Un siglo de vida cumplió hace pocos días la doctora Margot Slodzina de Labunsky, destacada figura de nuestra comunidad. Generaciones enteras la recuerdan, entre otras de sus actividades, como docente del Colegio Moral y Luces, siempre serena, amable y ecuánime.
En lugar de celebrar este cumpleaños con una fría semblanza, publicamos dos testimonios: el de su hija Débora Labunsky Silberman, y el de una amiga hoy radicada en Israel
Mi mamá nació en Alemania, y creció como hija única en una familia mediano-burguesa judía en Colonia. Los recuerdos de su infancia son muy buenos entre familia, colegio y sociedad en general. En 1934, cuando tenía 12 años, mi abuelo decidió irse con su familia “temporalmente, hasta que el loco (Hitler) se vaya” a España, donde tenía un amigo que lo animó a ir para allá. Pasaron los primeros dos años en Madrid, mi mamá terminó su bachillerato allá, y cuando las tropas falangistas llegaron se mudaron a Barcelona.
Su vida en esa ciudad trascurrió con bastante normalidad; era poco lo que se sabía de lo que estaba ocurriendo en el resto de Europa. Llegaban cartas de los familiares que se quedaron en Alemania: algunos habían sido deportados a los campos, y otros, como algunos de sus primos, habían sido evacuados en los kindertransports a Inglaterra.
A mi familia en España le tocó la guerra civil; mi mamá recuerda que los jóvenes estaban sentados en un café, cuando sonaban las alarmas corrían a los refugios, y al pasar el peligro salían y volvían al café.
Margot Labunsky, la satisfacción de un siglo bien vivido
(Foto cortesía de la familia)
Mi mamá comenzó a trabajar dando clases de inglés y alemán en la Escuela Suiza, y a la vez empezó a estudiar Derecho en la Universidad de Barcelona. Cuando Franco hizo el pacto con Hitler y Mussolini de que deportarían a los judíos que no fuesen nacionales de España a sus países de origen, mi familia se vio obligada a marcharse al lugar que los recibiera, fuera el que fuera. Se enteraron de que en Cádiz había un «cónsul» de Venezuela que vendía visas por $5, y así se embarcaron a Venezuela o para donde llegara el barco.
Durante la travesía mi mamá se relacionó con algunos venezolanos que viajaban como turistas, así como con otros viajeros. Pero al llegar a Venezuela no pudieron desembarcar, porque las visas obviamente eran falsas; no tenían idea de cuál sería su destino en el próximo puerto. Pero a medianoche los llamaron por el altoparlante del barco, diciendo que la familia Slodzina podía bajar y entrar en Venezuela. Nunca supieron quién intervino a su favor, pero de esa manera llegaron a esta Tierra de Gracia.
Cuando éramos niñas no existían grados en el colegio para nosotras. Más tarde los jóvenes de entonces, con muchos valores, nos reuníamos para ir a excursiones, cantábamos canciones en hebreo, y hacíamos actos culturales donde mi papá también era muy activo.
Entre esos jóvenes estaba Margot (entonces de 23 años), Ulu Eder, Bertha Adest, los Faierman, Moisés Berlín. Entonces conocí a Margot, y siempre hemos estado en contacto. Ella se casó con Francisco Labunsky, quien la adoraba.
Junto a su hija Débora (Foto cortesía de la familia)
Pasaron los años. Cuando cerraron la Universidad Central de Venezuela, ella me llamó para que organizara un grupo y fundáramos la Sociedad de Padres y Maestros, que llamamos Soprem, y yo la presidí hasta mi salida para Israel.
Ella viajaba a menudo a Israel y siempre nos encontrábamos, hasta cuando ella cumplió los 90 y quiso que la llevara a conocer Batéi Avot para decidir cuál escogería para vivir.
Estuvimos varios días en eso. En uno de ellos, su hija nos acompañó, ¡muy dulce! Al final del día, la más inteligente de las mujeres me dio una lección de vida. Sus palabras fueron de agradecimiento por lo que le había mostrado, y me dijo que todos los lugares eran interesantes, acogedores, unos más lujosos que otros, pero… “Cuando abres la puerta de tu cuarto o apartamento todo lo que ves son caras ancianas. Tengo 90, pero no estoy lista para rodearme de ancianos”.
La recordé mucho cuando, al poco tiempo, me ofrecieron en Ahuzat Bait regalarme el pago inicial (cientos de miles de shekels) y pagar solo la cuota mensual, con la condición de que los autorizara a usar fotos donde mi mamá y yo recomendábamos el sitio que yo escogí por lo bien que la habían tratado a ella.
“Margot Labunsky es una activista integral, su descripción es sencilla y exacta: una mujer bella en todo el sentido de la palabra. Es bella por su modestia y bondad. Su consideración hacia el prójimo ha sido un rasgo característico de su vida, de su personalidad, de su hacer comunitario. Su defensa de los más necesitados, estén donde estén, es legendaria”
David Benzaquén, presidente de la AIV,
durante la entrega del Premio al Mérito Comunitario en 2009
Les pedí que me dieran un tiempo para pensarlo. Mi mamá, pobrecita, estaba encantada con la idea, y yo pensaba en lo bueno que sería para mis hijos saber que mi futuro estaba resuelto.
Pero mis hijos pensaron como Margot: “¡De ninguna manera! ¡Envejecerás más rápidamente rodeada de ancianos!”.
Así que preferí rodearme de jóvenes cheverísimas y otras jóvenes de otros grupos, y aquí me tienen.
Tomé la mejor decisión gracias a mis hijos, y a Margot.
Breve hoja de vida
1942: Se estableció con su familia en Caracas. Poco después fundó junto a otros jóvenes judíos el grupo sionista Kadima.
1944: Formó parte de una comisión que estudió la posibilidad de crear un Kindergarten para la comunidad asquenazí.
1945: Contrajo matrimonio con Francisco Labunsky, quien más tarde presidió la Unión Israelita de Caracas.
1946: Aun antes de terminar su carrera universitaria, y a petición del director David A. Gross, comenzó a enseñar Historia Hebrea en el Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”, donde trabajó como docente y luego directora de Materias Judaicas.
1946: Se graduó de abogado en la UCV. Ejerció en su propio bufete hasta 1972, a la par que cumplía sus compromisos comunitarios.
1969-1971: Directora del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik”.
1972: Se radicó en Haifa, Israel; regresó a Venezuela en 1990, para estar con sus hijas y nietos.
1990- 1994: Se desempeñó como Gerente General de la Unión Israelita de Caracas.
1994-2009: Fue Gerente del Keren Kayemet LeIsrael en Venezuela.
2009: La AIV le otorgó el Premio al Mérito Comunitario.