Reflexiones de un joven egipcio que hoy vive en Estados Unidos
Hussein Aboubakr Mansour*
Portada de una versión en árabe del libelo antisemita Los Protocolos de los Sabios de Sión
Encontré esta imagen en línea y me ha hecho viajar por los caminos de la memoria. Esta es la copia exacta de Los Protocolos de los Sabios de Sión que yo tenía en El Cairo cuando era adolescente. Tenía 14 años cuando leí esto por primera vez. Este ejemplar específico se imprimió en 2003, tras un aumento en el interés por Los Protocolos debido a la trasmisión en la televisión estatal de la serie Un jinete sin caballo, que describe la conspiración judía mundial. Esto fue inmediatamente después del 11 de septiembre, con el resurgimiento del antisemitismo y el antiamericanismo en todo el Medio Oriente.
El programa se trasmitió durante el Ramadán, cuando todo el mundo ve televisión. La serie fue un gran éxito, y fue producida, dirigida y protagonizada por Mohamed Sobhi, un artista muy querido que tiene inclinaciones izquierdistas. Es conocido por sus espectáculos y películas de tendencia de izquierda árabe “clásica”.
Esa era una época de inflación ideológica masiva. La literatura, el contenido visual, y el material televisivo del movimiento mundial contra la guerra y anti-globalización estaban por todas partes. Bin Laden había incendiado las mezquitas, Al Jazeera incendió el satélite, y los medios estatales de los diferentes países de la región tenían que competir con todo eso. Todos trataban de superarse en antiamericanismo y antisemitismo.
Me radicalicé como muchos otros al comienzo de esa ola. Aprender hebreo por mi cuenta y sumergirme en el mundo judío, lo que inicialmente hice por odio, fue lo que me salvó
Yo era adolescente, y fue entonces cuando mis pasiones se inflamaron de odio a los judíos e Israel. En mi búsqueda, compré ese ejemplar de Los Protocolos. La introducción de esa edición en particular fue escrita por Ali Gomaa, Gran Mufti de Egipto en ese momento y uno de los símbolos —no bromeo— del Islam moderado. Aquí en Estados Unidos la revista New Yorker lo describía como un «campeón altamente promovido del Islam moderado». Ali Gomaa sigue «defendiendo» el Islam moderado en el Egipto de hoy.
Volvamos a 2002. Ese mismo año se emitió otro programa muy influyente, El hombre en tiempos de globalización. Tuvo tanto éxito que se emitió una segunda temporada un año después, lo que no era común para la televisión árabe en ese momento. El programa, si no pueden adivinarlo, era una pieza concentrada de propaganda antiestadounidense, anticapitalista y antioccidental. Recuerden que entonces había un entorno pobre de medios e información. A diferencia de Estados Unidos, y antes de Internet, no había nada más que ver o leer que la TV.
La guerra en Iraq agregó un factor completamente nuevo. La caída de Saddam abrió para Irán el camino hacia el Occidente del mundo árabe. Los saudíes, aterrorizados, aumentaron su financiación y reclutamiento para el wahabismo, que ya se estaba convirtiendo en un problema, y alimentaron el odio sectario por todas partes.
Temiendo la “Agenda de la Libertad” estadounidense, otros regímenes árabes avivaron las llamas de toda esa paranoia y neurosis, para crear un muro de hierro entre sus poblaciones y la agenda estadounidense de democracia y derechos humanos.
Todos esos factores crearon una centrífuga para el radicalismo. ISIS y la Primavera Árabe, que sucedieron exactamente una década después, no fueron un accidente. Fue mi generación la que se radicalizó intensamente desde todas las fuentes posibles: las mezquitas, los medios de comunicación estatales, las escuelas públicas, el satélite. Muchos árabes de mi edad, musulmanes o no, cargan con ese equipaje sin percatarse de ello. Los que llegaron a los países occidentales, trabajando en la academia o el activismo, son productos perfectos de toda esa neurosis. Todavía estamos bajándonos de esa ola, pero sí creo que estamos saliendo de ella.
Muchos de ellos viven con una visión del mundo completamente patológica. Completamente delirante. No tienen idea de que envejecieron bajo los auspicios de Bin Laden, la Hermandad Musulmana, el salafismo, Noam Chomsky, Yasser Arafat
Me radicalicé como muchos otros al comienzo de esa ola. Aprender hebreo por mi cuenta y sumergirme en el mundo judío, lo que inicialmente hice por odio, fue lo que me salvó. Otros no han tenido tanta suerte. Mi generación, la de la Primavera Árabe, está rota. Ven fracasada la Primavera Árabe. Ven cómo terminó en la destrucción o en una tiranía aún mayor, pero no tienen idea del por qué. El nivel de depresión y quebrantamiento es simplemente inimaginable.
Para empeorar las cosas, en Egipto la mía es ahora la generación “oveja negra”. El aparato de seguridad del Estado la trata con especial dureza. Al igual que los palestinos, no saben por qué, no tienen idea. Eso añade aún más angustia y depresión.
Pero la tragedia es que yo sé por qué. Muchos de ellos viven con una visión del mundo completamente patológica. Completamente delirante. No tienen idea de que envejecieron bajo los auspicios de Bin Laden, la Hermandad Musulmana, el salafismo, Noam Chomsky, Yasser Arafat, la “Declaración de Conciencia”, etc. Simplemente lo están llevando todo consigo.
Jóvenes egipcios escuchan a Barack Obama durante la Primavera Árabe en 2011. Existen pocas dudas de que el presidente apoyó las protestas
(Foto: AP)
Barack Obama dijo en 2011: “Lo que quiero es que ganen los niños de la calle, y que el chico de Google se convierta en presidente”. La ignorancia y la arrogancia liberal estadounidense es una fuerza global de destrucción.
Ese “tipo de Google”, celebrado en su momento por Obama, fue un claro ejemplo de ello. Ahora hace videos, probablemente mientras está drogado, y difunde sus crisis mentales. Una generación como esta no puede deshacer el despotismo árabe. No puede dar el salto a la democracia. Lamentablemente, el autoritarismo árabe es preferible. Tener un derecho o una demanda legítima no es suficiente. Ser reprimido, u oprimido, no es suficiente. Cuando haya una generación árabe que realmente pueda descifrar esto, cuando descifre su propio rompecabezas, ese será el día, y no un momento antes.
Y ahora, las apuestas ya no están en Egipto sino, irónicamente, en los saudíes. Para cualquier egipcio o árabe de mi generación que esté leyendo esto, esta es su historia. Necesitas conocerte a ti mismo, y enfrentar el profundo antisemitismo es la clave.
“Influencer” de la izquierda radical y del Islam radical: Noam Chomsky
(Foto: Getty Images)
La izquierda internacional fue y es plenamente complaciente con todo esto. No les importa el colapso de las sociedades musulmanas tanto como la deconstrucción del capitalismo y la descolonización del género y las matemáticas.
Una generación como esta no puede deshacer el despotismo árabe. No puede dar el salto a la democracia
La CIA encontró los libros de Noam Chomsky en el escondite de Bin Laden. La afirmación de que la guerra en Iraq fue un acto de robo internacional del imperialismo estadounidense fue construida ya saben por quién. Si creen que esto trata sobre la historia de Medio Oriente, no han entendido nada; esta es una narrativa global.
Y por favor hagan algo de introspección, porque viviendo en Estados Unidos veo muchas similitudes espeluznantes, y me temo que el futuro depara cosas malas para los jóvenes estadounidenses. Las mentiras están por todas partes. Y lamentablemente pueden terminar llorando, preguntándose también desesperadamente qué salió mal.
*Educador y analista egipcio radicado en Washington. Autor del libro Minority of One – The unchaining of an Arab mind (“Minoría de uno – la liberación de una mente árabe”).
Fuente: Twitter de Hussein Aboubakr.
Traducción de Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.