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Yoram Ettinger*
C alificar al terrorista musulmán que la semana pasada asesinó a ocho personas en Nueva York como un “lobo solitario” ignora el contexto del terror islamista, minimiza la gravedad de la amenaza y la culpabilidad de los regímenes terroristas, y daña nuestra capacidad de combatir el terrorismo.
El ataque, de hecho, lo llevó a cabo un miembro de una “manada de lobos” que está surgiendo como resultado de la incitación sistemática de regímenes islámicos forajidos, así como de sistemas educativos y líderes religiosos dentro de las mezquitas y prisiones estadounidenses.
Los regímenes terroristas islámicos actúan para incitar a estas manadas de lobos, enfatizando los acontecimientos que supuestamente anticipan la conquista del mundo por parte del Islam: la implantación y expansión de la presencia islámica en Europa, el retiro gradual de EEUU de Afganistán e Iraq, el acuerdo conciliatorio con Irán, e incluso el retiro de la ex Unión Soviética de Afganistán en 1989.
El ataque de la semana pasada tenía el objetivo de socavar la confianza de EEUU en la capacidad de sus autoridades de proteger a los ciudadanos estadounidenses del terror islámico. La matanza fue el más reciente ataque islámico contra el mundo cristiano. Los atentados de esas manadas de lobos sunitas y chiítas se dirigen contra un EEUU que, con su poderío militar, tecnológico y financiero, representa el mayor obstáculo para la dominación islámica del Golfo Pérsico, la Península Arábiga y todo el Medio Oriente, así como de África y Europa.
Este ataque ha sido solo el último en 1400 años de violencia sectaria, pisoteo de los derechos civiles y terror dirigido contra infieles y apóstatas por parte de los musulmanes. Tres de los primeros cuatro califas que sucedieron al profeta Mahoma fueron, ellos mismos, víctimas del terror islámico.
Este ataque se realizó de acuerdo con la doctrina islámica central, la yijad, que obliga a los creyentes a persistir en su lucha contra los enemigos del Islam. De acuerdo con la estructura ideológica de “la Casa del Islam y la Casa de la Guerra”, los infieles enfrentan estas opciones: conversión al Islam, esclavitud o aniquilación.
*Ex embajador y director del grupo Second Thought: A U.S.-Israel Initiative
Fuente: Israel Hayom. Traducción NMI.