La ciudad de Lleida, una localidad catalana en España, inauguró el 20 de septiembre su barrio judío en el centro histórico. Se trata del barrio medieval donde los judíos se establecieron entre los siglos IX y X junto a la muralla de la antigua ciudad de la época andalusí.
A diferencia de otros barrios judíos en Cataluña, conocidos como Call, el de Lleida tiene un nombre singular: Cuirassa. A decir de los expertos, el nombre proviene del muro que los protegía; en catalán, cura significa cuidado. La Cuirassa fue de los barrios judíos más importantes de Cataluña. Los judíos de esa comunidad contribuyeron al crecimiento de la ciudad, y hasta el siglo XV convivieron con las culturas musulmana y cristiana.
Numerosos objetos atestiguan la presencia de la comunidad judía antes de su decadencia y expulsión en el siglo XV. Entre los hallazgos arqueológicos ha aparecido parte de la antigua calle Soquet, del siglo XIII, con restos de pavimento, alcantarillado y cimientos de casas; vestigios de otra calle, de la Plaza de la Judería, depósitos de un antiguo taller de pergaminos, restos del antiguo seminario y ruinas de una casa que perteneció a judíos pudientes. Esta casa fue incendiada por los cristianos en el pogromo de 1391, y entre los hallazgos aparecieron piezas únicas como una gran tinaja de origen andalusí, restos de ropa doblada, restos de vajilla, una espada, piezas de cerámica, un caldero de cobre y parte de una columna de piedra con tres estrellas de David grabadas.
Tras el pogromo de 1391 el barrio judío cayó en decadencia, y en 1410 solo quedaban 28 familias. Después de la expulsión en 1492 apenas quedaron una docena de judíos no convertidos, que se ausentaron de la ciudad esperando que se recuperara la calma.
La ciudad quiso celebrar la inauguración de este sitio histórico como una muestra de la convivencia y concordia de los nuevos tiempos, por lo que participaron representantes de las tres religiones monoteístas. Por parte de los musulmanes tomó la palabra, en árabe y catalán, el imán Abdelwahab Houzi, uno de los principales líderes del salafismo. En representación de la comunidad judía asistió el rabino Daniel Rosenberg, de la asociación Jabad Lubavitch de Barcelona, quien pronunció una plegaria en hebreo por las víctimas de aquellas injusticias. Y representando a la comunidad cristiana, se dirigió al público la delegada ecuménica del Obispado, Francesca Agustí.
“Este acto no ha de ser solo de memoria histórica sino de paz, encuentro, diálogo y darnos la mano”, expresó el alcalde de Lleida, Félix Larrosa. El delegado del gobierno de la Generalitat expresó que la Cuirassa debe ser un “nexo de unión”.
El Centro Histórico de la Cuirassa, mide 6.000 m2 que están articulados mediante un sistema de terrazas y pasarelas que permiten salvar un desnivel de 14 metros y observar los restos arqueológicos.
El proyecto contó con un presupuesto de más de un millón de euros, la mitad de los cuales fueron asignados como subvención de la Generalitat, y ha recibido el nombre de “Concordia, la ciudad de las tres culturas”.