Lahav Harkov*
Israel ha sido objeto de fascinación para los estadounidenses desde mucho antes del establecimiento del Estado. Su creación ha sido comparada con la fundación de los Estados Unidos, e Israel ha sido considerado “parte del equipo” de EEUU durante casi toda su existencia, incluso en momentos de enfriamiento de sus relaciones con Washington.
Walter Russell Mead, columnista de The Wall Street Journal y profesor de Relaciones Exteriores en Bard College, se propuso examinar esa relación en su nuevo libro Arc of a Covenant: The United States, Israel, and the Fate of the Jewish People (“El ciclo del pacto: Estados Unidos, Israel y el destino del pueblo judío”), en el cual llega a algunas conclusiones sorprendentes. Desacredita los mitos sobre los roles de la izquierda y la derecha estadounidenses en el apoyo a Israel, y argumenta que los cristianos de EEUU desempeñaron un papel más importante en la obtención de apoyo para el sionismo que los propios judíos. También demuele el mito de un «lobby israelí» todopoderoso que guía la política exterior estadounidense, y analiza cómo la tolerancia norteamericana ha impedido que el antisemitismo se encone, al tiempo que advierte que las guerras culturales contemporáneas están corroyendo esa tradición.
A continuación, una síntesis de la entrevista que Mead otorgó a The Jerusalem Post.
El presidente de Israel, Haim Weizmann, presenta un rollo de la Torá a su homólogo Harry Truman durante una visita a la Casa Blanca
(Foto: Biblioteca de Harry Truman)
Usted dice en su libro que los estadounidenses exageran su influencia en el Medio Oriente, y postula que la influencia de los partidarios no judíos de Israel fue mayor de lo que la gente piensa. ¿Cómo se relacionan estos dos aspectos?
Creo que probablemente la decisión más importante que tomó EEUU con respecto al futuro de Israel fue reducir la inmigración desde Europa en un 90% en 1924. Como digo en el libro, creo que si observamos qué porcentaje de judíos emigraban de Europa a Palestina, y qué porcentaje marchó a Estados Unidos antes de 1924, algo así como 2% a 3% fue a Palestina y 80% marchó a EEUU, Canadá y otros países. Es muy interesante especular: si EEUU hubiese mantenido abierta la inmigración masiva, ¿habría habido una cantidad suficientemente grande de judíos en Palestina como para crear un Estado? La comunidad judía estadounidense se opuso unánimemente a esa decisión, pues obviamente querían que sus amigos y parientes pudieran venir a Estados Unidos, y porque pensaban que era injusta.
Creo que desde un punto de vista estadounidense, nuestra conciencia siempre recordará que si hubiésemos tenido una política de inmigración diferente en las décadas de 1920 y 1930, es posible que no se habría producido un Holocausto. La guerra habría sido un desastre menor para los judíos. Pero por otro lado, ¿existiría un Estado de Israel si los judíos hubiesen sido libres de irse a otro lado?
¿Es esa pregunta una de las cosas que le inspiraron a escribir este libro?
Las hipótesis son intelectualmente interesantes, pero la política estadounidense era la que era, e Israel está aquí.
Varias cosas me inspiraron a escribir el libro. Una fue mi sensación de que la gente en EEUU y en todo el mundo difunde tropos y leyendas antisemitas sobre la política estadounidense e Israel. He viajado por todas partes dictando conferencias y reuniéndome con personas del Departamento de Estado, y es casi una convicción universal no solo en el Medio Oriente, sino que la he encontrado también en Europa, América Latina y Malasia, que los judíos dirigen Estados Unidos, razón por la cual Washington tiene una política pro-Israel.
La pregunta es ¿acaso los judíos de Israel le dicen a los judíos estadounidenses qué hacer, y luego pasan las instrucciones al gobierno estadounidense? ¿O es que los judíos en Estados Unidos en realidad están usando a Israel como parte de su “complot judío” aún más grande? Ese tipo de odio es moralmente reprobable, y además es una forma peligrosa de ignorancia.
Parte del libro solo trata de aclarar algunas cosas. Quiero disipar algunas rancias leyendas urbanas sobre los judíos y la influencia judía.
Estados Unidos se oponía a la creación de un Estado judío hasta la Declaración de la Independencia de Israel, sino que quería un nuevo fideicomiso para reemplazar a los británicos. Lo último que hizo el gabinete israelí antes de votar por la independencia fue rechazar la propuesta estadounidense de una mediación más prolongada. Israel en realidad comenzó su carrera independiente diciéndole “no” a Estados Unidos
¿Cuál hecho poco conocido o malentendido cree que los israelíes necesitan saber sobre la relación con EEUU?
Dedico mucho espacio en el libro a la política de Estados Unidos bajo la presidencia de Harry Truman entre 1945 y 1948, antes de la Guerra de Independencia. Y me parece muy claro que una idea común en Estados Unidos es que, de alguna manera, Harry Truman salvó a los judíos. Existe la versión de que en la primavera de 1948 todo lucía muy oscuro, y Harry Truman se negaba a recibir a ningún sionista, a ningún judío estadounidense. Pero que luego el pequeño Eddie Jacobson, viejo amigo judío y socio comercial de Missouri de Harry Truman, entra y le dice algo así como la reina Ester al malhumorado gobernante gentil: tienes que hacer algo por mi gente. Entonces, Truman se reúne con Haim Weizmann y todo se arregla, Israel se salva, e incluso el judío más pequeño en la ciudad más pequeña de Estados Unidos puede desempeñar un papel en la historia. Esa es la hermosa leyenda que mantiene la gente.
Es un hecho que Jacobson intervino y Truman tuvo una reunión con Weizmann. Pero la política estadounidense no cambió como resultado de esa reunión; Estados Unidos se oponía a la creación de un Estado judío, sino que quería crear un nuevo fideicomiso para reemplazar a los británicos. Lo último que hizo el gabinete israelí antes de votar por la independencia fue rechazar la propuesta estadounidense de una mediación más prolongada. Israel en realidad comenzó su carrera independiente diciéndole “no” a Estados Unidos.
Truman impulsó el reconocimiento del nuevo Estado de Israel, a pesar de la oposición del Departamento de Estado.
Lo que Truman le dijo al Departamento de Estado en mayo de 1948 fue: “Ustedes no me ofrecieron una política. Me dijeron que el Plan de Partición era terrible. Yo dije ‘bien, ¿qué debemos hacer?’. Me respondieron que un nuevo fideicomiso para evitar una guerra, y luego tendríamos tiempo para resolverlo. Pero nadie apoyó el fideicomiso, y el antiguo Mandato terminaba a medianoche. ‘¿Qué tengo que hacer?’ No me dieron respuesta. Mientras tanto, la Unión Soviética iba a reconocer a Israel”.
Esa no era una buena posición para él. Puede haber una conexión entre la visita de Weizmann y el pensamiento de Truman en ese momento, pero no hay documentación al respecto.
Truman no salvó a los judíos en 1948. Los judíos salvaron a Truman, porque el éxito de Israel hizo que la política de Truman pareciera excelente.
El autor, Walter Russell Mead: “No creo que la seguridad de Israel dependa de su popularidad en Estados Unidos”
Eso nos lleva a lo que usted dice en su libro, que la relación entre EEUU e Israel no creció porque Israel fuera débil, sino que una vez que Israel fue fuerte, EEUU estuvo más interesado en Israel.
Eso es cierto en todas las relaciones internacionales, no solo en la relación con Israel. Ese fue uno de los puntos que quise establecer. Si realmente estudiamos la relación entre Estados Unidos e Israel, no se ve tan diferente a otras. Las mismas preguntas e intereses entran en el pensamiento de ambos lados.
La hipótesis de que los judíos o el lobby de Israel están haciendo que EEUU se comporte de manera diferente en lo que respecta a Israel simplemente no se ajusta a los hechos, por lo que puedo decir.
Usted escribió que piensa que los estadounidenses son demasiado optimistas sobre las perspectivas de paz. La administración Biden ha dicho que no habrá paz con los palestinos a corto plazo, por lo que está tratando de impulsar pequeños cambios graduales. ¿Cómo evalúa esa política?
Es demasiado pronto para decirlo, pero creo que hay una sensación creciente en todas las partes de que la solución de dos Estados tiene menos apoyo entre palestinos e israelíes. Creo que la administración Biden entiende que hay límites a lo que puede lograr y, de esta manera, diría que muestra mucha más inteligencia que la administración Obama.
Truman no salvó a los judíos en 1948. Los judíos salvaron a Truman, porque el éxito de Israel hizo que la política de Truman pareciera excelente
Una parte importante de la reciente visita del presidente Biden a la región fue su escala en Arabia Saudita, que es interesante en sí misma, pero también existe una relación creciente entre Israel y Arabia Saudita. ¿Cuánto de eso cree que proviene de la administración de Biden o es una continuación de lo que estaba sucediendo de todos modos?
No creo que ni Israel ni Arabia Saudita necesiten la ayuda de EEUU si quieren llegar a un acuerdo. Si retrocedemos en la historia de las negociaciones de paz, los estadounidenses tienden a exagerar su papel en todo esto. Las decisiones clave en cualquier negociación de paz, en última instancia, deben tomarse en el Medio Oriente, y los estadounidenses simplemente no tienen tanta influencia. Si los estadounidenses le dicen a los saudíes que le otorguen a las mujeres los mismos derechos que a los hombres, los saudíes no harán nada al respecto. Si los estadounidenses le dicen al presidente al-Sisi de Egipto “tengamos más derechos democráticos”, él no hará nada al respecto. Si los estadounidenses dicen a los israelíes que dejen de construir asentamientos, los israelíes no harán nada al respecto. Creo que existe una especie de narcisismo en Estados Unidos, que a veces se refleja en la prensa del resto del mundo que exagera nuestra influencia sobre todas estas cosas.
Está claro que Israel y los saudíes tienen, de alguna manera, una historia de cooperación oculta que se remonta a sus esfuerzos comunes contra el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser en Yemen en la década de 1960. Este no es un trato sorprendente que surge de la nada; está impulsado principalmente por dos cosas: un temor compartido a Irán, y una falta de confianza compartida en Estados Unidos. Esos dos factores han hecho que ambos gobiernos estén más conscientes de lo importantes que son uno para el otro y estén más dispuestos a trabajar más de cerca.
Portada de la obra de Walter Russell Mead
Estados Unidos está negociando un regreso al acuerdo de 2015 con Irán, que tanto a Israel como a los saudíes no les gusta en diversos grados. Al mismo tiempo, EEUU está ayudando a formar una alianza de defensa aérea en el Medio Oriente contra Irán. ¿Está llevando eso a los países que se oponen al acuerdo con Irán a confiar más o menos en Estados Unidos que hace una década?
Diría que están más dispuestos a trabajar juntos, porque creen que necesitan hacerlo dada la poca fiabilidad de EEUU. Ambos quieren que Estados Unidos regrese a la región tanto como sea posible, por lo que es probable que cualquier propuesta de los estadounidenses haga que la gente se interese y busque formas de decir que sí, incluso si en secreto quieren decir que no. Eso es lo que hace la diplomacia.
De alguna manera, la ventaja para la administración Biden de renovar las relaciones con los saudíes y trabajar con Israel de manera más directa es que, a su vez, puede hacer que Irán piense que realmente habla en serio sobre el Plan B [si no hay un acuerdo con Irán], y que tal vez este es el momento de que mejor simplemente firmen en la línea punteada. Desde el punto de vista de Biden, hacer esto promueve ambas políticas.
Israel no se fortaleció porque tenía una alianza con Estados Unidos, sino que obtuvo la alianza con EEUU porque se hizo fuerte. Entonces, en ese sentido, Israel no debería entrar en una especie de colapso nervioso cada vez que se publica el resultado de una encuesta en EEUU
Hay mucha preocupación por la pérdida de popularidad de Israel en Estados Unidos. ¿Qué tan preocupado cree que debe estar Israel, y cuál cree que es la raíz de ese declive?
Permítame comenzar diciendo que en realidad no creo que la seguridad o supervivencia de Israel dependa de su popularidad en EEUU. En 1948, EEUU reconoció a Israel, pero Truman comenzó a presionar casi de inmediato por concesiones territoriales, y en los años 50 la administración de Eisenhower intentó que Israel renunciara al Néguev y aceptara a muchos refugiados, cuando Israel era un Estado increíblemente débil: tenía una economía pésima, estaba abrumado de refugiados y enfrentaba enemigos que en muchos casos estaban mejor equipados. Pero Israel se aferró a sus decisiones e hizo su trabajo.
En el libro digo que Israel no se fortaleció porque tenía una alianza con Estados Unidos, sino que obtuvo la alianza con EEUU porque se hizo fuerte. Entonces, en ese sentido, Israel no debería entrar en una especie de colapso nervioso cada vez que se publica el resultado de una encuesta en EEUU. Dicho esto, la relación ofrece muchos beneficios a Israel y no es algo que se deseche a la ligera, especialmente sin una alternativa obvia.
Creo que a muchas personas en Israel les gustaría aislar completamente la cuestión palestina de la relación con Estados Unidos. Eso realmente no es realista. Israel realmente necesita pensar en estas cosas. Es un rompecabezas, todos los países tienen esos rompecabezas y cosas que tal vez les gustaría hacer. ¿Cómo los equilibras? Eso constituye parte de lo que trata la política, ¿no?
*Corresponsal en temas de diplomacia de The Jerusalem Post.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / NMI.