E l flamante presidente de la Comunidad Judía de Chile, Shai Agosin, advirtió que la misma “vive un momento muy complejo”, porque en ese país habita la colectividad palestina más grande del mundo fuera de los territorios, la cual “es tremendamente activa, y más que exportar la paz, importa el odio y las malas relaciones” entre ambos sectores, en una “estrategia” que sirve de ejemplo a sus pares en el resto de América Latina e incluso traspasa las fronteras de la región.
¿En qué momento político le toca asumir la presidencia de la Comunidad Judía de Chile?
La kehilá vive un momento muy complejo: en nuestro país tenemos la comunidad palestina más grande del mundo fuera de los territorios, y es tremendamente activa. Históricamente, la mayoría de sus integrantes es moderada y mantiene una excelente relación con la comunidad judía; sin embargo, hoy en día la Federación Palestina está tomada por gente muy beligerante, que no tiene interés en reconocer al Estado de Israel ni sentarse con la comunidad judía, y más que exportar la paz, importa el odio y las malas relaciones entre nosotros.
¿La Secretaría de Culto o la Presidencia del país intervienen en esta tensión y proponen alguna mesa de diálogo?
No. El gobierno siempre ha estado dispuesto a colaborar, más que a tomar una postura activa, y ahora tiene una actitud más compasiva que la que uno quisiera. Los desafíos aquí en Chile son muchos. El que planteé recién es el principal, y estamos dispuestos a tener una posición clara ante la comunidad chilena.
¿Cómo repercute esto en la comunidad judía? ¿La situación es peligrosa y va a seguir creciendo?
Sí. Hoy día se producen situaciones tremendamente hostiles, como el BDS [movimiento global antiisraelí que llama al Boicot, Desinversión y Sanciones], del cual Chile lleva la “batuta” en América Latina. De hecho, hace dos meses hubo un encuentro latinoamericano de comunidades palestinas, donde se tomaron posiciones bastante radicales y prepararon toda su actividad para 2017. Justamente, el número siete para nuestra comunidad es muy trascendental: la Partición [resolución 181 de las Naciones Unidas que admitió la creación de un Estado judío, aprobada el 29 de noviembre de 1947], la Guerra de los Seis Días [en 1967, con la recuperación de territorios históricos para el pueblo judío; sobre todo su capital, Jerusalén], entre otros. Por eso va a ser un año muy complejo para nosotros, pero vamos a seguir trabajando.
¿Hay parlamentarios chilenos partidarios de Israel? Y en tal caso, ¿colaboran o pueden hacerlo?
Hay un Comité Parlamentario Chileno-Israelí. Es gente que se la ha jugado en los momentos más difíciles. Su presidente [Ramón Farías] asume un liderazgo enorme, comprometido y proactivo con relación al Estado de Israel, y la verdad es que le estamos muy agradecidos. Vamos a tratar de hacer actividades con ese comité.
¿Hay algún otro país que tenga una gran población palestina y les sirva para saber cómo conducirse ante esta situación?
La verdad, no conozco otro país que tenga tanta población palestina. El activismo que hay aquí se ha visto pocas veces. Si fuera de confraternidad, sería maravilloso y seríamos un ejemplo para el planeta frente al conflicto de Medio Oriente, pero no es así. Hay un grupo parlamentario palestino activo y muy contrario al Estado de Israel, y si uno observa el logo de la Federación Palestina, se puede observar que es el mapa completo de Israel, no hay partición… Para ellos, Israel directamente no existe.
Hoy en día la Federación Palestina de Chile está tomada por gente muy beligerante, que no tiene interés en reconocer al Estado de Israel ni sentarse con la comunidad judía, y más que exportar la paz, importa el odio y las malas relaciones entre nosotros
Shai Agosin
Los chilenos de origen árabe, según estimaciones, son alrededor de 500.000 personas. Entre ellos, los palestinos forman el grupo más grande. La mayor parte puede remontar sus orígenes a cuatro pueblos: Belén, Beit Jala, Beit Sahour y Beit Safafa (este último forma parte desde 1980 de la ciudad de Jerusalén). Se trataba predominantemente de cristianos que escapaban de la opresión otomana e islámica.
(Fuente: Wikipedia)
¿Cómo imagina que va a ser su presidencia?
Primero, queremos seguir posicionando a la comunidad judía en el concierto político chileno, proactiva y muy activa, porque lleva más de 100 años integrada a la sociedad, trabajando con el país. Sin ir más lejos, estamos viviendo el incendio más grande de Chile y en solo 24 horas hicimos una campaña para conseguir forraje para el ganado, más 5 mil litros de agua. Estamos cumpliendo con eso y hay un grupo de Israel colaborando con el incendio. Este es un ejemplo de nuestra participación.
¿Cómo es la relación con el gobierno?
Es muy buena, fundamentalmente en seguridad. En este país vivimos tranquilos, más allá de las tensiones con la población palestina. Hacemos una tefilá [plegaria] por Chile y siempre contamos con la presencia del presidente, también prendemos las velas de Janucá en La Moneda, la casa de gobierno. La relación es espectacular y esperamos que siga así.
¿Cuánto afecta la población palestina de Chile a las comunidades judías del continente?
Mucho. Se está convirtiendo en un ejemplo de lo que están haciendo como estrategia en América Latina, e incluso traspasando sus fronteras. El BDS en Chile ya es una realidad y su campaña está terriblemente presente en las universidades. Nuestros muchachos no la han pasado bien, y más teniendo en cuenta que el congreso palestino se hizo aquí, con campañas muy fuertes contra el Estado de Israel que bordean el antisemitismo. Se habla contra el sionismo y la gente se llena la boca con eso, entendiendo que casi el 100% de la comunidad judía es sionista. Hablar en contra de los sionistas como se hace es lo mismo que ser antisemita.
¿Cómo rebota esto en los medios de comunicación nacionales?
Hay picos, dependiendo los momentos. A veces la agenda se marca con lo que ocurre en Israel –como la Guerra de Gaza, o un atentado-, y dan más noticias. Otro ejemplo de cómo la agenda chilena marca la internacional: presentaron una demanda contra [jueces de] la Corte Suprema israelí por supuestos crímenes de lesa humanidad, que no fue admitida por su par chilena. Sin embargo, dieron un golpe muy fuerte porque salió en todos los medios de comunicación. En ese momento yo no estaba en la comunidad [como presidente], pero entendemos que es inadmisible.
¿Con usted va a haber un cambio de posición en este asunto?
No sé si va a ser mejor, va a ser distinto. Cada presidente pone el acento donde le parece, y el mío va a estar en el mundo político, en el concepto de “coexistencia con respeto”. No vamos a poner la otra mejilla, ni a hacer silencio.
¿Cuál es el mensaje para las comunidades judías de Latinoamérica?
Las invitamos a compartir con la Comunidad Judía de Chile, y a que sepan que somos una colectividad activa, que respira y siente todo lo que es el sionismo y la vida judía. La verdad es que estamos pasando un momento complejo desde el punto de vista de nuestras relaciones con el mundo palestino, y no lo podemos negar. Esperamos que el resto de las comunidades judías no tengan que vivir lo que estamos pasando. Para eso es trascendental cuidar a cada una.
¿El gobierno chileno debería ser más enérgico en este tema?
No. Creo que el gobierno asume el rol que debe. Estamos luchando por una ley contra la incitación al odio, que hace muchos años duerme en el Congreso, y la verdad es que el gobierno debería atender la urgencia de sacarla de una vez por todas, porque [esa conducta] existe en muchos casos, y en nuestro país también tenemos nazis y neonazis. Es un elemento muy importante para que se erradique definitivamente de Chile, América Latina y el mundo.
Fuente: ItonGadol. Versión NMI.