Estamos celebrando Pésaj. La fiesta de la libertad, cuando salimos de Egipto, de la esclavitud a la emancipación. Con la mira en recibir la ley en el Monte Sinaí y entrar a la Tierra Prometida, esa misma donde hoy se erige el moderno y acosado Estado de Israel.
La historia de los israelitas es de odios y milagros. La esclavitud en Egipto tiene sus raíces en el odio y la discriminación. Además de las razones económicas que habrán impulsado a los faraones para tener mano de obra esclava, las penurias infligidas a los esclavos fueron una forma de castigo y ensañamiento que seguramente afectaban la productividad. Entre odio y beneficio, siempre ha privado el odio.
La salida de Egipto se lleva a cabo a través de una cadena de milagros: diez plagas que desafiaron el orden natural, y la partición el Mar Rojo. El imperio más colosal de la época caía abatido por el Dios de sus esclavos, que se manifiesta como el dueño del mundo.
Saliendo de Egipto, con la carta de presentación victoriosa de haber sometido al Faraón en todos los terrenos, el pueblo de Amalek ataca a los israelitas en su marcha a Tierra Prometida. Amalek sabía que sería derrotado cuando se enfrentara a un Israel en su mejor momento histórico, pero retar a Dios y la concepción acerca del rol de Israel en el mundo era la meta, además del odio infundado a un pueblo que salía de 200 años de esclavitud y no representaba ninguna amenaza ni competencia a los amalekitas. El odio de Amalek fue combatido con el milagro de Moisés levantando los brazos al cielo para clamar y obtener salvación y victoria.
Miembros de Hezbolá durante un “tour para los medios” ofrecido en marzo pasado en Aaramta, Líbano. Este ejército terrorista, vasallo de Irán, está dispuesto a que el Líbano sea destruido con tal de dañar a Israel
(Foto: Reuters)
Una vez llegados a Israel, luego de 40 años errantes en el desierto, y conquistado el territorio, los odios privaron sobre el bienestar de todos los habitantes de la zona. En tiempo de los Jueces, de los reinados de Israel y de Yehudá, población local, países vecinos, imperios y conquistadores le causaron penurias a los israelitas, de las cuales algunas veces se salvaron y siempre sobrevivieron cómo nación. Los milagros se impusieron a los odios, pero siempre hubo dolor y sufrimiento.
Los exilios y diásporas del pueblo judío siempre han contado con odio profundo. La España de los Reyes Católicos y la Inquisición, la Edad Media, los pogromos en Europa y la Shoá, solo por citar unos pocos y representativos ejemplos, son muestra de esa combinación de odios atajados por milagros. Una dinámica que no se agota en nuestros días de modernidad y comunicación en tiempo real.
El Israel de nuestros días es un ejemplo viviente de odios y milagros. Es un gran milagro la serie de circunstancias que se tejieron para terminar con la proclamación de un Estado judío en 1948, y es un milagro en desarrollo la existencia misma de Israel en medio de países vecinos y lejanos que lo adversan mortalmente, a riesgo de daño propio con tal de perjudicar a un enemigo que en general no representa ninguna amenaza vital. En cambio, puede ser de mucha utilidad un ambiente de paz y convivencia. El odio va mucho más allá de la lógica y de cualquier conveniencia.
La situación que vive Israel desde le 7 de octubre de 2023 es muy extraña y complicada. Ha sido sometido a un ataque sin precedentes para país alguno, y un ataque sin precedentes en sus 75 años de existencia. Ciudadanos masacrados y torturados, con saldo de 250 secuestrados de los cuales aún quedan 134 en manos de sus captores, sin certeza de su condición. Buena parte del mundo condena a Israel por actuar en su propia defensa y pretender deponer a los secuestradores del gobierno de Gaza, y buena parte del mundo condena a Israel por el fracaso de las negociaciones que deberían dar libertad a los sufridos rehenes. Dentro del mismo Israel se vive una confusa situación, que resulta lógica a la luz del grado de presión que significa un frente bélico en Gaza, una frontera del Líbano caliente y cohetes que pueden llegar de cualquier parte en cualquier momento. Es un milagro el funcionamiento de la sociedad israelí sometida a esta dantesca situación.
Dentro del mismo Israel se vive una confusa situación, que resulta lógica a la luz del grado de presión que significa un frente bélico en Gaza, una frontera del Líbano caliente y cohetes que pueden llegar de cualquier parte en cualquier momento. Es un milagro el funcionamiento de la sociedad israelí sometida a esta dantesca situación
Desde un país allende las fronteras de Israel, y desde otros puntos fronterizos y no fronterizos, se dispararon sobre Israel más de 350 misiles, cohetes y drones con carga explosiva. Una muestra de fortaleza, atrevimiento y odio. Un milagro hizo posible que solo un artefacto causara daños menores en algún lugar del país. Llama mucho la atención la falta de condenas a este ataque, la poca vehemencia de los reclamos, y los llamados a Israel a no responder ni reaccionar, mostrar “moderación y control” ante lo ocurrido. Las actitudes y posturas asumidas no son ningún milagro, lo que resulta un milagro es la existencia y supervivencia de Israel en medio de estas.
Luego de negociaciones fallidas, luego de ataques masivos pero no certeros, de difamaciones y condenas, no parece que lo que viene sucediendo en el Medio Oriente vaya a calmarse. Israel, sometido a la amenaza de más de 150.000 cohetes desde Líbano, con su población del norte peregrina y fuera de sus hogares, con la gente del sur que no puede regresar desde el 7 de octubre, con condenas de muchas partes y absurdas recomendaciones de sus amigos y enemigos, con un país poderoso amenazándolo y demostrando su capacidad de llegar hasta su territorio con artefactos de largo alcance, está siendo víctima de un odio que amenaza su viabilidad, la vida normal de un país y sus ciudadanos. ¿Qué se pretende de Israel?
Israel saldrá de esta difícil coyuntura con éxito, a punta de sacrificios y esfuerzos, y gracias a milagros revelados y ocultos. Es la historia del pueblo de Israel. A decir verdad, el más grande milagro será cuando no haya odio. Ese es el milagro que esperamos.
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Excelente artículo. Esperanzador, aún en medio de las enormes dificultades que enfrenta Israel y su gente.
Am Yisrael Chai !!!