¡Estoy muy emocionado viendo llegar la UIC a sus 70 años! A la vez, me siento sumamente honrado por haber tenido el privilegio de estar al frente de tan digna institución.
70 años atrás nuestros fundadores despertaban llenos de incertidumbre. ¿Cómo empezar, por dónde y con qué recursos podían recuperar la dignidad que les fue despojada y la vida judía que ellos merecían? Jamás se rindieron, soñaron, se organizaron y se unieron. Y el pasar de los años, la gran capacidad humana, el arduo trabajo sumado a su amplia generosidad, crearon este maravilloso legado: la Unión Israelita de Caracas.
Aquella dirigencia no solo construyó con ladrillos y cemento, sino que logró lo más importante: la sensibilización y motivación hacia un trabajo voluntario serio y responsable, que colocó a la comunidad judía de Venezuela en la cima de las comunidades del mundo.
Pero hoy, 70 años después, nuestra dirigencia vive también con incertidumbre, pero en un sentido totalmente diferente; ya no es construir sino mantener, y darle continuidad a todo lo que con tanto esfuerzo se logró construir.
Cada período de una nueva Junta Directiva está colmado de retos y situaciones muy complejas, pero la constante es que el trabajo en equipo de los voluntarios que la conforman permite lograr los objetivos, que no son más que mantener a una UIC comprometida y capaz de satisfacer a plenitud sus necesidades religiosas, educativas, sociales, culturales, políticas, y con total disposición a tender la mano a todo aquel que lo requiera. Una UIC que trabaja con la visión siempre humanitaria de amor al prójimo, justicia y solidaridad, todo esto en línea con el sueño de sus fundadores.
En esta línea, la dirigencia comunitaria, así como sus miembros, deben mirar con coraje y firmeza la nueva realidad de la comunidad. El país y el mundo están viviendo situaciones complejas que nos obligan a tomar decisiones; el decrecimiento de la comunidad, la separación familiar, la distancia y la compleja situación política nos obligan a movernos hacia una nueva economía, a amalgamarnos cada día más entre nosotros mismos y con nuestra institución hermana, venciendo, en aras de la responsabilidad que nuestros miembros han depositado en nosotros, cualquier diferencia para lograr fortalecernos y seguir adelante con este gran proyecto comunitario.
Mis días frente a la UIC fueron de constante aprendizaje. Haber tenido el honor y privilegio de compartir cada difícil situación con sus ex presidentes, sus rabinos, y nutrirme de su experiencia y sabiduría, es algo que valoro y agradezco inmensamente; ese intercambio me ayudó a crecer como ser humano, y me trae los más gratos recuerdos. A todos ellos mi respeto y admiración.
Cierro estas breves líneas afirmando una vez más que tenemos una maravillosa comunidad; luchemos juntos por preservar este valioso patrimonio, digno de orgullo para todos nosotros y ejemplo para el mundo entero. Sin duda vendrán tiempos mejores.
Démosle gracias a Dios todos los días por lo mucho que nos ha dado, y pidamos juntos que nos bendiga, para que la salud, la paz y la felicidad acompañen por siempre a esta comunidad ejemplar.
Me es muy difícil expresar en tan pocas palabras el sentimiento que me embarga en estos momentos, por este homenaje que rendimos a la Unión Israelita de Caracas por sus 70 años de ejemplar y fructífera trayectoria como uno de los pilares fundamentales de nuestra querida comunidad.
Luego de transitar por más de 15 años en el quehacer de nuestra institución, participando en cinco juntas directivas, con cuatro ex presidentes de estilos y caracteres diferentes, pude reafirmar la tesis de que para un líder comunitario, más allá de los intereses personales, existe una comunidad vibrante, integrada, que sigue y debe seguir funcionando a pesar de los inconvenientes que se presenten, y está en nosotros, la dirigencia de turno, garantizar una vida judía y comunitaria plena para nuestros miembros, sin restricciones de ningún tipo, donde podamos practicar nuestros ritos y costumbres a plenitud.
La UIC es nuestro legado. Un legado de nuestros abuelos y padres, los visionarios y emprendedores que hace más de 70 años, dejando de lado sus problemas y vicisitudes, se unieron y organizaron para crear el conjunto de instituciones que tenemos hoy en día. Fueron visionarios que de alguna manera lograron, como si tuvieran una bolita de cristal, adelantarse y divisar el camino de grandeza hacia donde íbamos dirigidos.
La UIC es servicio religioso, Jewra Kadisha, Asistencia Social, Administración, Cultura, Educación, Beit Avot, Arbitraje, Patrimonio, Seguridad, Celebraciones, Fiscales, Hebraica, Integración, Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”, Vaad Hakehilot, CAIV, Nuevo Mundo Israelita, Yájad, Yolanda Katz entre otros, lo que nos da una idea del centenar de funciones que debemos cumplir a diario y que se logran gracias a la dedicación, trabajo, creatividad y esmero de los voluntarios y profesionales que la integran, pudiendo atender a nuestros miembros desde su nacimiento, en todas sus necesidades religiosas, educativas y culturales. En fin, a lo largo de todos estos años, nuestros miembros han podido llevar una vida judía integral.
Si bien es cierto que nuestra comunidad ha venido disminuyendo en número, ya que por diversas razones muchos de nuestros miembros han emigrado hacia otras latitudes, seguimos siendo una kehilá muy importante y de una calidad envidiable. Somos ejemplo para otras comunidades del mundo por nuestras instituciones, por el alto grado de unidad e integración que hay entre las comunidades asquenazí y sefardí, por el nivel de organización y actividades comunitarias, e inclusive por el inmenso aporte a la sociedad venezolana desde el punto de vista científico, cultural, comercial, académico y secular.
La identificación de nuestra comunidad con el Estado de Israel se puede sentir en nuestras actividades, nuestro colegio comunitario, dentro de Hebraica, en fin en nuestro día a día, y debemos seguir esforzándonos en mantener esa conexión, que es lo que nos permite dar continuidad y fortalecer nuestra identidad.
Ser ex presidente de la UIC es una responsabilidad muy importante. Muchos de nosotros hemos presidido no solo la UIC sino diversas instituciones comunitarias o amigas de la comunidad, y siempre seguimos atentos al llamado, cuando se requiere tomar decisiones sobre asuntos de envergadura.Tuve la suerte de contar, en varias oportunidades, con el apoyo de un nutrido grupo de ex presidentes, quienes con sus sabios consejos y vasta experiencia en las lides comunitarias, supieron aportar ideas y soluciones creativas a los más complejos planteamientos que enfrentamos. Logramos reunir en varias oportunidades hasta nueve ex presidentes, lo cual por sí solo habla mucho del compromiso que uno adquiere cuando se une a las filas del voluntariado comunitario y asume estos niveles de responsabilidad.
Nunca debemos dejar de lado la gran responsabilidad de preparar a las generaciones futuras, para que asuman el reto que nosotros asumimos cuando nos llegó el turno, de forma de seguir garantizando la continuidad de la labor que hace más de 70 años iniciaron los visionarios de nuestra comunidad.
Cuando uno asume la presidencia de la Unión Israelita, de la noche a la mañana empieza a entender que la familia a la cual debe dedicársele todo el tiempo creció repentinamente de 10 o 20 miembros, a miles. La Unión Israelita es una gran familia. Las decisiones que uno toma como presidente de una institución comunitaria afectan a todos sus miembros, y definen el futuro que les depara dentro del ámbito de nuestra comunidad.
Afortunadamente, uno no está solo. Contamos con un extraordinario equipo de profesionales y voluntarios altamente comprometidos y que dedican incontables horas para garantizar el normal desenvolvimiento de todos los ámbitos donde se desenvuelven sus miembros. Para todos ustedes vaya mi más profundo sentimiento de admiración, orgullo y agradecimiento. Sin el concurso de cada uno, no es posible realizar esta tarea. El alto sentido de solidaridad, compromiso, mística de trabajo y dedicación por nuestra comunidad han apoyado el crecimiento de nuestras instituciones y el fortalecimiento de nuestros valores milenarios, dejando una huella imborrable en la historia de nuestra comunidad.
Quiero destacar y agradecer el trabajo de nuestros rabinos y nuestras rabaniot. Rabino Emeritus Pynchas Brener, rabino Eitan Weisman y Hadara Weisman, rabino Chaim Raitport y Milka Raitport, por quienes conservo un profundo sentimiento de respeto y admiración por el trabajo que realizan como guías religiosos y espirituales.
En lo personal, estoy muy agradecido y orgulloso de haber podido devolver lo que por tantos años he recibido y seguiré recibiendo de mi comunidad. Nací, crecí, me eduqué, consolidé mis valores judíos e hice lo propio con mis hijos, dentro de una comunidad maravillosa, única en su estilo. Y qué mejor forma de retribuirlo que dedicando el tiempo y esfuerzo personal para garantizar su continuidad. Muchas gracias por haberme dado la oportunidad, el honor y el privilegio de vivir esta enriquecedora experiencia.
Estamos en el mes de Eluly en los próximos celebraremos Rosh Hashana 5781, por lo quiero culminar pidiéndole al todopoderoso: “Y en el libro de la vida, la bendición, la paz y la prosperidad, la salvación, el consuelo y los decretos favorables, seamos nosotros y todo tu pueblo, la Casa de Israel, recordados, inscriptos ante ti, para una vida feliz y para la paz”.
Que nuestros miembros puedan vivir en un ambiente de seguridad, tranquilidad y bienestar dentro de nuestra extraordinaria y ejemplar comunidad, que sea un año de nuevos logros en los acuerdos de paz en Medinat Israel, y que muy pronto el pueblo judío pueda ver realizado su sueño: vivir en paz y armonía donde quiera que se encuentre.
¡Shaná Tová Umetuká 5781 a todos los miembros de nuestra querida comunidad!
La Unión Israelita de Caracas ha sido el eje central de la vida asquenazí en Venezuela, y en conjunto con la institución hermana sefardí, la AIV, han conducido a lo largo de estas décadas todo lo concerniente a las comunidades judías del país.
Se podría resumir en pocas palabras lo que la UIC ha representado en términos de valores, por los cuales esta institución trabaja 24/7, y donde aplica la norma máxima: enseñar con el ejemplo, ser consistentes entre el mensaje y la acción, y sobre todo, el mensaje de nuestras escrituras sagradas y la acción.
Solidaridad. Es una institución que ha estado al lado de todos los miembros que han requerido cualquier servicio de ella, inclusive al lado de no miembros, y también de compatriotas e instituciones no comunitarias. Nunca ocurrió que la UIC dejara de lado a un necesitado pudiendo o no asistirlo; siempre se ha buscado la manera de apoyarlo de algún modo, no dejamos hermanos en el camino.
Respeto. La UIC siempre ha sido cuidadosamente respetuosa de las decisiones y las voluntades de todos. Hemos defendido la amplitud, la tolerancia, la diversidad y heterogeneidad de esta comunidad, como se concibió desde el primer día en que se echaron las bases de la kehilá, no solo dando cabida teórica a toda la diversidad que compone el mundo judío venezolano en cuanto a sus propias características socioeconómicas, culturales y religiosas, sino fomentándola en la realidad, y sin prácticas que pudiesen ejercer presión social de cualquier tipo a favor de alguna opción.
La UIC siempre abrazó a todos los judíos sin distingos, lo continúa haciendo, y procura siempre defender los espacios de todos. Nadie debe sentirse excluido, porque todos pertenecemos al mismo pueblo. No hay más judío ni menos judío que otro, y nadie debe sentirse, ni debe ser tratado, diferente. En este sentido, la UIC ha sido fundamental para mantener el equilibrio; y este mismo equilibrio ha contribuido a que la comunidad se mantenga unida, porque siempre hemos estado conscientes de que la intransigencia a la diversidad solo crearía divisiones y pérdidas, y para muestra veamos en otros países. Esto va más allá del respeto, es una factor de Responsabilidad; no podemos permitirnos la división; la unión del pueblo está señalada en nuestra Torá, en varias oportunidades, como de suma importancia para el Creador, habiendo sido prioritaria frente a distintas actitudes y actos que hubiesen ameritado otro final según está escrito; pero Hashem sobrepuso la importancia de la unión sobre otros hechos. No cabe duda de que la intransigencia divide, y la división debilita, y eso debe evitarse definitivamente.
El párrafo anterior describe la UIC de manera general y sin entrar en infinidad de detalles, que abundan, y que además la gente conocey tomaría muchas páginas para describirlos. Los pioneros en la educación formal, la asistencia social de toda índole a la medida de cada caso, servicios religiosos completos, acompañamiento desde el primer hasta el último día de la vida, y más allá.
Todo ello implica, además de los valores ya específicamente señalados, una poderosa carga de empatía, de voluntad, de honestidad, amor y compasión; valores estos, también, sin los cuales no sería posible lograr esta misión.
Prácticamente, por circunstancias familiares y geográficas, he estado ligado a la UIC desde niño, y me siento co-protagonista de toda esta bella labor, sin importar si aquello fue o no durante mi presidencia. Y hago hincapié en ello, porque la UIC nunca ha sido presidencialista; en ella se han escuchado no solo las voces de toda la amplia Junta Directiva, sino también las de la calle. En forma más puntual, porque me pidieron que lo señale, en mi período se terminó de cristalizar la apertura del colegio de Jabad en el campus de Hebraíca, y se completó el nivel inferior del Pre-escolar del SEC, entre otras cosas. Sin embargo, ambos, como todas las acciones llevadas a cabo en la UIC, fueron el producto de muchos años, muchas juntas directivas de trabajo, que finalmente concluyen en alguna junta. Por ello no llevo memoria exacta de logros, no es una carrera política convencional ni personal, creo que todos hemos sido humildes servidores, y hemos colaborado desinteresadamente en llevar la nave a puerto seguro.
Espero que siempre sea así por muchos años más, y felicito en este aniversario a cada empleado de la institución, a todos nuestros rabinos, a cada voluntario y a cada miembro que con su aporte, sea grande o pequeño, o tan solo con su sonrisa o gestos de apoyo, nos hacen saber que pudimos colaborar con él de alguna manera.
¡Feliz cumpleaños, UIC!
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