Rachel Chocrón de Benchimol
Mis queridos lectores, mi querida kehilá:
Tras una larga ausencia (exactamente desde Rosh Hashaná), por fin me reincorporo agradeciéndole a Hashem por mi difícil pero aleccionadora travesía por el desierto, después de superar un Covid que dejó en mí enseñanzas y reflexiones profundas a través de todos estos largos meses pasados.
No estoy aquí para contar detalles de mi convalecencia, pues no es el tema que atañe en esta oportunidad, pero sí trataré de hacer un símil de toda mi travesía por el desierto árido y complicado, de una enfermedad desconocida, en la cual lo único que me mantuvo firme y decidida a llegar a la cumbre del monte Sinaí fue la emuná completa en Hakadosh Baruj Hu.
Hago esta comparación, pues al igual que los yehudim tras su salida de Egipto fueron “probados en su fe” durante el largo camino hasta llegar al pie del monte Sinaí, así mismo hemos sido “probados” cada uno de nosotros, de un modo distinto, a través de todo este tiempo trascurrido desde que comenzó la pandemia alrededor de todo el mundo.
Hashem, en Su sabiduría y manejo de cada situación humana, nos condujo por el desierto para dejar atrás el grado de impureza y asimilación adquiridos en Egipto durante nuestra esclavitud, y así poco a poco y gradualmente convertir al pueblo de Israel en el garante de la Torá que más adelante recibirían de manos de Moshé Rabeinu, uno de los personajes bíblicos a quien más admiro por su evidente humildad, pero a la vez por su valentía y decisión de cumplir con la voluntad de Dios en todo momento.
La vida en sí es una constante prueba de superación, donde todo se trasforma y cambia, incluso el ser humano.
A lo largo de todos estos meses aprendí a agradecer, agradecer y seguir agradeciendo sin entender ni cuestionar demasiado, pero con la firme convicción de que agarrada de Su mano saldría adelante para poder seguir cumpliendo con Su voluntad, teniendo a mis seres queridos a mi alrededor.
Ya no soy la misma. Mi esencia adquirió una visión totalmente diferente de la vida.
El valor de la vida, de vivir y agradecer por cada respiro y cada mínimo detalle, hace que reflexiones y te trasformes en un ser humano pleno de sensibilidad, dando prioridad en tu vida a lo que realmente corresponde atender: tu familia, tu gente querida alrededor, y a todo aquel a quien pudieses tenderle una mano.
Hashem quería entregarle a Am Israel la Torá y sus 613 mitzvot, una vez que alcanzaran un nivel espiritual más elevado que les permitiera aceptar el compromiso de Naasé Ve Nishmá, Haremos y Entenderemos.
Toda esta travesía por el desierto, representado en la actualidad por la pandemia, el triste suceso de Merón y ahora el ataque a Israel con misiles de largo alcance, por parte de Hamás, nos hace aferrarnos en Dios como único Ser capaz de cambiar los momentos difíciles en aprendizaje, lección y experiencia de vida. Solo nos queda aferrarnos a Él y ver Su mano en todo, confiando en Su supervisión particular hacia cada uno de nosotros.
No hay otro elemento sino el de la oración y la unión de todos los yehudim, para enfrentar este aparentemente interminable camino por un desierto lleno de desafíos, retos y pruebas, que solo ocurren para aflorar y poner de manifiesto lo mejor de cada ser humano.
Al igual que Hashem nos entregó la Torá solamente cuando vio una total unión en Am Israel, acampado al pie del monte Sinaí, nos urge como judíos unirnos, ser tolerantes a pesar de nuestras diferencias, y hacer jésed y guemilut hasadim con nuestro prójimo.
El valor de la vida, de vivir y agradecer por cada respiro y cada mínimo detalle, hace que reflexiones y te trasformes en un ser humano pleno de sensibilidad, dando prioridad en tu vida a lo que realmente corresponde atender: tu familia, tu gente querida alrededor, y a todo aquel a quien pudieses tenderle una mano
Además de todo esto, debemos comprometernos a cumplir más mitzvot, e indagar y saber más de nuestras sagradas escrituras.
Dios nos está llamando, nos está sacudiendo para que alcemos nuestra mirada hacia Él y le imploremos por la paz en Medinat Israel, y que Su piedad y benevolencia se manifiesten de manera clara y evidente frente a nuestros ojos.
Ya estamos a punto de llegar al pie del Har Sinaí. Ha sido largo, difícil y tortuoso el camino, muchas pruebas hemos ido superando, pero con nuestra total emuná en Hashem y en que Él solo quiere lo mejor para todos nosotros, debemos llegar a Shavuot y recibir la Torá con regocijo, agradecimiento y compromiso por parte de cada yehudí, de cumplir cada vez más con la Voluntad de Dios expresada a través de la Torá.
Te pido, Hashem, a través de estas líneas, que cuides y protejas a Medinat Israel, que haya paz y prosperidad. Que ya no escuchemos de más desgracias y que te apiades de todos los yehudim alrededor del mundo, con la pronta llegada de la tan ansiada Gueulá a través de Mashíaj. ¡Amén ken yehí ratzón!
Jag Saméaj para todos mis queridos lectores.