Se trata de la mitad sur de Israel —más de un 55% de la superficie del país—, y la menos poblada, al tratarse de un área desértica y semidesértica. Sin embargo, cuenta con uno de los mayores potenciales de desarrollo económico y tecnológico, que ya comienza a aprovecharse
La palabra “Néguev” proviene de la raíz hebrea “seco”. Es un territorio que comienza al sur del Mar Muerto y llega hasta la punta septentrional del país sobre el Golfo de Aqaba, en el Mar Rojo. Administrativamente, el Néguev coincide casi en su totalidad con el Distrito Sur de Israel.
El Néguev fue uno de los tantos territorios del Medio Oriente habitados durante milenios por pueblos nómadas. Existen restos arqueológicos de las culturas canaanita, amalequita, amorita, nabatea y edomita desde hace más de 4.000 años, aunque hay evidencias de actividad humana mucho más antiguas. Los egipcios conquistaron el área en varias oportunidades, y desarrollaron allí la minería del cobre.
Durante la época bíblica, el área norte del Néguev correspondió en parte a las tribus israelitas de Yehudá y Simón, luego al Reino de Salomón, y posteriormente al Reino de Judea. Los nabateos —la misma cultura que construyó las monumentales estructuras de Petra en la actual Jordania— desarrollaron una red de acueductos en la zona, y también hubo actividad agrícola durante los períodos bizantino e islámico. Sin embargo, en la era otomana (siglos XVI a principios del XX) el área estuvo poblada casi exclusivamente por beduinos nómadas.
A finales de la década de 1930, cuando el Mandato Británico comenzó a considerar la posibilidad de dividir el oeste de Palestina entre judíos y árabes, se planteó dejar el Néguev en manos de estos últimos. Al igual que en las otras zonas de Éretz Israel, el movimiento sionista optó entonces por definir las fronteras y la defensa del eventual Estado judío con asentamientos de “torre y empalizada” en el Néguev, comprando terrenos que se adentraran lo más posible en el desierto; el primer kibutz del Néguev, Negba, se fundó en 1939. Este proceso de asentamiento organizado continuó durante y después de la Segunda Guerra Mundial; para el momento de la declaración de independencia, ya había 21 poblaciones judías en el Néguev.
El Plan de Partición aprobado por la ONU en 1947 otorgaba al Estado judío las áreas de más difícil desarrollo, incluyendo el Néguev, aunque dejaba fuera la ciudad de Beersheva y la punta sur en el Mar Rojo, lo cual habría resultado insostenible. Tras el ataque árabe al nuevo país, durante la Guerra de la Independencia tanto Beersheva como Umm al-Rashrash (actual Eilat) quedaron en manos de Israel.
El patriarca de la creación del Estado de Israel y su primer mandatario, David Ben Gurión, abogó siempre por la emigración hacia el Néguev en contraste con la concentración demográfica en el centro del país; muchos de los inmigrantes provenientes de países árabes fueron asentados en los nuevos poblados de la región, convirtiéndose en sus pioneros. Tras retirarse de la política, Ben Gurión se radicó en el kibutz Sde Boker del Néguev, donde está sepultado.
Aspecto del Néguev profundo
Superficie: aproximadamente 13.000 kilómetros cuadrados, un 55% del territorio de Israel.
Características: desierto rocoso con numerosas elevaciones, flujos de agua estacionales, cañones y varios cráteres de origen tectónico. La parte norte, colindante con el Mediterráneo, es la que recibe mayores precipitaciones (hasta 300 mm de lluvia al año) y tiene suelos relativamente fértiles. La franja al Este, llamada Aravá, es la más árida. Durante el invierno puede haber ocasionales nevadas.
Mayor altitud: altiplanicie de Ramat Hanéguev, hasta 520 metros sobre el nivel del mar.
Población: aproximadamente 700.000 habitantes, un 8% del total del país. Cerca del 75% son judíos, y el resto en su mayoría beduinos de religión musulmana.
Ciudades principales: Beersheva (210.000 habitantes), Rahat (68.000), Eilat (51.000), Netivot (35.000), Dimona (34.000), Ofakim (28.000), Arad (26.000), Sderot (25.000), Existen numerosos kibutzim, centros de investigación científica, bases militares y centros turísticos.
El Néguev comenzó a hacerse habitable, en un principio, gracias a numerosos pozos y embalses construidos por el Keren Kayemet LeIsrael. En 1964 se concluyó la obra de infraestructura más importante de aquella época en el país, el Acueducto Nacional, que lleva agua del Mar de Galilea hacia el sur. Primero aparecieron manchas azules, los embalses; luego manchas verdes de vegetación, cuidadosamente plantada siguiendo la topografía para que sirviera de barrera contra el desierto. Gracias a ello, y más recientemente a la desalinización, la agricultura y las nuevas ciudades del Néguev han florecido con asombrosa rapidez.
La agricultura del Néguev ha sido uno de los grandes éxitos de Israel. De hecho, mientras en el mundo se lucha contra la desertificación, el Néguev es el único desierto que se está reduciendo en extensión. A pesar de su aridez, suelos arenosos y escasez de minerales, el Néguev está brindando frutos que llegan a la mesa de los israelíes y también se exportan.
Entre sus principales productos agrícolas se cuentan los famosos tomates cherry —inventados en Israel y cultivados por primera vez en el Néguev—, que además son más dulces que los cultivados en el resto del mundo; las cosechas de este fruto por área de superficie son tres o cuatro veces más abundantes que en otras partes.
También se producen cereales, pimentones, pimienta, aceitunas, melones y flores, entre otros. En todos los casos, la cercana relación de los agricultores con las universidades y centros de investigación permite que siembren las plantas y variedades que mejor se adaptan a las condiciones del clima y el suelo. Buena parte de la agricultura del Néguev se realiza en invernaderos altamente tecnificados, con el uso del riego por goteo o microaspersión, aunque también se lleva a cabo al aire libre. Como otra prueba de eficiencia, los embalses se aprovechan para cultivar peces.
Uno de los hechos más asombrosos del Néguev es que allí se ubica el mayor bosque plantado de Israel: el Yatir, de frondosas 3.000 hectáreas.
Israel ha compartido estas tecnologías con el resto del mundo desde la década de 1950, prestando asistencia y capacitación a los países más pobres de África, Asia Central y América Latina; además, numerosos estudiantes y especialistas visitan el país para tomar cursos y estudiar los sistemas que se emplean en el Néguev.
Beersheva es uno de los pocos centros urbanos del mundo que han estado habitados continuamente durante quizá 6.000 años; aparece mencionada en el Tanáj, pues según el libro del Génesis (Bereshit) el patriarca Abraham cavó allí un pozo, y llegó a un acuerdo con el rey Abimélej para poseerlo a cambio de siete ovejas; de allí proviene el nombre de Beer-Sheva (Pacto de Siete).
La ciudad fue destruida y reconstruida varias veces a lo largo de los milenios; para 1948 era una pobre aldea de menos de 3.000 habitantes, pero tras la creación del Estado de Israel se convirtió en centro administrativo y de comunicaciones para la multitud de los nuevos centros urbanos, kibutzim y áreas agrícolas que comenzaron a desarrollarse en lo profundo del Néguev. Así, en estos 70 años la población de Beersheva se ha multiplicado por 70, y hoy es la octava ciudad de Israel además de la segunda en extensión después de Jerusalén (su zona urbana mide 117 kilómetros cuadrados). Se caracteriza por una arquitectura de vanguardia, combinada con el gran valor que se otorga a sus restos arqueológicos.
Desde 1969, Beersheva es sede de la Universidad Ben Gurión del Néguev (20.000 estudiantes), una de las instituciones académicas de excelencia de Israel, que además es referencia mundial en las investigaciones sobre el desarrollo y cuidado ambiental de los desiertos.
Rahat, ubicada a corta distancia de Beersheva, es muestra exitosa de un gran experimento social: la sedentarización de los beduinos. Fue fundada en 1972, e incorporada formalmente como ciudad en 1994. De hecho, se la considera la primera ciudad beduina del mundo.
Rahat tiene características únicas: de sus 33 barrios, 32 corresponden a clanes que no se mezclan con los demás. El proceso ha resultado complejo, dadas las tradiciones nómadas y tribales de los beduinos. Debido a la alta tasa de natalidad, su población es muy joven: más de la mitad tiene menos de 18 años.
Los niveles de ingreso y educación son bajos comparados con los del resto de Israel, pero durante los últimos años el gobierno nacional ha venido desarrollando las infraestructuras de servicios y trasporte, así como programas de entrenamiento y emprendimiento que han mejorado las oportunidades y nivel de vida de su población. Numerosos jóvenes de Rahat estudian ahora en la Universidad Ben Gurión en Beersheva, y otros en el Centro Académico Sapir de Sderot. Muchos trabajan también en el comercio y la industria de Beersheva.
Notablemente, la reciente creación del Parque Industrial Idán Hanéguev redujo el desempleo de los habitantes de Rahat de 34% en 2014 a tan solo 14% en 2017. Próximamente la universidad estadounidense de Harvard establecerá un campus en ese parque industrial, que será supervisado por la Universidad Ben Gurión.
Numerosos turistas —tanto de Israel como de otros países— visitan Rahat, sobre todo durante la festividad musulmana del Ramadán, atraídos por la gastronomía típica beduina.
Eilat se ubica en el extremo sur de Israel, en las costas del Mar Rojo. Su puerto es muy importante, pues a través de él Israel tiene acceso a los océanos Índico y Pacífico. Además se trata de un atractivo centro turístico, cercano a un aeropuerto internacional y dotado de grandes y modernos hoteles. Aunque no se permiten los juegos de azar, la ciudad presenta un aspecto que la asemeja a la estadounidense Las Vegas, sobre todo durante la noche, con sus brillantes luces de colores y su vida nocturna.
Desde Eilat existe conexión hacia la cercana ciudad de Aqaba en Jordania (paso fronterizo Itzjak Rabin), y a pocos kilómetros con Egipto (paso de Taba). En los días claros pueden divisarse incluso las costas de Arabia Saudita.
El crecimiento demográfico del Néguev no es solo posible, sino que resulta necesario: de continuar las actuales tendencias de incremento vegetativo y aliá, para 2048 —cuando celebre un siglo de su restauración— la población del Estado de Israel pasará de los casi 9 millones de habitantes actuales a unos 16 millones; resultaría insostenible que este incremento se concentrase en la región central. Por ello se están planificando nuevas ciudades, la ampliación de las actuales, proyectos agrícolas adicionales y, sobre todo, desarrollos de carácter tecnológico.
El gobierno israelí está adelantando el proyecto CyberSpark (nombre que combina el concepto de “parque cibernético” con “chispa”), para crear un nuevo “Silicon Wadi” en las inmediaciones de Beersheva. De hecho, la idea es trasladar allí las unidades de ciberseguridad que ahora se localizan en Tel Aviv, como una forma de impulsar el desarrollo tecnológico en el área.
De esta forma, durante las próximas décadas el llamado de Ben Gurión para “poblar el sur” se hará realidad. Gracias a un prodigio del trabajo humano, un antiguo desierto rejuvenece.