Abraham Levy Benshimol*
El pasado 29 de junio, la Asociación Israelita de Venezuela (AIV) cumplió 90 años de fundada. Fue un proceso iniciado en 1907 por judíos provenientes en su inmensa mayoría del norte de Marruecos, ocasión en que fundaron la Sociedad Benéfica Israelita, que no tuvo mucha duración. Perseveraron en 1919 con la creación de la Sociedad Israelita de Venezuela, también de corta vida, logrando finalmente organizarse bajo el manto de la AIV en 1930.
A partir de ese momento, la AIV ha sido la principal institución de servicios de los judíos sefardíes en Venezuela, y su máxima representación. Pequeña en sus comienzos, logró reunir a un gran número de miembros a partir de la década de 1960, cuando numerosos inmigrantes judíos arribaron a Venezuela. A partir de ese momento, la AIV no solo trabajó a favor de la religión judía, sino que incursionó en otros campos con nuevo ímpetu: educación, información, ayuda social, recreación, preservación de la cultura sefardí y solidaridad con el Estado de Israel. Todo esto se hizo bajo un espíritu democrático, solidario y participativo.
Poco a poco se fueron estrechando lazos con la Unión Israelita de Caracas en todos los asuntos comunes, lo cual condujo a la constitución de una sola comunidad con características singulares en la diáspora. La creación de la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela, de Hebraica, del semanario Nuevo Mundo Israelita, del Sistema Educativo Comunitario, de Yájad y del Vaad Hakeilot, dan fe de los enormes logros de una comunidad unida en la que la AIV siempre fue un factor integrador.
Cabe señalar la enorme importancia que la AIV siempre ha dado a la cultura sefardí. Así, la creación del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas, la revista Maguén/Escudo y el Museo Sefardí de Caracas Morris E. Curiel, la sitúan entre las instituciones latinoamericanas con más logros en esta área.
Tuve el alto honor de presidir la Junta Directiva de la AIV en cuatro períodos de dos años cada uno. Siempre conté con numerosos y leales compañeros de trabajo, que hicieron más fácil mi gestión. Igualmente, siempre recibí el apoyo de los miembros de la institución en los muchos proyectos que logramos llevar a cabo en esos años de florecimiento. Para todos ellos mi sincero agradecimiento.
Con la llegada del siglo XXI la situación política de Venezuela cambió abruptamente, el nuevo gobierno presidido por Hugo Chávez dejó ver prontamente su ideología que, en cuanto a política exterior, lo aliaba con los principales enemigos de Israel. En cuanto a la comunidad judía, con el tiempo los dos allanamientos a Hebraica, los continuos ataques a los judíos en los medios afectos al gobierno, la maldición de Chávez a Israel, el rompimiento de relaciones con Israel y, finalmente, el ataque y desecración de la Gran Sinagoga Tiferet Israel, determinaron que numerosos miembros de nuestra comunidad abandonaran el país.
Hoy, a pesar de la disminución de su membresía, la AIV sigue en pie cumpliendo con todas las tareas que le son propias, en medio de la conmoción causada por la pandemia viral que nos aflige. Los dirigentes actuales merecen todo nuestro reconocimiento por su dedicación y espíritu solidario; vaya a ellos mi respeto y aprecio.
Es difícil vislumbrar cuál será el destino de esta benemérita institución. Son tiempos difíciles en el mundo entero, y ya se habla de digitalizar este tipo de organizaciones. Aun así, somos parte del pueblo de la Esperanza, por lo que debemos confiar que la presencia organizada de los judíos en Venezuela seguirá por muchos años más, con la AIV siempre presente.
*Ex presidente de la AIV, la CAIV y otras instituciones comunitarias.