El presidente de los Estados Unidos ha finalizado una breve gira por Israel y Arabia Saudita. Un periplo de rigor para cada administración que refuerza la noción de su presencia en la zona, de la necesidad de mantener la tranquilidad cuando no la paz. En Israel la visita fue positiva. Se dice esto porque no hubo nada negativo en la misma. Biden no tocó el tema del conflicto palestino-israelí con vehemencia. La situación particular de la Autoridad Nacional Palestina en la Margen Occidental, y la intransigencia de Hamas en Gaza, no dan para mucho.
La visita y la agenda de Joe Biden dan la razón a aquellos que han proclamado que la solución de los problemas entre Israel y sus vecinos, y los demás países árabes, pasa primero por resolver el conflicto de Israel con los palestinos. No es así. Los Acuerdos de Abraham lo han demostrado, la agenda de Biden en su visita lo ha confirmado. Una de las figuras más importantes, si es que no la más en esta concepción, es el ex primer ministro y sempiterno candidato, Benjamín Netanyahu.
El presidente norteamericano fue a su gira, además de ser un destino de rigor, para refrescar un poco el panorama local que enfrenta. Inflación, precios altos del combustible, la guerra de Ucrania que se prolonga demasiado y se hace una especie de constante cotidiana, el tema de las negociaciones de Irán que se extiende. No se puede decir que haya logrado algo contundente, como por ejemplo un suministro de petróleo que ayude a bajar el precio de la gasolina. Los comentarios de algunos analistas señalan que el príncipe heredero de Arabia Saudita fue algo atrevido en sus conversaciones, pero esto queda en el baúl de los dimes y diretes.
Biden con Bin Salman: fría cordialidad
(Foto: AP)
En Israel todos quedaron contentos con la visita de un amigo que hace una primera parada en el museo de Yad Vashem y pronuncia un sentido discurso, asiste a la inauguración de las Macabiadas (algo así como las olimpíadas del mundo judío, salvando distancias). El primer ministro en funciones, Yair Lapid, se presentó con una estatura diplomática de altura, igual que el presidente Herzog. Gantz tuvo su cuarto de hora de gloria. Algo relegado quedó Naftalí Bennett, recién desbancado primer ministro, quien era hasta hace quince días el anfitrión designado y no participó en las reuniones de petit comité. En la política no hay muchas amistades verdaderas, menos hay lealtades. Netanyahu, desde su posición de líder de la oposición, recibió un cálido saludo de Joe Biden, descartando rumores de animadversión entre ambos y colocando a Bibi en la palestra. Todo vale en plena campaña electoral, algo que en Israel parece permanente.
El tema de Irán se tocó. Algunos consideran un logro la declaración americana en el sentido de respetar la unilateralidad de Israel para ejercer acciones en aras de su seguridad. Es verdad. Israel no es un Estado más de la unión, ni debe someterse a la autorización de terceros. Pero son estos terceros quienes, en definitiva, pueden permitir o impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear.
La apertura del espacio aéreo sobre Arabia Saudita, que ayuda en mucho al tráfico entre Israel y varios países ahorrando distancia y combustible, se ha presentado también como un éxito de Biden y la visita. Es verdad. Quizá se ha sobredimensionado un poco este punto, pues resulta en una tímida antesala a una normalización que solo parece conducir a una paz fría con los sauditas.
De un momento a otro se espera que Israel entre al programa de visa waiver. Con esto, los israelíes no necesitarán visa de entrada a Estados Unidos, una opción importante y que redunda en calidad de vida y facilidad de turismo.
Biden está de vuelta en casa. Israel se prepara para una feroz campaña electoral, que sigue apuntando a otro empate de bloques. Desde Gaza, el sábado, salieron varios cohetes, como recordando la imperturbable presencia de Hamás, sus intenciones y acciones. El acuerdo con Irán sigue en las mismas, e Israel se debe preparar para actuar por cuenta propia.
El mercadeo respecto a la vista de Biden y sus resultados ha sido muy bueno. La realidad no dice exactamente lo mismo. Cuesta acortar la distancia entre mercadeo y realidad…