Tal vez el profesor de ulpán más exitoso de nuestra kehilá, tras acumular más de 2000 estudiantes ahora sigue enseñando el lashón hakódesh en formato virtual
Sami Rozenbaum
¿Cómo te surgió el interés por el idioma hebreo? ¿Dónde lo estudiaste?
Comencé a estudiar hebreo en el ulpán de la Federación Sionista de Venezuela, el mismo en el que ahora doy clases.
Recuerdo que hice el primer nivel a principios de 2005, cuando la sede de la FSV se encontraba en San Bernardino. Allí solo estudié el nivel básico, que duró 3 meses. El interés surgió debido a la curiosidad, esas ganas imperantes de conocer lo que decían los libros y textos en hebreo que había en la biblioteca de amigos y conocidos comunitarios. Recuerdo que le preguntaba de manera reiterada a un amigo muy querido y cercano, Jacobo Aizen, una y otra vez el significado de frases y palabras. Fue tal mi insistencia, curiosidad y empeño que, al colmarle la paciencia con tantas preguntas, me dijo que me llevaría al ulpán para que hiciera las preguntas allá. Llamó a Miriam Bierman, directora del Instituto Superior de Estudios Judaicos (ISEJ), me inscribió en el ulpán y ese fue mi comienzo en el camino del hebreo. Por tanto, más que por insistente, aprendí hebreo por fastidioso…
Luego de eso gané el concurso «Conociendo Israel», organizado por la embajada de Israel en Venezuela en 2008, en conmemoración de los 60 años de la fundación del Estado de Israel. El concurso se organizó en toda Latinoamérica y viajaría a Israel un ganador por cada país. Había estudiado solo un trimestre en el ulpán, pero seguía practicando. Por tanto, esto era una oportunidad de oro para mí.
Montiel: “Más que por insistente, aprendí hebreo por fastidioso”
Recuerdo que vi la convocatoria en el periódico estudiantil de la UCV, un mediodía al salir del comedor universitario. Ese mismo día fui a la sede de la embajada de Israel con los recaudos solicitados, y de la manera más natural le dije a la agregada cultural: «Necesito saber cuándo es el viaje a Israel, pues debo renovar mi pasaporte y tener todo al día». Ella sonrió y me dijo amablemente que no me preocupara aún pues faltaba mucho por recorrer, primero debía ganar el concurso. En ese momento, uno de los de mayor convicción en mi vida, le dije firme y sin vacilar: «¡Un momento! No nos hemos entendido. Yo soy quien va a ganar el concurso, y por consiguiente, necesito saber la fecha de viaje para renovar mi pasaporte con tiempo…» Ella me miró con asombro y solo alcanzó a decir: «7 de septiembre». Y así fue. El día que recibía el premio y estampaban la visa israelí en mi pasaporte, ella me dijo: «En el momento en que me dijiste eso, yo supe que ibas a ganar…»
Regresé de Israel como becario de Mashav (el último becario venezolano antes de la ruptura de relaciones diplomáticas), luego de haber recorrido el país entero, ver las maravillas de la única democracia del Medio Oriente, ejemplo para Latinoamérica, los avances de un Estado que hizo florecer el desierto y su encomiable esfuerzo por lograr la coexistencia con sus vecinos. Orgulloso de conocer kibutzim con producción agrícola altamente tecnificada, fotos con jayalim que defienden cada frontera con su vida, y habiendo tenido dos entrevistas en televisión, en Reshet TV y Arutz 2.
Nuevamente en Venezuela, decidí profundizar los conocimientos del hebreo y continué estudiando en el ulpán de Hebraica, con mi estimada y siempre recordada morá Roly Sepia. De ese período conservo grandes recuerdos, amigos y excelentes momentos. Hasta tuve compañeros ahí que luego fueron mis alumnos en el ulpán de la FSV.
Freddy Montiel, caraqueño de nacimiento, es Licenciado en Educación, con especialidad en Inglés, por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL). Se ha desempeñado como docente en la Escuela de Idiomas de la UCV, y es especialista en e-learning (enseñanza por vía digital) y gamificación (uso de juegos) aplicada al aprendizaje de idiomas.
“Recibí solicitudes para dar clases de los lugares más diversos y variopintos del país, como comunidades indígenas en Amazonas o Delta Amacuro”
¿Desde cuándo eres moré de hebreo? ¿Además de la FSV has dictado el ulpán en otro ámbito?
Al regresar de Israel comencé a dar clases particulares, bien sea a conocidos o recomendaciones que estos hacían de mí, hace más de diez años. Ese fue un periodo intenso de viajes para dar clases, pues las recomendaciones se extendieron más allá de Caracas, y recibí tantas solicitudes que tuve que establecer un cronograma, llegando a rechazar algunas por falta de tiempo.
Todas las semanas, sin falta, durante unos tres o cuatro años, estaba en un avión o en la vía hacia una ciudad distinta de Venezuela: Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Mérida, Maracay, Coro, Puerto Ordaz, Maturín, etc. Recibí solicitudes para dar clases de los lugares más diversos y variopintos del país, como comunidades indígenas en Amazonas o Delta Amacuro. Igualmente, llegaron correos de países como República Dominicana, Surinam, Honduras o Paraguay. Al parecer, ese boca a boca funcionó muy bien y se dio un boom con el hebreo.
A partir de 2015 tuve la oportunidad de ser moré del ulpán de la FSV, bajo la dirección de Miriam Bierman, a quien agradezco inmensamente la posibilidad de dar clases de hebreo en el mismo ulpán donde aprendí y di mis primeros pasos diez años atrás, como dije anteriormente, por fastidioso…
Freddy Montiel (a la derecha) con algunos alumnos, cuando el curso era presencial
¿Cuántos alumnos has tenido en total?
Tomando en cuenta los estudiantes de las diversas ciudades, los de la FSV, además de estudiantes bajo modalidad online, podría decir que he tenido unos 2000 alumnos de hebreo. Mientras digo la cifra mi mente viaja a cada lugar, cada clase, y me llena de orgullo recordar ese momento clave en el que el estudiante conoce el Alef Bet, cuando aprende a leer y su rostro se ilumina porque, al fin, puede entender esas letras que hasta hacía unos instantes eran solo «jeroglíficos».
¿Cuál es el perfil de la mayoría de los alumnos? ¿Cuántos estudian hebreo porque quieren hacer aliá, por motivos religiosos, o por simple curiosidad intelectual?
Podemos dividir a los estudiantes de hebreo en dos grandes grupos: los comunitarios y los no comunitarios. Naturalmente, si le preguntamos al estudiante comunitario cuál es su motivación para estudiar hebreo, nos dirá que es la aliá. Por consiguiente, su necesidad es funcional e instrumental. Necesita saber cómo se dice «agua», «baño», «farmacia», etc. para enfrentarse a su nueva vida como olé jadash en Israel.
Luego de ello, otra motivación común para el estudiante comunitario es su familia en Israel, poder comunicarse con nietos, sobrinos, etc. Por tanto, la razón principal para estudiar hebreo es su vínculo indisoluble con Israel.
Por otro lado, la mayor parte de mis estudiantes de hebreo en estos más de diez años como moré han sido no comunitarios. Y esta es una gran satisfacción, pues demuestra los vínculos estrechos entre el pueblo venezolano, la comunidad judía y el Estado de Israel. Más allá de lo que ciertos factores impresentables han querido mostrar de manera forzada, el venezolano reconoce a Israel como un ejemplo a seguir en democracia, coexistencia, trabajo duro, tecnología y resiliencia, muchas veces manifestándose abiertamente sionista y abogando por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Venezuela e Israel como muestra de los «tiempos mejores» que todos esperamos.
“El venezolano reconoce a Israel como un ejemplo a seguir en democracia, coexistencia, trabajo duro, tecnología y resiliencia, muchas veces manifestándose abiertamente sionista y abogando por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Venezuela e Israel como muestra de los ‘tiempos mejores’ que todos esperamos”
La motivación principal para aprender hebreo que tienen los estudiantes no comunitarios, especialmente los cristianos protestantes, es el estudio de los textos bíblicos originales. Con el nuevo milenio y la masificación del acceso a internet, ha habido un resurgimiento de la cultura judeocristiana en América Latina. Muchos manifiestan que esto se debe a que se consideran descendientes de anusim (conversos), o que desean profundizar en el conocimiento de las raíces hebreas del cristianismo. Recordemos que los cristianos protestantes son los grandes aliados en la defensa de Israel contra la vorágine mediática, apoyando su derecho a existir y reivindicando su papel fundamental como cuna de la civilización occidental.
Igualmente, otro grupo considerable entre los estudiantes de hebreo no comunitarios son los estudiantes de Cabalá, quienes, con una visión mística de textos y enseñanzas del judaísmo, ven en el hebreo una herramienta fundamental para expandir su conocimiento.
En el ulpán de la FSV tenemos grupos multiculturales que coexisten y comparten de la mejor manera entre sí. Tan multiculturales son que tuvimos un estudiante árabe, de confesión cristiana, y con apellido hebreo.
¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción como moré?
Mi mayor satisfacción como moré ha ocurrido, ocurre y seguirá ocurriendo en la primera clase, esa en la que el estudiante conoce el Alef Bet y aprende a leer, ese momento en el que sus ojos se iluminan y logra entender, luego de haberlo intentado por su parte (muchas veces durante años), qué significa cada uno de esos símbolos. La sonrisa de ese momento es única… Y esa primera clase es literal porque, con el material de estudio que he desarrollado, los estudiantes aprenden a leer en la primera clase.
Hasta ahora, con los más de 2000 estudiantes arriba nombrados, entre los que incluyo desde niños hasta personas de más de 80 años, este método ha tenido 100% de efectividad. Como les digo al iniciar: «100% garantizado, o reembolso…»
“En el ulpán de la FSV tenemos grupos multiculturales que coexisten y comparten de la mejor manera entre sí. Tan multiculturales son que tuvimos un estudiante árabe, de confesión cristiana, y con apellido hebreo”
¿Cómo ha resultado llevar las clases al formato virtual?
Las clases bajo modalidad online han sido un reto. Ciertamente, la pandemia aceleró un proceso que se venía gestando desde hace años, pero que no terminaba de consolidarse, y es el e-learning. Nuestra primera aproximación con las clases online la tuvimos en 2017, cuando debido a las protestas de ese momento era imposible llegar a la sede de la B’nai B’rith en Altamira, donde se imparten las clases presenciales, especialmente porque buena parte de los estudiantes eran del interior del país. En las sesiones presenciales hemos tenido estudiantes de ciudades que viven a dos y tres horas de Caracas, los cuales debían salir a las cuatro de la mañana para llegar a tiempo a clase. Eso nos permitió afinar detalles para que hoy tengamos un ulpán online consolidado, en el que los alumnos asisten de manera regular a sus sesiones y aprendan de forma amena a través de objetos virtuales de aprendizaje, como los de la conocida plataforma de ludificación Kahoot!, en la que tengo la dicha de ser el primer creador certificado de contenido en hebreo a nivel global.
¿Qué deseas agregar?
Cada alumno que llega al ulpán, después de haber intentado aprender durante años, luego de haber buscado arduamente dónde estudiar y alimentar esas ganas que le consumen por estudiar hebreo, el lashón hakódesh, me recuerda el famoso pasuk de Mishléi: Knot biná nivjar mikásef («adquirir inteligencia vale más que la plata»).