Luciano Mondino*
El último operativo israelí en Yenín, señalado con dureza por la maquinaria propagandística palestina occidental, fue una necesaria incursión en los territorios que están bajo control de las autoridades palestinas desde la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993. A eso hay que añadir también que los israelíes vienen sufriendo golpes en su propio territorio nacional en lo que algunos ya empiezan a considerar como el inicio de una nueva intifada por goteo.
Los datos expuestos por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) explican el fundamento de la incursión: en 2022 el terrorismo palestino dio 7589 lanzamientos de proyectiles (que aumentan desde 2019); 1268 incidentes con molotov; 285 disparos, y un saldo de 31 israelíes muertos. También hay que considerar que los arrestos de palestinos en manos de las FDI fueron decreciendo durante el 2022 por hecho: las fuerzas israelíes actúan preventivamente para detener o eliminar objetivos terroristas dentro de los territorios bajo control palestino.
Las incursiones preventivas no fueron nunca exclusivas de Israel ni una política propia del Estado judío; son muchos los países dentro y fuera de Oriente Medio que ejecutan este tipo de acciones para evitar o reducir la posibilidad de ataques futuros. Pocos meses atrás, Estados Unidos eliminó al segundo de al-Qaeda, Ayman Al Zawahiri, quien estaba refugiado en Kabul en una posible complicidad con los talibanes.
Las víctimas del ataque terrorista del 27 de enero en la sinagoga de Nevé Yaakov en Jerusalén (en el sentido de las agujas del reloj): Irina Korolova, y Shaul Hai (68), Asher Natan (14), Eli y Natali Mizrahi (48 y 45), Ilya Sosansky (26) y Rafael Ben Eliyahu (56)
(Fotos: The Times of Israel)
Los dos atentados recientes en Jerusalén no deben considerarse como hechos aislados ni como una respuesta a la incursión de Yenín, sino como un lamentable episodio más de las autoridades palestinas que trasforman en terrorismo su impotencia para alcanzar la paz.
La operación ocupó al Shin Bet, la Unidad Especial de la Policía, la Policía de Fronteras y las Fuerzas de Defensa de Israel, para frustrar el terrorismo creciente dentro de Yenín, cada vez más influenciados por Hamás y la Yijad Islámica Palestina. Todo se comenzó a gestar horas antes, cuando informes de inteligencia israelíes advirtieron sobre movimientos dentro del campamento que alertaban sobre tres células de la Yijad Islámica que cometerían atentados en suelo israelí y que operaban dentro de Yenín.
La Yijad Islámica Palestina, que se entremezcla en la puja de clanes dentro de la Franja de Gaza, cuenta con la influencia directa de Irán, la fuerza chiíta del Medio Oriente. Al igual que Hamás, son parte de la contienda interna que separa a los líderes palestinos que se disputan, entre ejecuciones y tiros, el control de los territorios que les fueron entregando a lo largo de los años, y cuya inoperancia administrativa los está convirtiendo, a pasos acelerados, en las cunas del terrorismo islámico.
Las operaciones en Yenín se iniciaron para localizar y detener a los tres miembros de la Yijad que, como siempre, utilizaron a los civiles para esconderse y evitar ser alcanzados por las fuerzas israelíes que sufrieron una emboscada al ingresar.
Yenín no un es “territorio ocupado”, como se está diciendo, porque corresponde al Área “A” que ha sido adjudicada a los palestinos (y es autonomía de ellos) según lo firmado por Arafat y Abbas en los Acuerdos de Oslo de 1993. Se le llama también erróneamente un “campo de refugiados”, pero no es más que una ciudad donde muchos palestinos cruzan a Israel por trabajo.
Los datos expuestos por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) explican el fundamento de la incursión: en 2022 el terrorismo palestino dio 7589 lanzamientos de proyectiles (que aumentan desde 2019); 1268 incidentes con molotov; 285 disparos, y un saldo de 31 israelíes muertos
La única referencia sobre los refugiados palestinos sale a relucir anualmente en las pantomimas de la Nakba, una verdadera estafa histórica que no puede ser corroborada por ningún organismo internacional (ni siquiera la UNRWA creada para tal fin), y que fue la consecuencia directa de la errónea insistencia de los líderes árabes en 1948 para obligar a sus comunidades a abandonar el Estado de Israel y condenarlos de por vida a pasear errantes por los campos de refugiados que sí existen en Siria, Jordania o el Líbano.
Hay un dato que también se suele omitir: no son pocos los palestinos residentes en Yenín que cruzan diariamente a Israel por trabajo, y que si pudieran elegir seguro optarían por ser ciudadanos israelíes dejando atrás las imposiciones de la Autoridad Nacional Palestina.
Yenín es también el escenario más desestabilizante dentro de Cisjordania, por ser parte de esa disputa entre el liderazgo palestino y por ser objeto de la intrusión de la República Islámica de Irán a través de Hamás y la Yijad Islámica. Al igual que ha ocurrido con el Líbano, el modelo de exportación islámica iraní busca su senda expansiva, y Cisjordania es el territorio predilecto para desestabilizar la seguridad de Israel.
Estos grupos terroristas que operan a la sombra de los refugiados comparten una condición: son en su mayoría jóvenes de entre 25 y 35, años que amenazan con no responder orgánicamente a la Autoridad Nacional Palestina liderada por Mahmud Abbas desde hace muchos años. El modelo de cleptocracia y corrupción ya no puede contener el propio monstruo que ellos crearon, y que hoy goza de una peligrosa autonomía.
Yenín no un es “territorio ocupado”, como se está diciendo, porque corresponde al Área “A” que ha sido adjudicada a los palestinos (y es autonomía de ellos) según lo firmado por Arafat y Abbas en los Acuerdos de Oslo de 1993
Podemos esperar entonces que Hamás, principalmente, esté a las puertas de una escalada, siempre secundada por la Yijad Islámica Palestina, para que la reacción de Israel logre encender la chispa en Cisjordania y así golpear también a la Autoridad Nacional Palestina que irresponsablemente ha decidido interrumpir la coordinación en seguridad con Israel.
Los líderes palestinos no son capaces de frenar esta espiral de violencia y radicalización por ellos generada, y que se amplifica en sus propias narices dentro de los territorios que administran desde 1993, cuando ganaron espacios cada vez de mayor autonomía con la firma de los Acuerdos de Oslo. Si Israel tuvo que accionar es porque la Autoridad no lo hace.
Las fuerzas de Israel ingresaron, y sufrieron una emboscada con un masivo tiroteo, en busca de las células que se esconden en zonas civiles (así como Hamás coloca sus bases de misiles en escuelas u hospitales de Gaza). En el tiroteo, que duró tres horas, dos de los tres terroristas buscados y con posesión de armas de fuego fueron eliminados, y el tercero arrestado. Dentro de la residencia que usaban como escondite, las FDI detonaron material explosivo que estaba en manos palestinas.
En ningún momento del operativo las fuerzas israelíes dejaron de lado su clásico accionar de solicitar el abandono de las residencias y verificar la no presencia de civiles antes de atacar, incluso cuando fuerzas israelíes quedaron atrapadas dentro de la emboscada.
**Analista internacional argentino.
Fuente: semanariohebreojai.com.
Versión NMI.