Las creencias que el líder de Hezbolá ha mantenido durante mucho tiempo sobre la debilidad de Israel se desmoronan ante la realidad
Ofir Gendelman*
Durante años, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrala, afirmó repetidamente que «Israel es más débil que una telaraña». Este mensaje se entretejió en sus discursos y tuvo eco en toda la propaganda de Hamás. Toda la alianza respaldada por Irán lo creyó. El objetivo no era sólo sicológico; tenía un propósito operativo. Se pretendía motivar a los agentes de la organización, especialmente a la Fuerza Radwan, a entrenarse aún más vigorosamente para la conquista de la Galilea, vista como el primer paso en la destrucción total de Israel.
Para ser honestos, aunque sea lamentable, algunas acciones israelíes reforzaron este mensaje en la narrativa del «eje de la resistencia» y del propio Hezbolá, en lugar de socavarlo. La negativa a eliminar a los agentes armados de Hezbolá que se acercaban a la frontera, en lugar de solo ahuyentarlos; la renuencia a destruir dos tiendas de campaña que Hezbolá había erigido en el monte Dov, más allá de la frontera internacional, como desafío a la soberanía israelí y signo de su debilidad; y la debilidad interna de Israel durante el año anterior a la guerra, reforzaron la creencia de Nasrala de que Israel era en verdad un tigre de papel que se derrumbaría inmediatamente una vez que la Fuerza Radwan invadiera los asentamientos del norte y conquistara Galilea.
Hace pocas semanas, Nasrala se sintió tan fuerte como para amenazar a Chipre por su apoyo a Israel. Ahora su imperio en el Líbano se desmorona
(Foto: Reuters)
Las 500 bajas que ha sufrido Hezbolá desde que decidió atacar a Israel el 8 de octubre de 2023, y las enormes pérdidas que sufrió Hamás en la Franja de Gaza tras sus ataques terroristas el 7 de octubre de 2023, empezaron a cambiar el panorama, tanto dentro de Hezbolá como entre el público libanés.
Muchos en el Líbano —aunque no entre los partidarios de Hezbolá—
que presenciaron el creciente poder de los ataques de la Fuerza Aérea israelí en en su país y la destrucción masiva en Gaza, empezaron a expresar su oposición pública a la guerra. Se trata de un fenómeno sin precedentes en el Líbano. La situación dio otro giro dramático la semana pasada, tras el ataque con buscapersonas y otros dispositivos de comunicación contra agentes y altos funcionarios de Hezbolá, que sacó a miles de ellos de combate en cuestión de segundos. La situación se intensificó aún más con la sorprendente y, desde la perspectiva de Nasrala, espantosa eliminación de la dirección de la Fuerza Radwan en el corazón del barrio de Dahieh en Beirut.
Aunque Nasrala afirmó en su discurso tras estos acontecimientos que ellos no afectarán las capacidades operativas de la organización, ya nadie en el Líbano le cree. Se percibe a Hezbolá como débil, y prevalece la idea de que en este conflicto Israel, sin duda, tiene la sartén por el mango, tanto en lo tecnológico como en lo militar y en lo que respecta a inteligencia. Los bombardeos de la Fuerza Aérea israelí en el sur del Líbano y en el valle de Beqaa durante los dos últimos días, que alcanzaron cientos de importantes activos de Hezbolá construidos a lo largo de muchos años, y las iniciativas israelíes de concienciación dirigidas a la opinión pública libanesa, destinadas a evacuar a la población civil de las aldeas convertidas por Hezbolá en depósitos de armas y bases de lanzamiento de misiles de crucero, cohetes y aviones no tripulados, dejan claro a todos los libaneses y a todos los miembros de la alianza apoyada por Irán que Israel es un verdadero tigre. Todo el mundo entiende ahora que subestimarlo fue un error muy costoso.
Incluso en entrevistas con comentaristas libaneses en las cadenas de televisión del país, se afirma explícitamente: «Pensábamos que podíamos destruir a Israel y liberar a Palestina. Estábamos gravemente equivocados».
Aunque Nasrala afirmó en su discurso tras estos acontecimientos que ellos no afectarán las capacidades operativas de la organización, ya nadie en el Líbano le cree. Se percibe a Hezbolá como débil, y prevalece la idea de que en este conflicto Israel, sin duda, tiene la sartén por el mango, tanto en lo tecnológico como en lo militar y en lo que respecta a inteligencia
Aunque Nasrala mantiene públicamente que el frente libanés está vinculado al frente de Gaza, y que su organización seguirá disparando contra Israel mientras no haya un alto el fuego en la Franja, al observar los convoyes de refugiados que viajan desde el sur del Líbano hacia Beirut y las importantes bajas que su organización sufre diariamente a manos de Israel, Nasrala seguramente lamenta ahora haber creído en su propia falsa propaganda.
Las consecuencias de este error se están manifestando ahora en el debilitamiento sin precedentes y a largo plazo de Hezbolá. Cada día que las Fuerzas de Defensa de Israel atacan poderosamente su infraestructura y le destruyen las capacidades construidas durante décadas para dañar a Israel, se acerca el día en que los residentes del norte regresarán a sus hogares y disfrutarán de una paz duradera.
Junto con el esfuerzo militar, deben continuar los exitosos esfuerzos de influencia y guerra sicológica sobre el público libanés, cuya confianza en Hezbolá se ha visto gravemente sacudida y cuyo miedo a Israel se ha multiplicado por siete. Este eje, que quema la conciencia del enemigo, también garantizará la tranquilidad a largo plazo en la frontera norte.
*Miembro del Instituto Misgav de Seguridad Nacional y Estrategia Sionista.
Fuente: Israel Hayom.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.