En esta oportunidad la Torá nos muestra un aspecto muy particular de la forma cómo Dios se relaciona con nosotros.
“Y habló Dios a Moshé, diciendo: Venguen la venganza de los hijos de Israel de parte de los Midianim, después te reunirás a tu pueblo. Y habló Moshé al pueblo, diciendo: Alisten de ustedes hombres al ejercito, y estarán dispuestos sobre Midián, para ofrecer la venganza de Dios en Midián”. (31, 1-3)
Todos los comentaristas hacen notar que la orden de Dios era salir a la guerra con la intención de tomar venganza de lo que el pueblo de Midián hizo con Israel, pues les hicieron pecar con faltas muy graves; promiscuidad e idolatría. Israel, de ocupar un nivel espiritual sumamente elevado, tan cercano al Todopoderoso, cae al piso, a un sitio donde también a un gentil le provocaría vergüenza. Pero Moshé les pidió salir a la guerra con el único pensamiento en la mente: vengar el agravio que hicieron los Midianim en contra de Dios. Pues faltar a Su Voluntad o provocar que otros se opongan a Él es una ofensa directa que solo la espada podría reparar.
Y cabe preguntar: ¿acaso en el plan no era salir a la guerra contra MIdián? La idea que tuvo Balak de contratar a Bilam era para vencer a Israel, quien estaba a punto de atacarlos y vencerlos, como hizo con Sijón y Og. ¡De todas formas Israel tenía que pelear contra ellos!
Sí, pero hay que saber: en el judaísmo las intenciones no son menos importantes que la acción misma. El Shulján Aruj determina que todas las mitzvot precisan ser acompañadas de la correcta intención y, sin ella, la acción pasa de ser un acto espiritual elevado, con la suficiente fuerza para alcanzar altos estratos en el plano celestial, a un simple acto reflejo –si se puede decir–.
La guerra de Midián paso de ser una simple acción bélica –cuyo propósito era desplazar a un enemigo– a movimiento espiritual que consiguió educar al pueblo de Israel en valores morales y en el sentido del honor, tanto del Todopoderoso como de cada uno y uno de ellos.
Cuando el sentimiento de venganza se despierta todos los sentidos se dirigen a un solo objetivo: a calmar un ardor interno, a saldar una cuenta pendiente; cierto grado de “fanatismo” se aviva, y es lo que quiso Dios generar en el corazón de Israel. Pues si consuman esa acción con pasión, la ganancia será que Israel incorporará en su naturaleza espiritual el rechazo a la promiscuidad, el aborrecimiento a la idolatría, y a todo lo que se le parezca
El orgullo personal y el del Creador del universo es el mismo. Así lo señala Rashí:“Por cuanto se dispusieron en contra de Israel, se considera como si se hubieran levantado en contra de Dios mismo”.
Cada uno de nosotros debe considerarse representante de Dios en este mundo. Si nuestro sentido espiritual y nuestros valores morales decaen, también nuestra consideración y estima hacia el Todopoderoso menguarán y nuestra respuesta deberá centrarse en restablecer ese honor.
La venganza es dulce cuando nos hace mejorar como seres humanos, cuando nos preocupamos en celar el nombre de Quien nos ha dado todo.
Shabat Shalom