Fue sin lugar a dudas uno de los grandes genios de la dirección cinematográfica y abanderado de la libertad y el inconformismo, y tiene el indiscutible honor de haber arrasado dos veces en las categorías principales de los premios de la Academia (con Atrapado sin salida y Amadeus). NMI quiso rendirle en esta edición un homenaje sucinto pero fundamental, como su filmografía
Cuando Milos Forman, que acaba de fallecer a la edad de 86 años, viajó en 1984 a Praga para filmar Amadeus, era la primera vez en 16 años que volvía a poner pie en su tierra natal, donde lo recibieron como al héroe que a la larga se impuso a la tiranía. Había huido de la Checoslovaquia comunista en 1968, justo antes de que los rusos aplastaran la Primavera de Praga.
Cuando en Estados Unidos le ofrecieron dirigir Atrapado sin salida (basado en el libro Alguien voló sobre el nido del cuco [One Flew Over the Cuckoo’s Nest] de Ken Kesey), que se desarrollaba en un hospital psiquiátrico estatal, Forman la visionó como metáfora de la sociedad conformista de la que había escapado. Se identificó con McMurphy (interpretado por Jack Nicholson), el antihéroe risueño que combate el sistema a quien representaba la fría y autoritaria enfermera Ratched, interpretada por Louise Fletcher. McMurphy termina sometido a lobotomía después de que intentó ahorcar a la enfermera, simbolizando la manera en que los regímenes totalitarios cobran venganza contra los trasgresores. Habiendo vivido bajo el nazismo y el estalinismo, no era una novedad para Forman.
La película se filmó a un costo de 3 millones de dólares y recaudó más de 50 millones. También fue la primera producción desde Sucedió una noche (It Happened One Night, del año 1934) en ganar las cinco categorías principales del Oscar: mejor película, mejor actor (Nicholson), mejor actriz (Fletcher), mejor director y mejor guion adaptado. Para Forman, a quien se le presentó la oportunidad de dirigir Atrapado sin salida tras cinco años durante los cuales no le ofrecieron trabajo, fue un triunfo particularmente agradable.
Forman nació en Caslav, cerca de Praga. Quedó huérfano a los ocho años cuando su padre, Rudolf Forman, profesor universitario, y su madre, Anna Svabova, dueña de un hotel veraniego, ambos protestantes, murieron en Buchenwald y Auchswitz, respectivamente, acusados de formar parte de la resistencia clandestina. Lo criaron dos tíos y amigos de sus padres, y fue mucho después cuando descubrió que su padre biológico era un arquitecto judío llamado Otto Kohn. A raíz de ello, es medio hermano biológico del matemático Joseph J. Kohn, nacido en 1932, profesor emérito de la Universidad de Princeton, conocido por sus investigaciones en operadores diferenciales parciales y análisis complejo.
En 1950, a la edad de 18, Forman se inscribió en FAMU, la recién fundada escuela de cinematografía de Praga, y cuatro años más tarde comenzó a dirigir documentales para la televisión checa. En 1963 realizó dos cortometrajes, uno de ellos sobre un concurso de talentos y el otro acerca de una competencia de bandas musicales. Ello le permitió revelar su mirada aguda ante las nimiedades del comportamiento humano, y un gusto por burlarse de los placeres sencillos. Tras estos cortometrajes, en los que dio forma de relato de ficción al material documental, su primera película, Peter and Pavla (también conocida como Black Peter, del año 1964) fue un relato ficcional en forma de documental. En mayor medida sin usar a actores, valiéndose de un diálogo improvisado y filmando en las calles, Forman infundió nueva vitalidad al cine checo.
Una rubia enamorada (A Blonde in Love, también conocida como Loves of a Blonde, de 1965) mostró una mirada igual de aguda y satíricamente afectuosa. Contaba la historia de una tímida y romántica obrera en una aldea que se había despoblado de hombres, quien se enamora de un joven pianista que viene de visita, pero a la que acogen mal los padres de él cuando ella lo sigue hasta Praga. Una de las escenas más gratas muestra a un grupo de reservistas de mediana edad en sus intentos por cortejar con éxito a las aburridas chicas de la localidad durante un baile.
Las películas de Forman y otras de la nueva onda checa llevaron representaciones de la vida de la clase trabajadora a las salas de cine, sin contaminarse de las fórmulas del “realismo socialista”. Aun cuando al inicio recibió ataques feroces de los críticos estalinistas, el ala más liberal del partido comunista, entonces en ascenso, se adueñó de dichas películas como expresiones del nuevo concepto de arte “socialista”.
¡Al fuego, bomberos! (Horí, má panenko, de 1967) constituye una sátira aún más perversa. Un concurso de belleza se desvanece cuando las participantes se niegan a salir de los guardarropas, alguien roba los premios de la rifa, una persona sufre un infarto y una casa se quema. La película, que le acarreó roces con una burocracia mezquina, hizo que el director cayera en desgracia ante las autoridades y ocasionó la renuncia de 40.000 bomberos checos a modo de protesta, hasta que se explicó que la película no era sino una alegoría.
Luego de la invasión soviética de 1968, se catalogó a ¡Al fuego, bomberos! como una de cuatro producciones checas que se prohibirían “para siempre”. Se trató del último filme que Forman realizó antes de marcharse a Estados Unidos.
En 1971, Taking Off, con la que Forman apunta su mirada sardónica hacia las familias estadounidenses de clase media, fue un fracaso comercial. Al año siguiente dirigió en Broadway The Little Black Book, obra teatral de su amigo Jean-Claude Carrière. Duró siete noches en cartelera. Luego, el servicio de inmigración por poco le revocó el permiso de trabajo a raíz de una queja del Gremio de Directores. Por fortuna, Sidney Lumet, Paddy Chayefsky, Mike Nichols y Buck Henry defendieron su caso con éxito.
Con tal amenaza de expulsión en ciernes, los productores Saul Zaentz y Michael Douglas se acercaron a Forman para que dirigiera Atrapado sin salida. “Por supuesto, dije que sí”, recordaba Forman. “Para empezar, me encantaba la novela [un clásico de la contracultura escrito por Ken Kesey] y pensé que daría para una película estupenda. Esto me demostró que era mejor caer en estado de depresión aguda en Estados Unidos que hacerlo en mi país”.
Alternando con maestría la comedia sutil con la farsa hasta llegar a la tragedia, el filme puso perfectamente de relieve el talento especial de Forman para tratar los conflictos entre diferentes grupos de personas, cada una de los cuales tiene buenas intenciones pero que terminan enfrentadas porque sus ideas y métodos entran en conflicto.
Tras este himno al inconformismo, parecía lógica la elección de Forman como director, en 1979, para la versión fílmica de Hair, la exitosa obra musical de 1967. Pero la era de Acuario parecía haber pasado hacía ya tiempo, mientras su parafernalia alusiva al poder hippie había decaído y desaparecido. Desprovisto de la relevancia, urgencia y sentido de liberación gloriosa que emanaba el original, el filme no ofrecía más que bailes vigorosos por las calles y los parques de Nueva York, actuaciones algo desinhibidas de jóvenes intérpretes, y un toque de nostalgia para los mayores de 25 años.
Buena parte del talento especial de Forman tocó fondo cuando en el año 1981 abordó “grandes” temas en Ragtime, un recorrido impresionante pero no completamente coherente de los Estados Unidos de comienzos del siglo XX, basado en la comercialmente exitosa novela de E.L. Doctorow. El filme fue un fracaso de taquilla.
Forman se reivindicó con Amadeus. Habiendo visto la obra teatral de 1979 de Peter Shaffer acerca de la rivalidad entre Mozart, genio musical pero bufonesco y pueril, y Antonio Salieri, el muchísimo menos talentoso compositor de la corte, en su estreno en Londres, Forman informó al dramaturgo, por medio del agente que compartían, su deseo de hacer una película basada en la obra.
En tanto se apegaba mucho a la obra original, la película se convirtió en un espectáculo fastuoso que, vivificado por la música de Mozart, dio pie a recreaciones espléndidas y auténticas de las óperas. También presentó una interpretación desinhibida y sonriente de Tom Hulce en el papel principal, y de F. Murray Abraham como el digno pero malévolo Salieri. Amadeus incluso superó el anterior botín de premios de la Academia de Forman, al ganar en las categorías de mejor película, actor (Abraham), director, guion adaptado, dirección artística, sonido, vestuario y maquillaje.
Forman se quedó en el siglo XVIII para lanzarse a una adaptación cinematográfica de Relaciones peligrosas (Les Liaisons Dangereuses), solo para enterarse de que Stephen Frears andaba en lo mismo. “Ya nuestro libreto estaba por la mitad cuando anunciaron su versión, basada en la obra de teatro”, recordó Forman. “Nos enteramos, por supuesto, de que estaban de verdad apurándose con eso. Con el concepto que tenía yo, todos sabíamos que no podríamos ir más rápido. No podíamos vencerlos. Así que esperaba una llamada de los productores para decir ‘Lo sentimos, Milos, no podemos asumir ese riesgo’. En efecto, hicieron la llamada. Me preguntaron: ‘En realidad, ¿te fastidia que estén haciendo otra película?’. Dije que obviamente no. Y sentí algo así como que, Dios mío, en Hollywood todavía están locos. Eso es bueno”.
Aun cuando las comparaciones de Valmont, de 1989, con el Dangerous Liaisons de Frears de 1988 fueron desfavorables para la primera, la película de Forman (menos fiel a la novela epistolar de Choderlos de Laclos), con un reparto más joven y menos conocido, se interesaba más por la seducción en sí que por el arte de la seducción, y se sintió más sincera.
Otra película de Forman, El escándalo de Larry Flynt (The People vs Larry Flynt, 1996), se sitúa junto a Atrapado sin salida y luego Man on the Moon, del año 1999, por el hecho de dar preeminencia a protagonistas que son inadaptados sociales. Se dice así del productor de pornografía más notorio y exitoso de Estados Unidos, que manejaba una serie de bares nudistas y la revista Hustler. Lo que más preocupaba a Forman era la noción de que la libertad de expresión comprende el derecho a ofender y debe aplicarse a creencias impopulares. Man on the Moon trataba del comediante de origen judío Andy Kaufman (interpretado por Jim Carrey), quien primero recibió los elogios de los canales de TV que después lo desecharon.
Pasaron siete años antes de que Forman dirigiera otra película, tiempo durante el cual se desempeñó como profesor de cinematografía en la Universidad de Columbia, en Nueva York, e intentó dar vida a diversos proyectos.
Los fantasmas de Goya (Goya’a Ghosts, 2006), sobre la Inquisición española, tuvo algunos puntos de comparación con la intolerancia religiosa, el fanatismo, la tortura, la ocupación y la guerra, con un reparto que hablaba inglés en una gama variada de acentos.
Forman, quien adquirió la ciudadanía estadounidense en 1975, se divorció dos veces. Le sobrevive su tercera esposa, Martina Zbořilová, con quien se casó en 1999, y sus hijos gemelos, James y Andrew (nombrados así por Jim Carrey y Andy Kaufman), y otros gemelos, Petr y Matej, de su segundo matrimonio, con Věra Kŕesadlová.
FUENTES
www.theguardian.com
www.haaretz.com
The Internet Media Data Base (IMDB)
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