Justin Amler*
El pasado viernes 6 de diciembre, el mundo cambió para siempre para la comunidad judía australiana. La confianza que siempre ha tenido esta comunidad se ha desvanecido, reemplazada por una nueva realidad de aguas inexploradas y peligrosas, donde la tolerancia y la seguridad ya no están garantizadas.
El impacto de ver un lugar sagrado de culto ardiendo en el corazón mismo de la Melbourne judía fue como una puñalada en el corazón del pueblo judío.
Una sinagoga representa mucho más que una casa de culto. Es un santuario para la reflexión, el aprendizaje y la reunión comunitaria. Para los judíos, es una piedra angular de la identidad y la fe. Un ataque a un lugar así no es solo un ataque a la vida judía, sino a los valores fundamentales que definen a Australia como una sociedad tolerante e inclusiva.
La relación de Australia con su población judía se ha caracterizado durante mucho tiempo por la calidez, el respeto mutuo y los valores compartidos, que se remontan a los primeros días de la formación del país. Australia fue el primer país que votó a favor del plan de partición de 1947 que allanó el camino para el establecimiento del actual Estado de Israel. También fue la famosa brigada de la Caballería Ligera de Australia la que conquistó Beersheva en octubre de 1917, lo que permitió a las fuerzas británicas romper las líneas turcas, lo que llevó al fin del dominio otomano en la Tierra de Israel.
Los restos calcinados de la sinagoga Addas Israel de Melbourne. El primer ministro Anthony Albanese visitó el lugar días después, pero varios entre el público lo recibieron con abucheos
(Foto: The Guardian)
Pero el ataque deliberado con bombas incendiarias contra la sinagoga Adass Israel en Melbourne refleja una tendencia amplia y preocupante. En los últimos tiempos, el tejido social de Australia se ha visto sometido a graves tensiones, reflejando los desafíos en otras partes del mundo. El dramático incremento del antisemitismo, que ha aumentado en 316% desde el pogromo de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la consiguiente respuesta defensiva de Israel, ha sido particularmente desgarrador, dada la historia del país como refugio para los judíos que huyen de la persecución.
La comunidad judía de Melbourne, por ejemplo, tiene un gran número de descendientes de judíos que escaparon de los horrores del Holocausto. El país tiene la mayor población de sobrevivientes del Holocausto per cápita fuera de Israel. Muchos encontraron seguridad en Australia, una tierra libre de los prejuicios profundamente arraigados de Europa. Rehicieron sus vidas y se convirtieron en contribuyentes integrales a la sociedad australiana. Para estas familias, el ataque a una sinagoga en Melbourne es un eco del oscuro pasado que sus antepasados intentaron dejar atrás.
Sin embargo, el legado del antisemitismo no está limitado por la geografía, la distancia o el tiempo. Sus tentáculos llegan mucho más allá de sus orígenes en el Viejo Mundo y pueden penetrar todos los tejidos de la sociedad en todos los rincones del nuevo, incluso aquí en Australia. Si bien el gobierno de Australia se ha vuelto más hostil a Israel en los últimos años, también cambiante naturaleza demográfica del país, que ahora incluye a personas de lugares donde el antisemitismo está mucho más normalizado, lo que ayuda a explicar los cambios negativos que ocurren aquí.
Este aumento del antisemitismo ha coincidido con la decisión del gobierno de socavar décadas de apoyo diplomático bipartidista a Israel, lo que ha dejado a muchos miembros de la comunidad judía sintiéndose abandonados
Pero el liderazgo político también tiene una responsabilidad, y el fracaso del gobierno a la hora de actuar con decisión contra la creciente ola de antisemitismo ha expuesto a la comunidad judía a estos actos de hostilidad. Este aumento del antisemitismo ha coincidido con la decisión del gobierno de socavar décadas de apoyo diplomático bipartidista a Israel, lo que ha dejado a muchos miembros de la comunidad judía sintiéndose abandonados. Desde el 7 de octubre de 2023, el gobierno en funciones ha criticado constantemente la conducta de Israel en la guerra, sin entender la amenaza existencial que enfrenta. La semana pasada apoyó una resolución unilateral y sesgada en las Naciones Unidas que exigía que Israel se retirara unilateralmente de cada centímetro del territorio que los palestinos quieren para su Estado, incluidos todos los lugares sagrados de Jerusalén, sin exigir nada a los palestinos, ni siquiera el cese del terrorismo.
Y el gobierno australiano no ha logrado reprimir las protestas semanales contra Israel, que a menudo son violentas e intimidantes y tienen lugar en nuestras principales ciudades.
Las llamas del antisemitismo arden en Australia, al igual que arden en Canadá y Francia y en muchos lugares del mundo. Pero apagar estas llamas requiere una fuerza de voluntad, una fortaleza y una claridad moral que este gobierno no ha demostrado tener hasta ahora.
Si los líderes australianos no actúan, no solo una sinagoga será consumida por las llamas, sino el tejido mismo de la sociedad australiana.
*Analista de políticas en el Consejo de Asuntos Judíos, Australia e Israel (AIJAC).
Fuente: The Algemeiner (algemeiner.com).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.