El mundo entero vive nuevas realidades. Los conflictos entre izquierdas y derechas siguen latentes y vigentes, pero han ido migrando a otros aspectos. El tema de la diversidad y la igualdad, el liberalismo frente al conservadurismo de sociedades muy expuestas y transparentes. La masificación de los medios de comunicación, las redes sociales y la trasmisión en tiempo real de acontecimientos no dejan espacios que ocultar, nada que siquiera disimular.
En Israel, y también en otros países, el bipartidismo tradicional, o dos grandes bloques enfrentados con cierta homogeneidad cada uno, ha desaparecido. En su lugar variadas facciones, muchas minoritarias, conforman un amplio y heterogéneo espectro político que debe establecer acuerdos de coalición en gobierno y en oposición. Se ha perdido el control histórico de bloques mayoritarios.
Las agendas sociales y particulares privan sobre las figuras que otrora eran, además de respetables, muy influyentes. En Israel los líderes de facciones pequeñas, sin mayor trayectoria en la vida o institucionalidad del país, han logrado posiciones importantes gracias a sus declaraciones, denuncias o planes de acción. Itamar Ben Gvir y Betzalel Smotrich han arropado a un partido que cuenta en su lista con dos anteriores jefes de Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, el más alto y codiciado cargo del estamento militar. ¿Se acaba con la preeminencia de los militares en la política? Los próximos años, y el desempeño de la actual coalición, tienen la palabra.
El ego desmedido de algunos políticos, las ansias de protagonismo y la descalificación a priori del adversario político, son demasiado frecuentes. En la imagen, Itamar Ben Gvir discute con un palestino en Jerusalén Oriental, durante el conflicto por unas viviendas en el sector Sheik Jarrah en 2021
(Foto: AFP)
Como de costumbre, Israel está sometida a una intensa y crítica supervisión internacional. La coalición de derecha no cuenta con la buena mirada de algunos países, aunque no se pueda decir que coaliciones anteriores, compuestas por elementos de centro y de izquierda, hayan contado con el respaldo irrestricto y el apoyo que se merece la única democracia funcional del Medio Oriente. Nada nuevo, pero siempre agravado.
Las fricciones internas de Israel son las mismas, pero intensificadas por la cobertura mediática y la falta de tacto y discreción de los actores políticos. En todo lo relacionado a defensa y negociaciones de paz con los palestinos persisten las diferencias de siempre. El tema económico y de subsidios enfrenta como de costumbre la problemática de elevar el costo de la vida, subir los impuestos y lo referente al necesario crecimiento económico. Los últimos gobiernos no han podido con el costo de la vivienda en el país, un fracaso de todos los que han ejercido posiciones de poder. El delicado asunto de la religión y la religiosidad, presente en todos los ámbitos de la vida nacional, es más actual que nunca, sin perspectivas de solución a corto o mediano plazo. Lo referente a la inclusión, diversidad y afines despierta pasiones que poco ayudan a un clima de sosiego, en un país sacudido por diversos conflictos internos.
El principal problema de Israel hoy, a pocos días de instalarse un nuevo ejecutivo, es el escaso sentido común imperante en quienes son voceros de sus partidos, grupos de opinión y afines
El principal problema de Israel hoy, a pocos días de instalarse un nuevo ejecutivo, es el escaso sentido común imperante en quienes son voceros de sus partidos, grupos de opinión y afines. Comprender que Israel es un Estado judío, con valores y tradiciones arraigadas nada menos que en el texto bíblico, quizá requiere de todos los participantes menos vociferación y más acción silente. Pero la provocación, y la reacción ante la provocación, están a la orden del día enrareciendo el panorama. Los temas que son conflictivos en otros países alcanzan en Israel un nivel de virulencia mucho mayor.
El ego desmedido de algunos políticos, las ansias de protagonismo y la descalificación a priori del adversario político, son demasiado frecuentes. Unos medios omnipresentes cubriendo la noticia que resulta demandada, no por ello interesante ni constructiva, contribuye al enrarecimiento del ambiente político que necesita algo más de calma y estabilidad.
Como siempre, las imposiciones no son la solución. Es cuestión de saber negociar con inteligencia, respetando espacios y evitando provocaciones. Lo de siempre. Es verdad que se viven nuevos tiempos, pero persisten viejas posiciones.