Para sus hijos Anabel y Meyer
María Fernanda Mujica Ricardo*
Pensar en Miriam Freilich, es recordar a una gran amiga. Hace unos largos años que nos conocimos, de 35 a 40. Soy muy mala con el calendario y los nombres, pero el de Miriam, una mujer con determinación, quedará grabado en su familia, colegas, amigos, en el periodismo venezolano y en la comunidad judía. Hay un amigo suyo en especial que deseo nombrar, Nelson Hippolyte, con el que ella compartió las aulas de Periodismo en la UCV; él se fue a estudiar a Estados Unidos por una beca por méritos, y allá se residenció muchos años atrás.
Miriam y yo compartimos momentos muy gratos y éramos unidas. Nada menos que a su padre, Máximo Freilich, el “cláper” del libro de Alicia, su otra hija, le encomendaron al abuelo de mis hijos, León Topel, sus padres cuando salió de Polonia a Venezuela siendo un jovencito. Y Máximo Freilich estuvo presente en el Brit Milá de David Jonathan, mi primer hijo; y como cosas de la vida, luego él y Anabel, la hija de Miriam, entablaron amistad, que de Venezuela pasó a Israel y las primeras hijas de ambos, Ela y Noa, nacieron con un mes de diferencia.
Sobre el ejercicio profesional de Miriam, ya Nuevo Mundo Israelita publicó el quehacer de una verdadera periodista. Siempre le decía que ella debía tener un espacio de entrevistas en la TV comercial, pero en general, las televisoras preferían tener solo caras bonitas y no mujeres bien formadas, cultas y con presencia.
Durante una celebración del Día del Periodista los años 80: Pedro Berroeta, Miriam Freilich, Alberto Veloz Guzmán, María Fernanda Mujica y Emiro Echeto La Roche
(Foto cortesía)
Sus entrevistas “Cara a Cara” eran buscadas por los lectores los domingos en El Nacional, ¡Cómo le sacaba punta a los entrevistados! Con igual nombre, su programa en Radio Capital era calidad, como dicen los jóvenes de hoy. Fue autora de libros y laboró por la cultura venezolana. La periodista Freilich tenía de qué jactarse, pero era llana, frontal, simpática y tenía amigos en todos los ámbitos.
Los 30 de noviembre, fecha de su cumpleaños, abría las puertas de su apartamento, primero en Las Palmas y luego en Los Dos Caminos, para deleitarnos con buena música y sus cremas de berenjena, garbanzo, pimentón y otras ricuras de comida que ella cocinaba. Por cierto, allí iba su familia y verdaderos amigos, pero otros no tanto, esos que comieron en su mesa y con la venida del régimen desataron por la radio su antisemitismo.
Le costó mucho irse de Venezuela, pero seguimos siempre en contacto. Y nos vimos por última vez en Israel, había ido a ver a mi hijo Michael Daniel, a Mijal y a disfrutar de mi nieto Eitan en Tel Aviv, y me escapé a su apartamento en Kfar Saba, donde pasamos tres días maravillosos; y ella se reía al decirme “quién iba a decir que yo iba a vivir en Israel y mi hermana Alicia en Miami”.
Deseo que siga revoloteando el cielo con su inteligencia y encanto.
*Periodista, miembro del directorio de Espacio Anna Frank.
2 Comments
Gracias María Fernanda por publicar tus recuerdos y alagos a mi Mamá, ella siempre te tuvo presente, hay familia consnguinea y familia por elección, tu eres de las que ella eligió.
María Fernanda, excelente tú trabajo en relación con Miriam Freilich. Muchos detalles que no conocíamos.
Sigue escribiendo en el NMI y que tengas salud hasta 120.