El antisemitismo y la amigración de los judíos europeos están erosionando las esperanzas de algunos activistas de criar a sus familias en las comunidades que dirigen
Canaán Lidor*
Todos menos dos de los siete hijos del rabino Binyomin Jacobs han dejado su Holanda natal, y están criando a sus propias familias en Israel y más allá.
Esto significa que el gran rabino holandés, cuya familia ha vivido en los Países Bajos durante generaciones, y su esposa Blouma, nacida en Londres, rara vez disfrutan de la calidez de la gran familia a la que dedicaron gran parte de sus vidas. Pero con peligrosos ecos de pasados odios rebotando por Europa, la pareja no quiere que sus hijos regresen “Por supuesto, me gustaría tener a todos mis hijos cerca de mí”, dice el rabino Jacobs. “Pero, ¿por qué debería querer que vivan en un país donde el antisemitismo está aumentando?”
Compartidas por muchos judíos en Europa, las circunstancias de la pareja resumen los desafíos que afectan a las comunidades judías del continente, que están perdiendo miembros a pesar de que sus gobiernos y la Unión Europea dirigen cada vez más recursos y esfuerzos a abordar algunos de sus problemas.
Estos temas fueron el foco de una conferencia celebrada en mayo en Oporto, Portugal, organizada por la Asociación Judía Europea, organización con sede en Bruselas. Varias decenas de líderes comunitarios judíos y funcionarios gubernamentales de toda Europa asistieron al evento, titulado «Construyendo juntos el futuro de los judíos europeos», y copatrocinada por la Comunidad Judía de Oporto.
Un funcionario de seguridad francés hace guardia ante una sinagoga de Marsella en noviembre de 2020. Obsérvense los graffiti en el letrero
(Foto: AFP)
A principios de mayo, los Jacobs experimentaron tres incidentes antisemitas en el espacio de un par de días. Primero, dos hombres le gritaron insultos y consignas pro-palestinas al rabino. Al día siguiente, la pareja experimentó un incidente similar en la calle. Más tarde, Jacobs encontró esvásticas pintadas en el parque de su vecindario.
En 2021, la organización neerlandesa Centro de Información y Documentación Israel (CIDI) registró 183 incidentes antisemitas en el país, un aumento del 36% con respecto al año anterior y la cifra más alta en más de una década. “Definitivamente, esto trasmite el sentimiento de que aquí no se quiere a los judíos”, dice el rabino, aunque no ha llegado a emitir una advertencia general hacia los judíos que continúan ganándose la vida en los Países Bajos, donde la comunidad cuenta con unos 40.000 miembros. Sí le recomienda la emigración a algunos feligreses que lo consultan sobre este tema en función de sus circunstancias. “No hay una talla única para la cuestión de la aliá”, dice.
Blouma Jacobs señala que el antisemitismo es uno de los principales factores que han alejado a los jóvenes judíos religiosos, quienes según los datos estadísticos son más propensos a recibir ataques debido a su reconocible código de vestimenta. Cuando se van la comunidad se debilita, “por lo que la vida judía se vuelve menos sólida”.
En términos prácticos, “significa que si eres devoto en un lugar como Ámsterdam, donde la mayoría de los judíos no son muy observantes, tus hijos tendrán pocos cónyuges potenciales que compartan sus valores y visión del mundo”, coincide el rabino. “Muchos se van por eso”.
“En los últimos años, he visto a niños comparar a las escuelas no por calificaciones, sino por su nivel de protección policial”, dijo en una memorable entrevista Joel Mergui, presidente del Consistoire de París
Incluso aquellos que no se marchan físicamente pueden atrofiar a la comunidad. “El antisemitismo implica que es menos probable que aquellos que se asimilan permanezcan apegados o fortalezcan su apego”, agrega Jacobs.
Muchos líderes de las comunidades judías europeas no ocultan el hecho de que sus hijos se han ido. Joel Mergui, presidente del Consistoire de París, órgano de la judería francesa responsable de los servicios religiosos, hace referencia en sus discursos al hecho de que sus cuatro hijos han emigrado a Israel.
Mergui cita a menudo la tradición sionista de su familia para explicar esto. Pero también comparte su angustia sobre cómo el antisemitismo está afectando la vida de los niños judíos y sus padres en Francia. “En los últimos años, he visto a niños comparar a las escuelas no por calificaciones, sino por su nivel de protección policial”, dijo en una memorable entrevista de 2015.
Meyer Habib, exlegislador francés y exvicepresidente del CRIF, institución paraguas de las comunidades judías francesas, señala que dos de sus cuatro hijos viven en Israel. El gran rabino de París, Michel Gugenheim, tiene ocho hijos, todos ellos también en Israel.
Las nuevas leyes que se están aprobando en las capitales europeas también han convencido a muchos judíos de que incluso los gobiernos que prometen protegerlos físicamente no siempre están comprometidos a garantizar que el judaísmo se pueda ejercer libremente. Bélgica, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Eslovenia, Estonia, Suiza y Noruega han prohibido en gran medida la faena kosher, y muchos países de Europa han restringido la circuncisión religiosa o están considerando hacerlo.
Estos problemas destacan en los Países Bajos, cuya reputación tolerante contrasta tanto con un aumento en las expresiones de antisemitismo en los últimos años como con las repetidas iniciativas para prohibir la faena kosher y la circuncisión. En 2011, el Parlamento holandés prohibió efectivamente la matanza kosher y halal en una votación que, como es habitual en este tipo de legislaciones en Europa occidental, fue apoyada tanto por políticos antimusulmanes de derecha como por liberales orientados al bienestar animal de izquierda. El Senado anuló la prohibición, citando las libertades religiosas, pero se están realizando nuevos intentos para volver a imponer las restricciones.
El rabino Binyomin Jacobs y su esposa Bluma muestran una ventana rota en su casa en Amersfoort, Países Bajos, tras un ataque antisemita en 2014
(Foto: JTA)
La circuncisión no médica, que los judíos practican a los niños cuando tienen ocho días, también está en la mira de las autoridades. En 2019, el Ministerio de Salud dijo que estaba investigando a dos de los mohels más conocidos del país que realizan las circuncisiones religiosas, basándose en una cuestionada interpretación de una ley sobre tales procedimientos.
Dinámicas similares están afectando a los judíos europeos en su conjunto, incluso en Bélgica, sede y símbolo de la Unión Europea. Dos de sus tres regiones prohibieron la faena kosher y halal en 2019. Al ocurrir en medio de un aumento de incidentes antisemitas y ataques terroristas islamistas, estos eventos han provocado que los líderes comunitarios se cuestionen públicamente el futuro de sus comunidades por primera vez en décadas.
La emigración a Israel de judíos de Bélgica, donde viven unos 40.000, ha aumentado en un 20% desde 2010. El promedio anual de llegadas es ahora de 170 olim, en comparación con 130 por año anteriormente, según estadísticas del gobierno israelí. Miles de judíos belgas se han marchado a otros destinos, informan los líderes comunitarios. El “éxodo silencioso”, como denomina esta tendencia el destacado activista comunitario Joel Rubinfeld, ha dejado vacías y a la venta sinagogas que alguna vez fueron populares.
En Dinamarca, los líderes comunitarios advierten que los repetidos intentos de agregar la circuncisión religiosa a la prohibición de la matanza kosher terminarían con la vida judía en ese país.
Incluso en Francia, la comunidad judía más grande de Europa con unos 400.000 miembros, muchas congregaciones se han reducido por la partida de al menos 50.000 judíos a Israel desde 2014, según estadísticas del gobierno israelí.
En la conferencia de Oporto, el director de la Asociación Judía Europea, rabino Menajem Margolin, instó a los líderes comunitarios asistentes a “nunca darse por vencidos”, asegurándoles que el futuro de los judíos europeos está “en sus manos”. El cabildeo efectivo, la construcción de vínculos, la unidad entre los judíos y la pura determinación pueden tener resultados dramáticos, argumentó en varios discursos que recibieron aplausos entusiastas.
Incluso en Francia, la comunidad judía más grande de Europa con unos 400.000 miembros, muchas congregaciones se han reducido por la partida de al menos 50.000 judíos a Israel desde 2014, según estadísticas del gobierno israelí
Margolin también realizó una encuesta rápida entre los más de 100 líderes judíos presentes en Oporto, preguntándoles: «¿Cuántos de ustedes han sido contactados por un funcionario, pidiéndoles su opinión sobre los planes para combatir el antisemitismo y salvaguardar la vida judía?» Solo uno, Maximillian Marco Katz de Rumania, levantó la mano.
“Esto es lo que tenemos que cambiar”, dijo Margolin. “Necesitamos estar unidos y proactivos”.
Sin embargo, en el terreno, algunos líderes comunitarios judíos tienen preocupaciones más inmediatas que la formulación de políticas: están viendo cómo sus congregaciones se marchitan. Uno de ellos es Jacob Benzennou, presidente de la comunidad judía de Waterloo, ciudad belga cercana a Bruselas conocida por la derrota que sufrió allí el ejército de Napoleón Bonaparte en 1815. Hoy en día es el hogar de unos 250 judíos.
Benzennou es uno de los cientos de miles de judíos del norte de África que, desde la década de 1950, dieron un impulso muy necesario tanto en número como en observancia religiosa a comunidades judías europeas que habían sido diezmadas y, en ocasiones, aniquiladas en el Holocausto. Cofundó la comunidad judía de Waterloo y una sinagoga local hace unos 30 años, y rápidamente se convirtió en una congregación vibrante. Pero, debido a la asimilación y la emigración que comenzó en la década de 1990, la sinagoga de Waterloo a menudo no tiene minyán, el quórum de 10 hombres judíos necesario para alguna oración en el judaísmo ortodoxo.
El rabino Menajem Margolin durante su intervención en la conferencia «Construyendo juntos el futuro de los judíos europeos» en Oporto, Portugal
(Foto: EJA)
“No tenemos suficientes personas que quieran venir a la sinagoga, y estamos viendo un fenómeno muy serio: existe una asimilación muy, muy rápida”, dice Benzennou. “Todo el mundo habla de antisemitismo, pero como fundador de una sinagoga, me preocupa más que los jóvenes ya no vengan ni participen en la religión, ni en la tradición, ni en la vida comunitaria”.
Varios países como Alemania, así como instituciones de la UE, han asignado en los últimos años recursos para combatir el antisemitismo a través de la legislación, la educación y la protección física de las comunidades judías. Algunos de esos países y entidades también han lanzado proyectos destinados a apoyar la cultura judía.
Muchos judíos aprecian estos esfuerzos, que dicen que ofrecen esperanza en tiempos difíciles. Pero otros dudan de su efectividad, cuando están dirigidos por gobiernos y entidades que simultáneamente limitan la capacidad de los judíos para ejercer algunos de los ritos más básicos de la religión, o parecen señalar siempre a Israel para reprenderlo.
Binyomin Jacobs considera qye los dos temas, el antisemitismo y la asimilación, están entrelazados. “Cuanto más antisemitismo se expresa, más gente se va. Cuantos más judíos se van otros los siguen, debido a la reducción de las comunidades judías”.
“No necesito ver el noticiero: cuando veo autos de la policía frente a nuestra casa, sé que algo sucedió en Israel”, expresó el rabino durante la conferencia, refiriéndose al hecho de que los crímenes antisemitas tienden a dispararse en Europa occidental cada vez que estalla la violencia en o alrededor de Israel.
“No necesito ver el noticiero: cuando veo autos de la policía frente a nuestra casa, sé que algo sucedió en Israel”, expresó el rabino Binyomin Jacobs durante la conferencia, refiriéndose al hecho de que los crímenes antisemitas tienden a dispararse en Europa occidental cada vez que estalla la violencia en o alrededor de Israel
Su esposa Blouma, quien trabaja como maestra desde hace mucho tiempo, intentó sin éxito involucrar a los adolescentes. “Los llamé y les dije: regresen y hablen con nosotros en lugar de huir como cobardes”, recuerda.
Más tarde esa semana, los Jacobs se enteraron de que el rabino que atiende a la pequeña comunidad judía de Amersfoort se jubilará pronto, lo que pone en duda el futuro de la misma comunidad donde viven. Al gran rabino, cuyo trabajo incluye la educación sobre el Holocausto y la divulgación entre los aliados cristianos y musulmanes y a los judíos que buscan una conexión más fuerte con el judaísmo, le gustaría vivir cerca de algunos de sus hijos, ya sea en Israel, el Reino Unido, Estados Unidos Unidos o Canadá. Pero se quedará en Holanda, dice, porque “un capitán no abandona su barco”.
“Seguramente viviremos en Amersfoort mientras sea necesaria nuestra presencia”, afirma Blouma Jacobs, quien junto a su esposo está preparando los eventos de celebración del 300 aniversario de la sinagoga local en 2027. «Después de eso, ya veremos».
*Periodista.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.