El subdirector médico saliente de las Fuerzas de Defensa de Israel, Noam Fink, se siente obligado a socorrer a los civiles que sufren, y no solo en Israel
Judy Siegel-Itzkovich*
Los acontecimientos en Israel y en todo el mundo han llevado al subdirector médico saliente de las Fuerzas de Defensa de Israel —que por su cargo normalmente se preocupa por la salud de los soldados y oficiales en el campo de batalla y en sus actividades diarias— hasta Guinea Ecuatorial y la frontera con Siria, para ayudar a los desafortunados civiles atrapados en una larga guerra civil.
El coronel Noam Fink, de 47 años, acaba de concluir tres años y medio como director médico adjunto (cirujano general) del Cuerpo Médico de las FDI. Anteriormente se desempeñó en varios puestos en la jerarquía médica militar.
Estudió medicina en la Facultad Sackler de la Universidad de Tel Aviv en el programa Academic Atuda, que permite a los graduados de secundaria aplazar su servicio militar e ir primero a la universidad; luego se especializó en Cardiología. Después de un año en el Centro Médico Sheba, competirá con otros médicos para reemplazar al Director Médico de las FDI, Elon Glassberg, quien anteriormente enseñó cirugía en la Facultad de Medicina Azrieli de la Universidad Bar-Ilan en Safed, cuando abandone su cargo.
Hace más de cuatro años, un sirio herido llegó a la frontera norte de Israel pidiendo ayuda médica a las FDI. En ese entonces no había una política, solo la decisión de un comandante en el lugar de brindar atención al civil herido.
La ayuda a los civiles en un país que está oficialmente en guerra con Israel ha continuado casi a diario.
En junio de 2016, como parte de una decisión de ampliar los esfuerzos de ayuda humanitaria, el Comando Norte de las FDI estableció el cuartel general de la Operación Buen Vecino, cuyo objetivo era brindar ayuda humanitaria a la mayor cantidad de personas posible, manteniendo la política de Israel de no involucrarse en el conflicto. Las primeras actividades coordinadas por la sede se realizaron al mes siguiente.
“El pueblo de Siria quiere la paz con Israel”, escribió uno de los beneficiarios de la ayuda en un hospital israelí. “Cualquier sirio que piense que Israel es nuestro enemigo está equivocado”
“Basándome en mi carrera médica de 20 años, puedo decir verdaderamente que la atención médica que hemos brindado a nuestros vecinos aquí en el norte de Israel es uno de los esfuerzos más significativos para tratar a los necesitados que he presenciado”, comentó entonces Fink, cuando era director médico del Comando Norte. “Ansío profundamente que nuestra contribución tenga un impacto directo en la vida de nuestros vecinos sirios”.
Alrededor de 200.000 residentes de la región de Hauran, en el suroeste de Siria, recibieron ayuda de Israel durante la guerra civil que comenzó en marzo de 2011, cuando las fuerzas de seguridad del presidente sirio Bashar Assad abrieron fuego y mataron a varios manifestantes a favor de la democracia en la ciudad de Deraa, en el sur de ese país. El levantamiento se extendió por toda Siria, donde exigían la renuncia de Assad y el fin de su liderazgo autocrático, y disminuyó a partir de 2018. Más de 300.000 civiles sirios murieron en el levantamiento.
“El pueblo de Siria quiere la paz con Israel”, escribió uno de los beneficiarios de la ayuda en un hospital israelí. “Cualquier sirio que piense que Israel es nuestro enemigo está equivocado”.
Un bebé sirio atendido durante la “Operación Buen Vecino”
(Foto: FDI)
Durante la Operación Buen Vecino, más de 4000 personas fueron llevadas a Israel para recibir tratamiento. Un tercio eran personas desplazadas o refugiados, y la mitad menores de 18 años. Las FDI también trasfirieron medicamentos, suministros y equipos a los civiles sirios, y se estableció un hospital de campaña administrado internacionalmente en un puesto de avanzada israelí cerca de la frontera. Además se suministraron unos 450.000 litros de combustible para calefacción, para los pozos de agua y hornos de las panaderías. Las FDI también transfirieron siete generadores, tuberías de agua para reconstruir la infraestructura siria y equipos para una escuela temporal en la región.
Adicionalmente las FDI enviaron 40 toneladas de harina para las panaderías, 225 toneladas de alimentos preparados, 12.000 paquetes de fórmula para bebés, 1800 paquetes de pañales, 12 toneladas de zapatos y 55 toneladas de ropa para el frío.
Las FDI brindaron ayuda a los sirios del otro lado de la frontera por dos razones principales, dice Fink. “Primero, tenemos un imperativo moral. No podemos quedarnos viendo una grave crisis humanitaria sin ayudar a las personas inocentes atrapadas en medio del conflicto. También creemos que la ayuda finalmente creará un ambiente menos hostil al otro lado de la frontera, y eso conducirá a una mejor seguridad israelí”.
Poco después de que Fink comenzara su trabajo como director médico adjunto, el mundo, Israel y las FDI se vieron afectados por la pandemia de Covid-19. Muchos soldados de todos los rangos se infectaron, y se interrumpieron el entrenamiento militar y las actividades en curso. Fink fue el gerente del proyecto coronavirus de las FDI, encargado de garantizar las vacunas, el uso de mascarillas, las pruebas, el aislamiento de los infectados mediante un laboratorio móvil, la cancelación de permisos para los soldados, y otras políticas para evitar una mayor propagación del virus.
“Al comienzo de la primera ola teníamos la capacidad de realizar 300 pruebas de coronavirus por día. Hoy podemos realizar 1000 al día, y pronto tendremos la capacidad de hasta 2000 pruebas diarias”, señaló Fink durante el primer año de la pandemia.
Las FDI también proporcionaron una línea directa a la que los soldados pueden acudir con preguntas sobre la pandemia o para programar una prueba. “No estoy seguro de que no tengamos otra ola, la séptima, de Covid-19 en el invierno”, declaró Fink a The Jerusalem Post en una entrevista poco de la conclusión de su servicio en el cargo.
Las FDI, cuyos soldados se ofrecen como voluntarios para donar sangre, suministran dos quintas partes de toda la que recibe el Maguén David Adom. “Fue difícil durante el apogeo de la pandemia, porque los civiles que solían donar en los centros comerciales ya no podían hacerlo”
“Ofrecimos a los soldados tres vacunas de Pfizer. No era obligatorio, pero alrededor del 90% accedió a arremangarse. Pero ahora la eficacia de las vacunas se ha reducido, ya que ha pasado mucho tiempo. Es posible que tengamos que ofrecer las mismas vacunas nuevamente para aumentar la inmunidad. La Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) aún no ha aprobado ni comercializado nuevas vacunas adecuadas para las últimas variantes”.
El Cuerpo Médico también se prepara para hacer frente a la influenza. Según reportes del hemisferio sur, donde el invierno está terminando, se espera que la gripe sea fuerte en el invierno boreal. Todos los soldados que estén dispuestos a vacunarse podrán hacerlo, promete Fink. “Dado que muchos soldados están en lugares cerrados, el virus se propaga fácilmente”.
El año pasado, las FDI enviaron una delegación de ayuda humanitaria a la República de Guinea Ecuatorial, en la costa oeste de África central, que llevó dos toneladas de equipos médicos. El grupo de las FDI incluyó a 55 médicos, enfermeras y paramédicos, y nueve representantes de la División de Entrenamiento y Rescate, incluidos ingenieros y especialistas en asistencia civil, tanto en el servicio regular como en el de reserva. Como muestra de agradecimiento por las actividades de la delegación, el presidente de Guinea les entregó la Medalla de Honor “Caballero de Guinea Ecuatorial”.
Durante los siete días de esa operación, las fuerzas médicas trabajaron en los tres hospitales de la ciudad y operaron clínicas móviles en las aldeas de las afueras, brindando asistencia médica a 725 pacientes y realizando 92 cirugías y procedimientos médicos para salvar vidas. Al mismo tiempo, las fuerzas de rescate y entrenamiento inspeccionaron estructuras peligrosas.
Noam Fink atiende a un niño durante la misión médica en Guinea Ecuatorial
(Foto: FDI)
La delegación, bajo el mando de Fink, formuló recomendaciones profesionales para mejorar la respuesta médica en la ciudad, para construir instituciones médicas y actualizarlas. Además, se capacitó al personal de los tres hospitales locales para hacer frente a incidentes con múltiples víctimas. La delegación lideró la coordinación con otras misiones extranjeras en Guinea Ecuatorial y organizaciones de ayuda internacional, como la Organización Mundial de la Salud y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas.
“La delegación de ayuda ha cumplido su misión: salvar vidas. Estamos orgullosos de haber apoyado a nuestro aliado Guinea Ecuatorial y representar al Estado de Israel”, declara Fink.
Pero Fink afirma que “mi primer sombrero es la medicina en el campo de batalla, las campañas especiales y la medicina permanente para los soldados de combate. Cooperamos con el Ejército de EEUU, y somos más flexibles porque Israel no tiene una institución como la FDA”.
Fink ha mantenido contacto con los cuerpos médicos militares estadounidense, británico, alemán, español y australiano. “Ellos aprenden de nosotros y nosotros de ellos. Pronto, a finales de septiembre, habrá una conferencia en Washington DC que celebraremos con nuestros homólogos estadounidenses. Rotamos entre Israel y EEUU cada año; nuestra cooperación más fuerte es con los estadounidenses. Enviaremos docenas de representantes a la conferencia”, comenta.
En el ejército estadounidense se tarda una década para introducir cosas nuevas, explica. “El Cuerpo Médico de las FDI fue el primero en el mundo en utilizar en el campo de batalla plasma liofilizado fabricado en Alemania, y ha salvado vidas. Podemos fabricar un producto de este tipo nosotros mismos, pero como solo necesitamos cientos de unidades al año no es una propuesta económica”.
Desde la Operación Margen Protector contra Hamás y otras organizaciones terroristas en 2014, todos los médicos y paramédicos de las FDI han llevado consigo plasma liofilizado. “Salvamos muchas vidas con él. Antes solo podíamos suministrar a los soldados que perdían sangre solución salina para elevar su presión arterial. Es un estándar de atención. Los glóbulos rojos no se pueden secar por congelación porque explotan, y cuando solo se administra hemoglobina se afecta el mecanismo de coagulación. Cada médico de las FDI tiene un torniquete para detener el sangrado. Incluso hay un producto estadounidense llamado CAT que el soldado herido puede usar por sí mismo”.
Las FDI, cuyos soldados se ofrecen como voluntarios para donar sangre, suministran dos quintas partes de toda la que recibe el Maguén David Adom (Estrella de David Roja). “Fue difícil durante el apogeo de la pandemia, porque los civiles que solían donar en los centros comerciales ya no podían hacerlo. Los soldados tuvieron que compensar la diferencia”.
En cuanto a las enfermedades crónicas, como la obesidad y las afecciones relacionadas con el tabaquismo, que afectan a un gran número de civiles israelíes, Fink dice que se puede hacer más para evitar que afecten al personal de las FDI. Los menús en las cafeterías militares se han vuelto más saludables, afirma, pero reconoce que, si bien está prohibido fumar excepto en «rincones para fumadores» especiales, está consciente de que muchos jóvenes soldados fuman cigarrillos y vaporizan cigarrillos electrónicos. “Hay sanciones contra los infractores. Ponemos especial énfasis en la prevención de enfermedades entre los combatientes en servicio activo, quienes son alimentados cinco o seis veces al día, incluyendo mucha proteína, por la energía que gastan”.
Noam Fink: “Somos más flexibles que Estados Unidos” (Foto: FDI)
Pero, ¿qué pasa con la atención médica de rutina de los oficiales y soldados en el cuartel general militar Kirya de Tel Aviv, y otros lugares donde trabajan los no combatientes día tras día? Muchos allí se han quejado durante años de una grave escasez de médicos y odontólogos, de tener que esperar meses para ver a un médico de familia o especialista, o verse obligados a viajar largas distancias hacia bases en el norte o el sur para recibir tratamiento. Incluso en esos casos tienen que esperar meses para una cita.
Hace varios años, el Cuerpo Médico anunció que estaba haciendo arreglos con los cuatro fondos de salud pública para ofrecer atención médica continua a los soldados, a quienes no se les permite unirse a ellos, y que dependen de servicios médicos inadecuados de las FDI. En muchos casos los soldados, incluidas las mujeres embarazadas, han pagado a médicos privados para recibir atención de urgencia. Pero luego ese programa para incorporar los fondos de salud pública fue cancelado sin explicación, aparentemente porque las organizaciones de mantenimiento de la salud exigieron un alto precio por el servicio. “Estamos conscientes de los desafíos y las largas filas para recibir atención”, señala Fink.
A principios de agosto, las FDI dieron a conocer un nuevo programa, Salud para ti, que busca “revolucionar” la atención médica militar. En un intento por reducir los tiempos de espera y mejorar el servicio en general, las FDI informaron que se estaban moviendo más hacia la digitalización al tiempo que agregaban más clínicas y mano de obra. Se indicó que los cambios en el Cuerpo Médico por parte de la Dirección de Tecnología y Logística de las FDI son parte de un “amplio programa para mejorar y reformar varios problemas en el ejército que afectan el bienestar de las tropas”. El cuerpo afirmó que habría nuevas clínicas adicionales y las existentes serían renovadas, y habría más médicos y dentistas, especialmente en la Aravá y Cisjordania.
Pero muchos soldados tienen sus dudas de que la situación mejore. “Es una generación escéptica”, concluye Fink. “Hay cosas que tenemos que mejorar, y algunas ya empezaron. Es un programa de tres años, y las mejorías en los servicios médicos serán evidentes el próximo año”.
*Reportera sobre temas de ciencia y salud de The Jerusalem Post.
Fuente: The Jerusalem Post.
Traducción y versión Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.