Hace un par de semanas, el ejército de Israel realizó un operativo ineludible en la ciudad cisjordana de Yenín, con el propósito de desmantelar una célula irregular palestina que estaba lista para cometer ataques terroristas según la información de inteligencia recibida de fuentes israelíes y, sobre todo, palestinas. Cabe señalar que durante 2022 se efectuó la operación “Rompe Olas”, la cual fue coordinada entre el gobierno de Mahmud Abbas y el ejército israelí, la cual activó acciones antiterroristas en Nablus y Yenín, lugares donde se planifican los atentados que luego ejecutan en Israel.
Pocas horas después, el viernes 27 de enero, justo cuando los fieles judíos salían de una sinagoga en Jerusalén, Neve Yaakov, tras concluir el servicio de Shabat, un terrorista palestino, que calculó el tiempo puntual para causar el mayor daño, disparó asesinando a siete personas e hiriendo a varios más, entre niños y ancianos. Al día siguiente, otra embestida terrorista: un adolescente palestino de 13 años disparó e hirió a dos israelíes. Casi de inmediato, otro palestino disparó contra los comensales en un restaurante.
Un historial de ataques terroristas perpetuo, con cuchillos y carros, intentando apuñalar y atropellar; así ocurrió en Ramot el fin de semana pasado, cuando un palestino estrelló su carro contra un grupo de personas en una parada de autobús, asesinando a dos hermanos de 6 y 8 años y a un joven de 20. Simultáneamente, Hamás y la Yijad Islámica lanzaron cohetes desde Gaza hacia zonas civiles de Israel, que fueron interceptados por el sistema Cúpula de Hierro.
Policías británicos se enfrentan a vándalos árabes durante el estallido de violencia antijudía en Yafo, en 1921. Ese año 47 judíos fueron asesinados en esa localidad, que hoy forma parte de Tel Aviv
(Foto: historycentral.com)
Estos ataques terroristas no muestran una faceta novedosa. Desde hace más de cien años, la población judía ha tenido que defenderse de embates semejantes consumados por sectores árabes. Uno de los primeros estallidos de esta violencia antisemita acaeció en la festividad de Pésaj (Pascua) en 1920: un grupo de árabes instigado por el Mufti de Jerusalén, Haj Amin al-Husseini (posterior aliado de Hitler), entró en el barrio judío de Jerusalén y durante tres días asaltó, mató, violó e hirió a numerosos judíos.
Las arremetidas árabes contra la población judía prosiguieron en los siguientes años; algunas con mayor intensidad, como la desatada en agosto de 1929: desde las mezquitas corrió un rumor que acusaba a los judíos de querer destruir la mezquita de al-Aqsa. La revuelta se propagó con rapidez, y las peores masacres fueron en Hebrón. Estos hechos se repitieron en 1936, y desde ese entonces no han cesado, destacándose la Primera Intifada en 1987 y la Segunda Intifada en el 2000, y hasta el presente.
Estos ataques terroristas no muestran una faceta novedosa. Desde hace más de cien años, la población judía ha tenido que defenderse de embates semejantes consumados por sectores árabes. Uno de los primeros estallidos de esta violencia antisemita acaeció en la festividad de Pésaj (Pascua) en 1920
Lo curioso y absurdo es que siempre, desde 1920 hasta la actualidad, con más de cien años a cuestas, usan la misma excusa; igual vale para justificar el lanzamiento de cohetes desde Gaza contra las ciudades israelíes, por Hamás y la Yijad Islámica Palestina: la profanación de la mezquita de al-Aqsa, es decir una mentira centenaria.
Volviendo a nuestros días, enfrentamos el abuso del furibundo odio antisemita cuando innumerables medios de comunicación en el mundo colocaron en un mismo nivel a las fuerzas legítimas israelíes que evitan que células terroristas perpetren asaltos en Israel, y los terroristas que con toda premeditación masacran judíos.
El Estado de Israel tiene el deber de idear estrategias preventivas como parte del combate al terrorismo, así como una legítima y efectiva defensa de sus ciudadanos, pese a las múltiples campañas a nivel internacional de propaganda engañosa, generada por sectores radicales palestinos, y de las constantes e ignominiosas invectivas de ultraizquierda.