Confinar a la gente en condiciones miserables sirve a los intereses de la Autoridad Palestina y Hamás, al mantener un caldo de cultivo de terroristas
Mitchell Bard*
Durante toda la cobertura de la operación de Israel para erradicar a los terroristas del campo de refugiados de Jenin, ¿alguien se preguntó por qué existe un campo de refugiados en un área controlada por los palestinos?
Los campos de refugiados han sido nidos de terrorismo durante años, pero no deberían existir. Los jordanos los establecieron por primera vez en 1953 para acomodar a los refugiados palestinos de la guerra de 1948, después de que se anexaron Cisjordania. La ocupación por parte de Jordania durante 19 años —que no generó el alboroto asociado con la «ocupación» de Israel— fue reconocida solo por dos países: el Reino Unido (que ayudó a Jordania a conquistar el área que la ONU había asignado a un Estado árabe en su resolución de partición de 1947) y Pakistán.
Durante esos años, Jordania podría haber creado un Estado palestino independiente en Cisjordania, pero en realidad había ido a la guerra para expandir su territorio. Los palestinos, retratados falsamente como si siempre hubiesen soñado con un Estado, nunca exigieron la independencia. La comunidad internacional, incluido Estados Unidos, no propuso una solución de dos Estados dividiendo a Jordania para crear Palestina, lo que le podría haber ahorrado al mundo décadas de debatir el destino de los palestinos y de convertir a Israel en el chivo expiatorio por su “falta de patria”.
Los Acuerdos de Oslo otorgaron la responsabilidad de Yenín a la Autoridad Palestina, de la que se podría haber esperado que aliviara el sufrimiento de sus residentes desmantelando el campo y trasladando a los “refugiados” a viviendas permanentes. Ni Yasser Arafat, jefe de la OLP, ni Mahmud Abbas, actual jefe de la Autoridad Palestina, tuvieron interés alguno en ayudarlos. No fue por falta de dinero, ya que la comunidad internacional invirtió miles de millones de dólares en la Autoridad Palestina a lo largo de los años, gran parte del cual se ha perdido debido a la corrupción. Incluso hoy, en lugar de asignar fondos para eliminar los campos de refugiados, Abbas paga cientos de millones de dólares a los terroristas presos en cárceles israelíes y a las familias de los terroristas suicidas.
Pórtico de entrada al campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Yenín, durante la operación israelí de julio pasado
(Foto: AFP)
La Autoridad Palestina, no Israel, mantiene bajo su control a más de 12.000 personas en el campo de refugiados de Yenín y a casi 1,4 millones en otros 25 campos. ¿Por qué? Porque les permite ser retratados como víctimas de la “ocupación” israelí, como parte de la campaña de propaganda más amplia para demonizar a Israel. Confinarlos en condiciones miserables también sirve a los intereses de la AP y Hamás, al mantener un caldo de cultivo de terroristas.
Los acontecimientos recientes han demostrado la eficacia de esta estrategia. Los terroristas del campo de Yenín fueron responsables de más de 50 ataques, lo que provocó la operación antiterrorista de Israel. Aunque se llevó a cabo con la eficiencia de un libro de texto, Israel atrajo la condena internacional —como era de esperarse—, y los periodistas no encontraron escasez de palestinos con historias de dolor para oscurecer la justificación de las acciones de las Fuerzas de Defensa de Israel.
La Autoridad Palestina, no Israel, mantiene bajo su control a más de 12.000 personas en el campo de refugiados de Yenín y a casi 1,4 millones en otros 25 campos. ¿Por qué? Porque les permite ser retratados como víctimas de la “ocupación” israelí, como parte de la campaña de propaganda más amplia para demonizar a Israel
Israel no tendría ninguna razón para tomar medidas si los palestinos desmantelaran el campo, o si las fuerzas de seguridad de la AP, creadas por los Acuerdos de Oslo, hicieran su trabajo. Aquellos que continúan fantaseando con la mítica solución de dos Estados no necesitan mirar más allá de Yenín para comprender por qué Israel se ha desplazado políticamente hacia la derecha, o por qué durante las últimas cinco elecciones se ignoró el tema palestino. El público israelí no cree que sus vecinos hayan renunciado a su objetivo de destruir el Estado judío.
Las Naciones Unidas y los partidarios internacionales de los palestinos no se preocupan por las personas de Yenín o de cualquier otro campo de refugiados, a menos que se pueda culpar a Israel por sus dificultades. Durante los años que controló Gaza, Israel quiso sacar a la gente de los campamentos. Sin embargo, los árabes patrocinaron resoluciones en la ONU exigiendo que Israel “desista de la expulsión y el reasentamiento de los refugiados palestinos”. Después de que Israel se retiró de Gaza, la Autoridad Palestina recibió miles de millones de dólares en ayuda, y no creo que se haya utilizado para construir una sola casa para permitir que una sola familia se mudara de un campo de refugiados.
Las Naciones Unidas y los partidarios internacionales de los palestinos no se preocupan por las personas de Yenín o de cualquier otro campo de refugiados, a menos que se pueda culpar a Israel por sus dificultades
La AP debería responsabilizarse de acabar con Yenín y los demás campos de refugiados. En lugar de insistir en que actúe, Estados Unidos y otros partidarios de los palestinos actúan como facilitadores, repitiendo como loros la propaganda de la Autoridad Palestina sobre los “refugiados” y proporcionando fondos a la UNRWA para perpetuar su miseria.
Para aquellos en la administración estadounidense y en otros lugares que afirman estar interesados en el bienestar de los palestinos, un buen punto de partida sería exigir que la Autoridad Palestina desmantelará los campos de refugiados, y trasladara a sus residentes a viviendas permanentes donde puedan comenzar a llevar una vida normal. Por cierto, se debe hacer la misma exigencia a los países árabes que mantienen campos de refugiados y le niegan la ciudadanía a los palestinos.
*Analista de política internacional, experto en las relaciones entre EEUU e Israel.
Fuente: Jewish News Syndicate (jns.org).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.