C on la amplia convocatoria que caracteriza todas sus actividades, el pasado 26 de junio el Instituto Cultural Venezolano-Israelí celebró sus seis décadas de existencia en la sede de la Fraternidad Hebrea B’nai B’rith.
Tras una introducción a cargo de Celina Bentata, secretaria general del ICVI, tomó la palabra su director, Elieser Rotkopf, quien hizo un breve recuento histórico de las relaciones entre Venezuela e Israel, como parte del cual destacó: “Debemos mencionar con orgullo que Venezuela votó a favor del nacimiento del Estado de Israel, cuando era presidente Rómulo Gallegos y canciller Andrés Eloy Blanco, dos glorias intelectuales de Venezuela y del continente (…) Tenemos la esperanza de que los lazos de amistad que siempre unieron a Venezuela e Israel retornen, y se restablezcan las relaciones diplomáticas. El ICVI eleva la copa de la amistad y confraternidad para que la palabra, la letra y la acción abran el surco del entendimiento”.
A continuación Freddy Malpica, presidente de la institución, se dirigió al público haciendo referencia a otros detalles del apoyo venezolano a la creación del Estado judío: “Un grupo de notables venezolanos, de diferentes profesiones y tendencias políticas, constituye el Comité Venezolano Pro-Palestina, presidido por el reconocido intelectual y diplomático José Nucete Sardi, y luego por el poeta del pueblo y político Andrés Eloy Blanco. De inmediato se manifiesta la solidaridad de nuestro pueblo con la causa judía; diariamente el Comité recibe numerosas adhesiones de sectores académicos, estudiantiles, empresariales, sindicales y populares. Esta voluntad popular se complementa con la actitud proactiva del gobierno en la misma dirección”.
Continuó Malpica: “A mediados de 1956, cuando ya se observa el descontento popular con la dictadura, un modesto grupo de venezolanos decide la creación del Instituto Cultural Venezolano-Israelí, bajo la presidencia de Mariano Picón Salas. El ICVI asume el compromiso de cultivar la buena voluntad entre nuestros pueblos sobre la base de la justicia, la libertad y la paz. Este compromiso es la razón de ser del ICVI (…) Nuestra trayectoria ha sido el esfuerzo de varias generaciones de venezolanos que decidieron aportar sus ideas y trabajo para hacer realidad la noble causa de vincular a nuestros pueblos.
(…) Hace siete años, el gobierno nacional expulsó al embajador de Israel y rompió relaciones diplomáticas con la nación hebrea. Ante esta circunstancia, el ICVI decidió emprender un amplio programa de esclarecimiento sobre la situación en el Medio Oriente. En los últimos años las circunstancias han sido especialmente adversas; a pesar de ello, hemos ampliado la cobertura social y geográfica de nuestros programas para llegar a la juventud venezolana”.
El orador de orden en este acto fue Luis Ugalde, s.j., destacado intelectual y ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello. A continuación reproducimos fragmentos relevantes de su intervención, que causó un profundo impacto emocional en los presentes:
“En un mundo tan dividido y de fanatismos excluyentes, la celebración del aniversario de una iniciativa cultural de fraternidad de pueblos y de confluencia de identidades nos lleva a la acción de gracias desbordada de alegría”.
“¿Qué celebramos hoy? Ese desierto que florece, esa libertad emocionada, esa cosecha abundante y bien trabajada; celebramos la trasformación del destierro a Venezuela en tierra prometida venezolana, donde dos pueblos se hacen uno. Es lo que celebramos en los 60 años del Instituto Cultural Venezolano-Israelí. Aquí no hay regreso del destierro de Babilonia, sino con versión del destierro en tierra de promisión propia, la trasformación del desierto en vergel y la creación de un nuevo hogar donde, sin renunciar a los orígenes y a la identidad propia, los judíos se sienten invitados a brindar a Venezuela lo mejor de sí. Por eso el Instituto es ‘Venezolano-Israelí’, sin conflicto ni contradicción de una y otra identidad sino con enriquecimiento mutuo. Es la semilla judía en Venezuela, que ha dado abundante cosecha. Lo que fue destierro por la huida de la persecución y expulsión de sus países de origen, se convirtió en Venezuela en trabajo creativo, siembra y cosecha fecunda”.
“La otra clave hay que buscarla en la calidad de la tierra que los recibió, cuando todo en el mundo parecía persecución, exilio forzado, miedo e incertidumbre. Nada más tocar tierra venezolana las lágrimas se convirtieron en esperanza y el miedo en abrazo de bienvenida de los hermanos desconocidos. El destierro se trasformó en tierra prometida, y el esfuerzo creador convirtió el desierto en vergel”.
“La naturaleza es sabia y enseña al que quiere escucharla. Nada hay más venezolano que el mango, la caña de azúcar, el café y los rebaños de ganado vacuno y caballar que dan vida al paisaje llanero. Sin embargo nada de ello es autóctono, sino que fue traído de fuera, y la buena semilla se convirtió en bendición de la tierra que la abrazó y en vida para su gente”.
“Así es Venezuela, por ello en este más de medio siglo del Instituto Cultural Venezolano-Israelí el tema no ha sido el enderezamiento de una mutua relación problemática, sino cómo mirar, actuar y producir juntos en los problemas del país y del mundo. En su reciente visita a la Gran Sinagoga de Roma, el papa Francisco nos animaba a mirar los problemas de hoy y aportar juntos: ‘Junto con las cuestiones teológicas no debemos perder de vista los grandes desafíos que afronta el mundo de hoy’. Y yo acentuaría para nosotros lo que nos pide a gritos la Venezuela de hoy. Pienso que el mejor fruto de esta celebración aniversario, en esta hora venezolana de oscuridad y de desesperación, es convertirnos en luz y esperanza de vida, de justicia, de libertad y de democracia, con verdadera solidaridad y creatividad para que Venezuela renazca de sus ruinas actuales”.
Redacción NMI.
Fotos: José Esparragoza y Vanessa Friedman.