El universo fue creado en seis días. El sexto día, Dios creó el ser humano, su última creación. El cielo y la tierra, los océanos y las montañas, los árboles y los animales precedieron al hombre. ¿Por qué? ¿Acaso no es el ser humano lo más sublime de la creación? Merecía, entonces, ser el primero.
Una de las respuestas afirma que, en efecto, los humanos somos la máxima creación, pero nuestra sobrevivencia dependía de que el primer hombre, Adam, necesitaba que todas las maravillas que componen nuestro planeta estuviesen ya a su disposición.
Igual sucede en Sefer Vayikrá, en cuya lectura estamos enfrascados hace unos cuantos Shabatot, y faltan unos cuantos más para culminarlo este año.
Las primeras parashot de Vayikrá se refieren a las diferentes ofrendas y sacrificios en el Mishkán. A partir de esta parashá, Tazría, se comienza a tocar lo referente a las leyes que toman en consideración directamente al pueblo hebreo; se refiere ya al tratamiento que se le debe dar a la mujer que da a luz, como se actúa con aquel que sufre de lepra, etc.
Según el Midrash, dejar al ser humano de último es para indicarnos que si logramos cumplir nuestra misión en este mundo, podemos considerarnos como el objeto primordial de la creación divina; en caso de que no cumplirlo, entonces debemos estar conscientes que debemos actuar con extrema humildad, pues criaturas aparentemente inferiores nos precedieron en la creación del universo.
No obstante lo expuesto hasta el momento, se debe tener claro que a pesar de aparentar los animales lo que pudiese ser una evidente superioridad a la especie humana, ya que en apariencia son más fuertes y resistentes a los fenómenos naturales, encuentran su sustento directamente de la naturaleza que los rodea, no requieren protegerse del medio ambiente, etc. Aun así, el ser humano se considera el clímax, la meta de la creación.
Todo lo que fue creado fue para el beneficio de Adam. Dios lo designó como el máximo responsable del bienestar del planeta, siempre y cuando cumpliera la labor encomendada: comportarse de acuerdo a las normas que le establece Dios en la Torá, cumpliendo las mitzvot, y entonces poder seguir la senda de moral y ética que se requiere de nosotros.
Por eso nos dice el Midrash: si lograste el objetivo y vives acorde a su voluntad, eres el primero en importancia en este mundo. Todo lo que fue creado anteriormente al primer hombre, y a su descendencia, es para servirlo. Si por el contrario malgasta el tiempo viviendo alejado de los principios antes mencionados, lo que fue creado antes del humano es más meritorio. Esas creaciones anteriores sí cumplen con su cometido; tú no.
Cada persona debería tomar en cuenta y estar consciente que sus acciones pueden elevarlo a un nivel inclusive superior al de los ángeles, pero también pueden llevarlo a un nivel inferior al de los animales. Depende de cómo actúa según su libre albedrío.
Aprovechemos nuestras vidas seamos y lo más importante en este mundo. ¡Cumplamos nuestra meta y misión!