L os periodistas y líderes políticos tienen una misión común, que a menudo hace que sus intereses se vean enfrentados: promover una mejor sociedad. Los periodistas lo hacen a través de responsabilizar a aquellos que impiden el buen desarrollo de la sociedad, influenciando así a la opinión pública y generando movimientos sociales. Los políticos lo hacen a través de promover sus ideologías e intentar aplicar políticas sociales o de Estado que, a su parecer, tienen una buena finalidad. Hay un asunto en el que tanto periodistas como políticos abandonan cotidianamente este objetivo, impidiendo una verdadera posibilidad de paz y desarrollo: el caso de Israel.
Gran parte de los periodistas de los principales medios de comunicación de América Latina intentan “ayudar” a la causa palestina a través de la crítica al Estado de Israel y el apoyo incondicional a los palestinos. Los líderes políticos hacen lo mismo; solo que, en vez de usar el micrófono, lo hacen a través de las votaciones de sus países en organizaciones como las Naciones Unidas. Ambos utilizan su privilegiada posición para asistir a una causa que creen justa y moral. Sin embargo, sus acciones no hacen más que alejar la paz entre israelíes y palestinos.
Sin entrar a discutir la legitimidad y naturaleza de la causa palestina, hay que entender el punto absurdo al que se ha llegado. Líderes palestinos electos, bien sea el “pacifista” Mahmud Abbas o el líder terrorista Ismail Haniye, hacen llamados abiertos de apoyo a los “mártires” palestinos que realizan ataques terroristas contra Israel. Ambos movimientos políticos, al-Fatah y Hamás, utilizan el dinero del pueblo palestino para fomentar el terrorismo, bien sea pagando “compensaciones” a las familias de los terroristas o invirtiéndolo en construir túneles para atacar a Israel. Millones de dólares se dedican cada año a asistir al terrorismo en lugar de a la población.
El bienestar del pueblo palestino y el desarrollo de su sociedad dependen en gran parte de las decisiones de sus líderes; cualquier persona interesada en los palestinos debería elevar una fuerte crítica contra el liderazgo palestino. Sin embargo, políticos y periodistas, a priori preocupados por los palestinos, callan frente a los atropellos de esos líderes y acusan a Israel de cualquier mal que sufra el pueblo palestino.
No solo esto: los periodistas han convertido ya en costumbre la falta de crítica al terrorismo palestino, brindándole así un apoyo incondicional que socava cualquier opción de paz o entendimiento. ¿Cómo podemos pretender que haya paz entre Israel y los palestinos, si el mundo apoya que sigan usándose cuchillos para apuñalar israelíes cada semana, o si los gobiernos se mantienen en silencio cuando una niña de 13 años es apuñalada a muerte por un terrorista palestino?
El apoyo incondicional tiene una consecuencia directa: irresponsabilidad. Mientras los periodistas y líderes políticos sigan apoyando al actual liderazgo, no harán más que crear en esos líderes una sensación de imbatibilidad e impunidad, con la que podrán seguir atropellando a Israel y en especial a su pueblo, sin que nadie eleve su voz para una verdadera paz.
Además, es imposible la paz si cada vez que Israel propone conversaciones directas los palestinos se escapan a la arena internacional; ellos entienden que así reciben el apoyo automático de decenas de países ocupados en atacar a Israel, y poco preocupados verdaderamente del futuro del Medio Oriente. Los palestinos nunca se sentarán a negociar de forma seria mientras tengan ese “escape” internacional.
Otro importante ejemplo de los problemas que genera el apoyo incondicional son los intentos palestinos por desconectar al pueblo judío de su pasado histórico en la tierra de Israel. Las votaciones en la Unesco negando la historia judía de Jerusalén no van a cambiar la realidad de que millones de judíos a nivel mundial están conectados a la ciudad y su historia. Aunque la Unesco se empeñe en “desaparecer” la historia judía, los judíos no abandonarán su capital eterna.
La única verdadera amiga de la paz es la verdad. La paz no se conseguirá a través de mentiras e irresponsabilidad. A quien realmente le importen los palestinos no debería concentrarse en mostrarles su apoyo incondicional, sino en asegurarse de que la verdad sea la principal protagonista.
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[…] Fuente: nmidigital […]