Entrevista
Entre el 1 y el 8 de julio, la periodista y activista política venezolana Mercedes Malavé González viajó a Israel, para participar en una conferencia de B’nai B’rith Internacional para periodistas latinoamericanos, junto a colegas de Argentina, Brasil, Chile, Panamá, Perú, Miami, México y Uruguay. Esta experiencia les permitió conocer de cerca la actualidad israelí, orientados por académicos, políticos, diplomáticos y otras figuras públicas. En la presente entrevista destaca sus impresiones sobre una realidad tan compleja y multifacética como la del Estado judío
Sami Rozenbaum
NMI. ¿Cómo fue tu recorrido por Israel?
MM. Primero quiero decir que cuando me llamaron para participar en este viaje me sentí muy honrada. Éramos dos venezolanos; el otro vive en Miami, José Pernalete, quien trabaja en El Venezolano TV. Allá coincidimos con otros 12 periodistas latinoamericanos; casi todos cubren la fuente internacional, y se formó un grupo muy armónico, muy colaborativo, de mucha amistad entre nosotros. Yo lo definiría como un viaje de inmersión en la cultura y en la democracia de Israel.
Tuvimos una agenda súper apretada, que cumplimos a la perfección gracias al guía Gabriel Ben Tasgal, un guía de lujo. A él le tocó un reto: explicarnos todo a muchos periodistas que no habíamos visitado nunca ese país, desde el tema religioso hasta los de seguridad.
El viaje se dividió en tres etapas. La primera fue en Jerusalén, donde pudimos conocer la Ciudad Vieja y los aspectos más importantes de las tres religiones monoteístas. De esa primera etapa, yo concluiría que Jerusalén es el corazón religioso del monoteísmo. Es un lugar muy importante para el Islam, para el Judaísmo y para el Cristianismo. Y eso genera una experiencia muy intensa desde el punto de vista espiritual, pero también muy delicada, dadas las relaciones entre esas tres religiones que no siempre son tranquilas. Sin embargo, el turismo es muy importante en Jerusalén y pudimos visitar todos los lugares con plena libertad, cuidando las normas de cada lugar: las normas del Muro de los Lamentos, las del Santo Sepulcro, las de la Cúpula de la Roca y de la mezquita de al-Aqsa.
En el aeropuerto Ben Gurión, frente al nuevo mural que da la bienvenida a los viajeros
¿Pudieron entrar en al-Aqsa?
No, vimos ambos edificios desde afuera. Pero estuvimos en toda la explanada, la pudimos conocer muy de cerca.
Luego fuimos a Tiberias, donde no solamente vimos, por supuesto, el Mar de Galilea y todas esas zonas tan vinculadas al Cristianismo, sino que también pudimos conocer el norte del país y percatarnos de los temas de seguridad más delicados, quizás, que está sufriendo Israel en este momento, que tienen que ver con el Líbano. Visitamos los túneles que Hezbolá construyó para invadir Israel desde el Líbano, nos metimos en un túnel que las fuerzas militares de Israel mantuvieron para entrenamiento militar; los otros cinco los destruyeron. Vimos la frontera con Siria también. Estuvimos en el muro fronterizo con el Líbano y nos explicaron cómo se ha ido acercando Hezbolá, cada vez se está aproximando más. Eso plantea unos temas muy delicados de seguridad.
Otra cosa que me impresionó es la edad de los militares israelíes, que son muy jóvenes, son muchachos que casi todos hacen el servicio militar durante tres años, y eso les da una madurez que no tienen los jóvenes de cualquier otro país que no está en guerra.
El grupo de periodistas latinoamericanos que participó en la conferencia de B’nai B’rith Internacional
Durante nuestra estancia allá se produjeron los acontecimientos de Yenín. Supimos que las fuerzas israelíes entraron en Yenín con cerca de 2000 efectivos militares, que hubo una situación muy fuerte allí, y que incluso un campo de refugiados quedó liquidado, o sea, desmontaron un campo de refugiados porque era un sitio sospechoso de acumular armamento y esas cosas. La verdad es que la posición de Israel frente a esos temas es que primero está la seguridad de sus militares y sus ciudadanos. Ellos no mandan a una fuerza extranjera, sino a sus propios hijos. No llaman a los Cascos Azules ni a otros países a que los vengan a defender. Las personas con las que hablamos decían que a veces se sienten un poco solas luchando contra el terrorismo, porque de Occidente lo único que reciben, por parte de la ONU y todos esos organismos, son críticas, que si el “uso excesivo de la fuerza” y esas cosas.
En Tiberias fuimos también a la Iglesia de la Bienaventuranza, donde Jesús dio el sermón de la montaña. Además tuvimos una reunión muy interesante con un grupo de inteligencia que se llama Alma, que nos explicó todo el tema de la seguridad, cómo utilizan las nuevas tecnologías para incluso geolocalizar los misiles, dónde están escondidos. Súper interesante, de verdad.
Los últimos días los pasamos en Tel Aviv, donde aparte de tener una reunión con el ministro de Justicia, que es quizá el protagonista de la reforma judicial, Yariv Levin, pudimos conocer algunas tecnologías avanzadas que desarrolla Israel. Había muchas iniciativas posibles; yo escogí conocer el sistema de purificación de agua. Toda el agua de riego que usa Israel proviene de aguas negras purificadas. Ellos no gastan ni un mililitro de agua potable en el riego, sino que es toda agua purificada. Esa agua la recogen por unas cañerías enormes, donde cabría una persona en bicicleta. Y todo el proceso de purificación es físico y biológico, o sea que la purifican sin usar cloro o ningún otro elemento químico, todos son procesos biológicos de decantación y de bacterias que se van comiendo los contaminantes. Esa agua después la entierran, pasa un año así y después es que se puede usar. Es un agua que se podría tomar, pero las autoridades no lo permiten, hasta ahora se utilizan solo para el riego. Muy interesante.
Las personas con las que hablamos decían que a veces se sienten un poco solas luchando contra el terrorismo, porque de Occidente lo único que reciben, por parte de la ONU y todos esos organismos, son críticas, que si el “uso excesivo de la fuerza” y esas cosas
También visitamos una iniciativa de ciberseguridad que se llama Cyrebro, que es una plataforma de operaciones basada en la nube con una interfaz muy fácil de utilizar, entonces las empresas pueden tener el control de su propio sistema de ciberseguridad. Su centro de operaciones funciona en Tel Aviv, pero las empresas pueden tener un acceso muy fácil desde cualquier parte del mundo.
Otros compañeros fueron a conocer el sistema de extracción del agua del aire, utilizan unos condensadores que terminan produciendo agua del aire.
¿Visitaron el sur del país?
Sí, fuimos a Sderot, en la frontera con la Franja de Gaza. Allí conocimos el punto de chequeo entre Gaza e Israel, Kerem Shalom, y nos pasearon por todos los sistemas de seguridad que se implementan cada vez que pasa un camión con productos. Es interesante el tema del intercambio comercial entre Israel y Gaza, es bastante rico. Cada día pasan de Israel a Gaza alrededor de 500 camiones, y de Gaza a Israel entran unos 20 camiones. Israel importa de Gaza frutas, telas y otros productos. No solo eso, sino que todo lo que Gaza importa desde otras partes del mundo entra a través de Israel, porque está prohibido el uso del puerto de Gaza.
Por supuesto que también visitamos el Museo del Holocausto, Yad Vashem. Muy impresionante, está muy bien hecho. Ese museo te permite ir viendo las etapas que tuvieron que ocurrir para llegar a esa tragedia, a esa catástrofe. Tuvimos una excelente guía que nos fue explicando todo, siempre con muchas lecciones sobre cómo prevenir estas cosas, cómo evitar que le pase de nuevo no solo a los judíos, sino a nadie en ninguna otra cultura.
Yo diría que la experiencia es fantástica, que Israel es como un ave que tiene dos alas: una es que son un pueblo con sus tradiciones, la conciencia de pertenecer a un pueblo elegido por Dios, con una tierra, una tradición, una herencia que les pertenece y que tienen que defender. Y la otra ala es la intención de crear un Estado democrático liberal, como es actualmente, porque no existe otra democracia en la zona. Esa ala le da mucha importancia a la educación, la innovación tecnológica. Sobre esas dos alas es posible entender cómo se construyó el país que más ha aprovechado los últimos 75 años de la historia universal, porque ninguno ha crecido ni evolucionado tanto como Israel. Algunas personas llaman a eso milagro, dicen que Israel es un milagro. ¿Cómo te explicas que una gente que llegó sin dinero, prácticamente sin educación, huyendo de una guerra, que cuando se bajó del barco lo que les dieron fue un fusil para salir a defenderse, tengan ahora ese país? Bueno, sí, creo que son un pueblo guerrero, luchador, y sobre todo con una conciencia nacional muy, muy arraigada, muy fuerte.
Con Gabriel Ben Tasgal, quien fungió como guía y conferencista
Yo creo que los problemas de la democracia en Israel los encuentra uno en cualquier otra democracia liberal: tendencias políticas, unas más hacia la izquierda, otras más conservadoras y de derecha, pero que los une la seguridad de que tienen que defender su soberanía y tienen que ser todos embajadores del Estado de Israel, para que se reconozca cada día más, se respete su soberanía, y se relacione más con los otros países del mundo.
Quizá un desafío que tienen es el tema de los judíos ortodoxos. Yo, viéndolo desde afuera, pienso que los ortodoxos quizá tienen una tendencia como más fundamentalista; en ciertos casos no pagan impuestos, sus hijos no hacen el servicio militar, y eso puede crear tensiones en la sociedad más allá de las diferencias políticas normales que puede haber en un país. Creo que allí puede haber alguna tendencia a lo que en las democracias liberales se consideran movimientos extremistas, que pueden en un momento dado decir “no, la democracia no es lo primero, lo primero es la tradición, la religión”. Y eso un desafío, porque plantearía un problema no político, sino religioso. Y los israelíes insisten en que su defensa no es religiosa, que ellos están defendiendo un Estado, un territorio.
Sobre el tema de la reforma judicial, ese quizá era el único poder que permanecía autónomo del resto de las ramas del poder público, porque el Ejecutivo y el Legislativo llevan muchos años gobernados por la misma tendencia política, con sus pequeños cambios, pero creo que Netanyahu ha sido el líder más importante de ese país. Y claro, las tensiones con el sistema judicial se pusieron muy complejas. No sé si también en parte por los juicios a Netanyahu, y por ese criterio o principio de razonabilidad que hizo que el sistema judicial pudiera judicializar casi cualquier tema político de Israel, desde la designación del ganador de un premio que otorga un ministerio hasta la remoción de un funcionario. O sea que el sistema judicial prácticamente se fue constituyendo en un poder que chocaba con el desenvolvimiento de los otros poderes, por ese principio de razonabilidad. Entonces, yo creo que los cambios iban a ocurrir tarde o temprano. En la reunión con Yariv Levin, él insistió en que el sistema judicial está gobernado por la ultraizquierda. Que ellos mismos eligen a sus jueces, que lo que se busca es que se escoja a los jueces como en el resto de los países democráticos, que parte de la escogencia depende de quiénes están en ese momento en el poder. Claro, el Poder Judicial debe ser autónomo y no debe responder a ningún partido.
En el Kótel
De hecho, los periodistas le preguntaron a Yariv Levin “¿Por qué no tienen una constitución? ¿Por qué no redactan una constitución?”. Es un tema complejo. Pero además no es el único país que no tiene una constitución, el Reino Unido tampoco la tiene. Y los sistemas judiciales por jurisprudencia funcionan en Inglaterra, en Estados Unidos.
¿Qué encontraste en Israel que no esperabas? ¿Algo de lo que no tenías idea y que te sorprendió?
Me impactaron los niveles de desarrollo que tienen a pesar de ser un país en guerra. La tenacidad con la que trabajan, sabiendo que están en sometidos a tantas presiones y a las amenazas de hacerlos desaparecer.
¿Se siente como un país en guerra?
En realidad no se siente como un país en guerra. Sí se siente mucho la seguridad. Por ejemplo, mi primera experiencia fue en el avión, con un mensaje de la tripulación que decía: “Ahora vamos a entrar en el espacio aéreo de Israel; por razones de seguridad no se pueden levantar de su asiento, está prohibido el uso de los baños”, y todavía faltaba como media hora para aterrizar. Además todos los chequeos que te hacen al entrar. O sea que se siente mucho la seguridad, pero no un país en guerra; al contrario, se siente un país en desarrollo, pujante, estable. El shékel es súper estable, una de las monedas más estables del mundo, con una propiedad que se revaloriza cada vez más, con altísimas inversiones en infraestructura, metros, tranvías, edificios. Nosotros recorrimos casi todo el país y vimos construcciones por todos lados, de norte a sur, no solo en Tel Aviv. Pero al mismo tiempo, uno sabe de las tensiones, porque además el caso de Yenín ocurrió mientras estábamos allá.
Sin embargo, las personas se sienten seguras, porque lo están. Y como te dije, también es llamativa la cantidad de jóvenes prestando el servicio militar. Pero a pesar de eso el desarrollo del país es impresionante.
¿Cómo te explicas que una gente que llegó sin dinero, prácticamente sin educación, huyendo de una guerra, que cuando se bajó del barco lo que les dieron fue un fusil para salir a defenderse, tengan ahora ese país?
Voy a decir algo respecto a los vecinos de Israel. Creo que ese desarrollo tecnológico, educativo, de infraestructura, facilita el camino hacia el entendimiento. Los Acuerdos de Abraham, parte de su éxito es que han podido intercambiar otras cosas como la tecnología, por ejemplo, o como el tema del agua, que es gravísimo en el Medio Oriente y que Israel ha ido resolviendo y abaratando los costos. O el problema de la basura. Entonces, creo que en la medida en que se dediquen a sacar a ese país adelante, a ponerlo en la punta de la innovación, otros países, a pesar de que también tienen un ala religiosa muy fuerte, se van a ir entendiendo con Israel. Y también porque Irán se ha vuelto un enemigo común a Israel y los países vecinos.
Pienso que más temprano que tarde habrá relaciones entre Israel y Arabia Saudita, y que todo eso será positivo. Sí preocupa mucho la situación del Líbano, porque actualmente es un caos y está muy cerca.
Una pregunta que yo le hago a la gente cuando visita Israel por primera vez: ¿qué fue lo que menos te gustó, o que te generó ruido?
No me gusta que haya como dos tipos de ciudadanos, unos ciudadanos que no pagan impuestos, que no prestan servicio militar, que creen que tienen otros derechos. Me gustaría que todos fueran iguales ante la ley. Me preocupa el tema de la ortodoxia con sus exigencias al Estado. Los más radicales no reconocen el Estado hasta que venga el Mesías, y además tienen más hijos. Uno quisiera pensar que Israel va a ser una democracia liberal fuerte, donde sus ciudadanos van a ser todos tratados por igual independientemente de cómo practiquen el Judaísmo. Eso es lo único que me parece que puede generar algún movimiento extremista. El extremismo en el Medio Oriente es muy peligroso. Acercándose hacia el centro político, hacia la democracia, el desarrollo, la igualdad ante la ley, es como se pueden resolver los conflictos.
Frente a la Cúpula de la Roca, en el Monte del Templo
Pero del resto todo me pareció muy admirable, la verdad, muy respetable y de mucho coraje, la valentía, la entrega. Yo admiro muchísimo a los fundadores de ese Estado, porque fue una gente cuyo ideal era tan grande que fueron capaces de dar la vida, los bienes y todo lo que tenían. Tienen verdaderamente unos héroes modernos, actuales, de hace 60 años, no es algo lejano como Simón Bolívar, es ahorita. Cuando declararon la independencia, todos estaban celebrando y le decían a Ben Gurión “Ven, ven a celebrar, nombra a los ministros”, pero Ben Gurión les respondió: “Yo no puedo celebrar, no tengo nada que celebrar, porque todos ustedes van a ir a la guerra”. Y así fue. Entonces, ellos sabían lo que se les venía encima. Conocer eso y ver lo que es ahora, la cantidad de hectáreas cultivadas, de edificios construidos, de autopistas, trenes rápidos, es impresionante. Y el tema de Jerusalén, que todos los políticos con los que nos reunimos insistieron en que se tiene que reconocer que Jerusalén es la capital, que ellos como país tienen el derecho de escoger su capital y no puede ser otra que Jerusalén. Incluso han hecho muchas propuestas para dividir la ciudad con los palestinos. Pero bueno, es que no aceptan nada, no aceptan nada de nada.
Las autoridades de Israel cargan con mucho peso encima, porque es el peso de los problemas territoriales, más el problema del antisemitismo, más el peso de los problemas típicos que tiene un Estado. Problemas sociales, problemas políticos, la reforma judicial.
El grupo con el ministro de Justicia, Yariv Levin
¿Se reunieron con ningún miembro de la oposición?
Sí, fuimos a la Knesset y allí nos reunimos con la diputada Mayra Ben Ari, del partido opositor Yesh Atid (“Hay futuro”), ella está contra la reforma judicial y es del partido con más popularidad que se opone a Netanyahu. Y nos reunimos con Alan Shuster, del partido Hamajané Hamamlajtí (“Partido de Unión Nacional”), quien también se opone a la reforma. Él estuvo con Netanyahu en el Likud, pero dice que Netanyahu los traicionó y que ellos no van a volver con él más nunca por esa traición.
Con Lior Hayat, director del Centro Nacional de Diplomacia Pública de Israel
En la Knesset nos encontramos también con el ministro de la Diáspora, Amijai Chikli; con Oded Ravidi, quien nos habló sobre la situación de los asentamientos judíos más allá de la línea verde; y con los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores que se encargan de Latinoamérica, Jonathan Peled y Lior Hayat.
Si viajaras de nuevo a Israel ¿qué te gustaría ver que no pudiste conocer?
Me quedaría más tiempo en Jerusalén, conociendo más detalles de la ciudad. Y Haifa, que es bella, espectacular. Visitamos el templo Bahai, sus jardines que son patrimonio de la Unesco. Quizá me gustaría pasar más tiempo en Haifa, que además es una ciudad muy interreligiosa, hay muchos árabes y muchos cristianos. Y si me tocara algún día trabajar en Israel viviría en Tel Aviv, en la metrópoli. Me gustaría hacer unas pasantías, uno o dos años trabajando en una empresa de comunicaciones o de ciberseguridad. Creo que sería una experiencia buenísima. Me encantó Tel Aviv.
Fotos del Facebook de Mercedes Malavé.
Mercedes Malavé es periodista de investigación, y docente en la Universidad Monteávila. También forma parte del Centro de Políticas Públicas Ifedec, y del partido político Unión y Progreso.