Moré David Chocrón
Asistente de rabinos de la Unión Israelita de Caracas
L a mitzvá Para Aduma (La vaca roja), con la cual comienza la parashá Jukat, pertenece a las mitzvot cuya razón y lógica no nos fue revelada. Cabe la pregunta: ¿Por qué razón la Torá no se conforma con darnos mitzvot lógicas, que comprendamos sus significados, y por el contrario nos otorga decretos divinos incomprensibles para la finita mente humana, que al no cumplirlos pueden ser utilizados por nuestros enemigos espirituales (mekatreguim) en nuestra contra?
Este asunto lo explicó rabí Yaacob Krantz (1741-1804), conocido como el “Maguid de Dubna”, con un cuento en el cual un hombre trabajador e ignorante logró hacer fortuna y llegó a casar a su hija con el hijo del rabino del pueblo. Después de la boda sintió un alejamiento en trato por parte de su consuegro, a lo que sin dudar le preguntó al respecto directamente a su consuegro el rabino, para salir de dudas. El rabino le respondió que así era, que es natural que se sorprenda por ello, y que la razón es que no encuentra por ahora entre ellos una conversación común que pueda unirlos más estrechamente, y que se acentuará con el correr del tiempo y el acercamiento familiar.
El “Maguid de Dubna” explica que la moraleja de este cuento es que el Santo, bendito es, que nos eligió entre todos los pueblos y nos regaló la Torá, que otorga vida en este mundo y vida en el mundo venidero, se convierte en nuestro consuegro al recibirla, y sobre su voluntad recae el revelarnos las razones de las mitzvot y los secretos de las profundidades de la Torá; pero el asunto no es así. Sobre nosotros recae sorprendernos y abrumarnos debido a la elección que hizo el Creador entre todos los demás pueblos para obsequiarnos la Torá, su hija, y que nos ocultó muchos de sus secretos y razones de las mitzvot.
A su hija, nuestra esposa, solo lograremos entender a medida que llevemos este matrimonio con respeto, dedicación y aprecio por la elección trascendental y selecta para nuestro bienestar personal, familiar, comunitario y mundial; y no dirijamos nuestras miradas e intereses hacia otras “chicas”.
¡Que Hashem bendiga siempre a nuestra kehilá y nos dediquemos constantemente a fortalecer este matrimonio ancestral! ¡Amén!