Qué posibilidades de éxito puede tener una sociedad que solo se regodea ante la muerte del otro, una sociedad dividida en su liderazgo, uno que es radical y cuyo único objetivo es la destrucción del Estado de Israel, y el otro que es visto como corrupto y cuyo único interés es mantenerse en el poder, aprovechando los recursos que otros países y organismos Internacionales les suministran para administrar un supuesto futuro Estado independiente.
Las tierras conquistadas en algún momento de la historia por el profeta Mahoma no pueden estar en manos de otros que no pertenezcan a la fe islámica. El mundo árabe se ha venido dividiendo en los últimos tiempos, en cuanto a esta visión primigenia de no aceptar que un Estado no islámico pueda convivir en medio de ellos.
Si bien es cierto que desde principios del siglo XX hubo importantes matanzas de judíos en Palestina, antes de la independencia del Estado de Israel, y que a partir de ese hecho histórico los países árabes, en conjunto de hasta cinco de ellos, no pudieron cumplir con su objetivo de echar a los judíos al mar, intentándolo en 1948, 1956, 1967 y 1973 en guerras convencionales que los obligaron a cambiar de estrategia, con la utilización del terrorismo como arma que tendría en vilo constante a la población judía, y además, para mediados de los años 1970 (no antes) promovieron una campaña mundial de deslegitimación de la imagen del Estado de Israel ante la supuesta opresión del pueblo palestino, que hasta entonces no había estado nunca en boca de alguien, ni de árabes, ni de antisionistas, ni de antisemitas.
Esta visión maniquea del judío y del Estado de Israel ha ido teniendo un giro gradual, lento pero giro al fin en el mundo árabe, que a pesar de que siempre tuvieron el compromiso de la resolución del problema palestino-israelí, como requisito sine qua non para que algún país musulmán se atreviese a iniciar algún tipo de relaciones con Israel, se han dado cuenta de que el liderazgo palestino no está muy interesado en llegar a entendimientos o avances en las negociaciones para dirimir las controversias que mantienen desde hace décadas y que no solo no hay avances, después de lo firmado en los Acuerdos de Oslo de mediados de los 90, sino que se han profundizado en la población palestina el odio, el resentimiento y la violencia contra los israelíes en los últimos tiempos.
A pesar de lo anterior, Emiratos Árabes Unidos y el Reino de Bahrein han dado un paso valiente, en medio de toda esta violencia suicida de parte de la sociedad palestina, que no encuentra la forma de canalizar sus frustraciones internas sino a través del asesinato y el terrorismo.
Junto a los países árabes arriba mencionados, podemos nombrar también a Sudán, Marruecos, los tradicionales Egipto y Jordania, y el acercamiento importantísimo del príncipe heredero de Arabia Saudita Mohamed Bin Salmán con el Estado judío, quien como líder del mundo sunita (que representa más del 80% del mundo islámico) pudiera desencadenar en los próximos años una avalancha de países musulmanes acercándose a Israel, para iniciar o estrechar relaciones lo que, como todos sabemos, en el Medio Oriente se manejado hasta ahora con un perfil bajo para no herir susceptibilidades de los palestinos.
Lo que sí es terrible, desolador y nos llama profundamente a la reflexión desde aquellas palabras de la gigantesca personalidad que fue para el pueblo judío y para el mundo libre Golda Meir, cuando dijo: “La paz llegará cuando los árabes amen a sus hijos más de lo que nos odian a nosotros”, o cuando expresó “Podemos perdonar a los árabes por matar a nuestros hijos, pero nunca les vamos a perdonar el hacernos matar a los suyos”.
Si pensamos por un momento que estas frases fueron pronunciadas hace más de 50 años y que hoy en día siguen igual de vigentes, sobre todo en relación a los palestinos, nos podemos dar una idea de que no ha habido avance alguno, aunque sea mínimo, en tratar de consensuar desde lo más sencillo hasta lo más complejo de la controversia histórica entre ambos pueblos, encontrándonos en un callejón sin salida, sobre todo para los palestinos.
Ver a una madre palestina regalando caramelos porque su hijo se inmoló cometiendo un acto terrorista para matar civiles indefensos, es lo más aberrante que uno puede observar.
Las madres palestinas, el liderazgo, los medios de comunicación, la educación, todo el sistema que ellos exaltan, está mal; masticarán y tragarán su odio una y otra vez, y así indefinidamente mientras sigan vigentes las palabras de Golda Meir.
Ellos masticarán y tragarán su veneno, pero nunca conseguirán su objetivo, hasta que entiendan que la paz y la convivencia uno al lado de otro son el único camino.