes israelíes arremetieron contra el movimiento BDS después de que presionó intensamente a Emel Mathlouthi, una popular cantante tunecina, para que cancelara sus actuaciones tanto en Judea como en Samaria y Haifa, para audiencias exclusivamente árabes. El BDS acusó a Mathlouthi, que es una feroz crítica de Israel, de “normalizar la ocupación por medios culturales” recorriendo Israel y los territorios palestinos. Mathlouthi pagó por su “fechoría” cuando se canceló su actuación en un importante festival internacional en Túnez.
Según Al Araby News, con sede en Londres, lo que desencadenó el boicot fue “la intención de Emel de celebrar una fiesta en la ciudad de Haifa, dentro de un salón propiedad de un palestino, de lo cual se retractó más tarde”. El diario Haaretz informó el martes pasado que Emel tenía planes de actuar en un bar árabe llamado Fattoush en la ciudad costera, antes de que una campaña de BDS llamara a «tunecinos y árabes y a todos los partidarios de Palestina en todo el mundo» a boicotear todos sus espectáculos y su música porque el evento sería en Israel.
Haaretz citó duras críticas al movimiento BDS por parte de los árabes en Israel, quienes afirman que ese movimiento solo está empeorando las cosas. La artista Haya Zaatry, de Nazaret, declaró: “Impedir o cancelar una actuación musical de un artista árabe en un espacio palestino independiente en Haifa solo aumenta el embargo cultural en el que vivimos (los palestinos de Israel), y esto es algo malo y peligroso”. Zaatry también criticó la política de BDS de boicotear las obras de los árabes israelíes. “Estamos trabajando duro para producir arte palestino independiente. Estamos trabajando duro para construir un espacio cultural palestino independiente. Estamos trabajando duro para que nuestra voz se escuche en el mundo. Y desafortunadamente, solo escuchamos sus voces como un ataque contra nosotros, esa es una contradicción”.
Absurdo: la cantante tunecina Emel Mathlouthi está sufriendo ahora boicots en su país por haber estado dispuesta a presentarse ante un público palestino en Israel. El boicot se muerde la cola
(Foto: thearabweekly.com)
El reporte citó a otro activista que acusa al movimiento BDS de estar fuera de contacto con la realidad, ya que sus activistas viven en el extranjero y no tienen idea de lo que realmente está sucediendo en Israel. “Soy palestina, y quiero hablar sobre lo que deseo sin que alguien de afuera me mire y me diga cómo luchar y cómo vivir”, escribió. “¿Qué saben de nuestra vida aquí, aparte de lo que ven y escuchan en las noticias? Ponen en duda nuestra identidad palestina, y actúan como un hombre que cree que tiene que explicarle a una mujer lo que puede y no puede hacer en su lucha contra la masculinidad tóxica, lo que está permitido y lo que está prohibido”, algo similar al mansplaining (explicación desde el punto de vista exclusivamente masculino, de la que denigran las feministas).
Las críticas al BDS por parte de los propios palestinos no son algo nuevo, como destaca el grupo pro-Israel StandWithUs en un informe que cita a varios palestinos prominentes. El renombrado activista palestino de derechos humanos Bassem Eid criticó al movimiento en 2015, diciendo que era “el tipo de ‘activismo pro-palestino’ del que bien podríamos prescindir”.
“Los portavoces de BDS justifican el llamado a boicots que resultan en mayores dificultades económicas para los palestinos, y afirman que los palestinos están dispuestos a sufrir tales privaciones para lograr su libertad. No hace falta decir que ellos mismos viven cómodamente en otras partes del mundo y no sufrirán tales dificultades”, dijo Eid según un análisis del Instituto de Política del Cercano Oriente de Washington.
Incluso Norman Finkelstein, un renombrado crítico de Israel, cuestiona a las organizaciones detrás de BDS. “Son ONGs con sede en Ramala, operaciones de una sola persona… Son solo ONGs de Ramala que no representan absolutamente nada”, señaló en una entrevista en 2012.
“Los portavoces de BDS justifican el llamado a boicots que resultan en mayores dificultades económicas para los palestinos, y afirman que los palestinos están dispuestos a sufrir tales privaciones para lograr su libertad. No hace falta decir que ellos mismos viven cómodamente en otras partes del mundo y no sufrirán tales dificultades”
Mohamed S. Dajani Daoudi, director de estudios estadounidenses en la Universidad al-Quds, fue citado en The New York Times diciendo: “Estoy en contra del boicot en general, necesitamos más diálogo. Por eso creo que no debería haber un boicot general contra Israel o un boicot contra las universidades israelíes”.
El expresidente de la Universidad al-Quds, Sari Nusseibeh, también se ha opuesto públicamente a los boicots.
Incluso el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, anunció públicamente que la Autoridad Palestina no apoya el boicot a Israel. “No le pedimos a nadie que boicotee al propio Israel”, dijo, según informó The Times of Israel.
Majdi Khaldi, asesor de Abbas, se hizo eco de este sentimiento al afirmar: “Somos vecinos de Israel, tenemos acuerdos con Israel, reconocemos a Israel, no le estamos pidiendo a nadie que boicotee los productos de Israel”, según un artículo publicado por el Instituto Europeo de Administración Pública.
Los salarios de miles de trabajadores palestinos en fábricas y parques industriales israelíes en Judea y Samaria son una enorme fuente de recursos para las arcas de la Autoridad Palestina, pues la mayoría de los salarios devengados en Israel duplican o triplican el salario promedio palestino.
Fuente: World Israel News (worldisraelnews.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.