Querida Kehilá:
No me será posible estar junto a ustedes durante este Pésaj. Al menos no físicamente, pero como siempre los tendré presentes en mis pensamientos y en mis plegarias. Nuevamente acompaño a mi esposa Martine por motivo de su chequeo médico y tratamiento. Muchísimo agradecemos, mi esposa y yo, los buenos deseos que a cada momento nos hacen llegar. Por favor, sigan rezando por su completa recuperación (por la Refuá de Rut Martine bat Rahel).
Leemos en Maséjet Berajot que está escrito (Tehilim 69:14): “Y yo rezaré a Ti en la hora de la voluntad favorable” (Vaaní Tefilatí-Lejá Hashem Et Ratzón). ¿Y cuándo es la hora favorable, el momento oportuno, para la voluntad de Hashem? Rabí Shimón bar Yojai enseñaba que cuando la comunidad reza en conjunto y unida, ningún rezo tiene tanta fuerza como este. Nisán es el mes de los milagros, y sin embargo Hashem hace milagros por nosotros diariamente a lo largo de todo el año. La vida en sí misma es un milagro. Entonces, ¿por qué decimos que Nisán es el mes de los milagros?
Porque Nisán está consagrado al incomparable, maravilloso y preciado milagro de la libertad, el mayor bien que Hashem pueda concedernos. Nisán es el mes de la Gueulá. Por eso cada quien, en cada generación, debe sentir como si él mismo hubiese salido de Mitzráim. Pues está escrito (Shemot 13:8): “Y le dirás a tu hijo en aquel día: Por eso me hizo el Eterno salir de Egipto”. Nisán es también, por lo tanto, el mes de la transformación. El mes en el que Hashem todo lo cambia para bien: opresión en libertad, oscuridad en luz, aflicción en alegría, e ignorancia —a través de la Torá— en sabiduría.
Que así sea este Pésaj para nuestra comunidad. Que la mano poderosa de Hashem nos traiga redención para nosotros, para Am Israel y para todas las naciones del mundo. Y así podamos, la noche del Séder, decir y entonar en su pleno significado y llenos de agradecimiento la frase Dayénu, pues Hashem, en su infinita misericordia, nos concede más de lo que merecemos y más de lo que necesitamos.
Espero pronto volver a estar con ustedes que conforman, y no me cansaré de decirlo, la mejor comunidad del mundo, la cual siempre me ha tratado con respeto y generosidad, y me ha demostrado su fidelidad y amor en innumerables ocasiones a lo largo de más de cuarenta años. Le pido al Todopoderoso que me permita continuar sirviéndoles de la mejor manera posible.
Jag Sameaj y un gran abrazo,
Su Rabino
Isaac Cohen