Manfred Gerstenfeld*
Si bien el número de incidentes antisemitas en todo el mundo aumentó en 2020, hubo varios desarrollos positivos en la lucha contra este tipo de odio.
La decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de que los gobiernos flamenco y valón solo pueden permitir el sacrificio ritual de animales después del aturdimiento fue un acto antisemita importante. También afecta a parte de la población musulmana. Cuando Hitler llegó al poder, el gobierno nazi introdujo una medida similar en Alemania, ya que se ajustaba a sus políticas antisemitas.
Aunque la Corte Europea respaldó efectivamente el enfoque de Hitler, es posible que los jueces ignoraran el carácter antisemita de su fallo. El antisemitismo nacido de la ignorancia es una de las muchas cepas del odio. El tribunal escribió que su sentencia logra un «equilibrio justo» entre el bienestar animal y la religión. Esto es falso. Los judíos que observan las leyes de su religión tienen prohibido comer animales que hayan sido aturdidos antes del sacrificio. Por tanto, no hay ningún equilibrio. La decisión del tribunal debe verse como un paso más en la cultura antisemita de más de mil años que impregna a las sociedades europeas, ya sea que los jueces lo supieran o no.
Sin embargo, 2020 también vio una serie de desarrollos positivos en la batalla contra el antisemitismo. Los más importantes son el resultado de las políticas iniciadas por la administración Trump. Su decisión de detener el financiamiento estadounidense de la Autoridad Palestina fue un paso importante contra el antisemitismo. No se pondrá más dinero del gobierno de Estados Unidos a disposición de una organización que recompensa a los asesinos de judíos.
Años antes de establecer relaciones diplomáticas con Israel, el rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Khalifa, se había reunido en Manama con Marvin Hier y Abraham Cooper, líderes del Centro Simon Wiesenthal. El Centro para la Coexistencia de Bahrein enseña cómo luchar contra el antisemitismo
(Foto: The Jerusalem Post)
El cese de la financiación estadounidense a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Medio Oriente (UNRWA) entra en la misma categoría. Esa agencia de la ONU financia literatura de odio contra Israel y la pone a disposición de las escuelas palestinas, entre muchos otros actos antisemitas. Una renovación del financiamiento por parte de la administración de Biden a la UNRWA, que podría calificar falsamente como «ayuda humanitaria», constituiría un acto de antisemitismo.
Dentro del amplio marco de las políticas de la administración Trump, varias otras medidas favorables a Israel tuvieron un efecto positivo en la batalla contra el antisemitismo. Durante su visita a Israel en noviembre de 2020, el secretario de Estado Mike Pompeo anunció que EEUU considera que el movimiento BDS de boicot contra Israel es antisemita. De hecho, existe una amplia documentación de la profunda motivación antisemita de los iniciadores y principales promotores del BDS.
Otro tema importante que surgió apenas marginalmente (no hubo seguimiento) ocurrió en los últimos días antes de las elecciones presidenciales de EEUU en noviembre de 2020. Fuentes del gobierno de Trump dieron a conocer que el Departamento de Estado podría declarar como antisemitas a tres importantes organizaciones de derechos humanos: Human Rights Watch, Amnistía Internacional y Oxfam. Esto no fue una novedad para los expertos en antisemitismo, pero escucharlo expresado en los círculos del gobierno de Estados Unidos fue un radical paso hacia adelante. Esas organizaciones pueden describirse como practicantes del «antisemitismo de los bienhechores». El concepto es simple: si una organización o persona realiza principalmente acciones percibidas como meritorias, se le concede un margen de maniobra para comportarse mal en otros asuntos, incluso en un grado extremo. Estas tres importantes ONGs y muchas otras han utilizado tal libertad para difundir ideas antisemitas sobre Israel. Las ONG “bienhechoras” frecuentemente incitan contra, difaman y demonizan a Israel, mientras permanecen en gran parte en silencio sobre la cultura de crimen y muerte que impregnan la sociedad y el liderazgo palestino.
Otro avance importante fue la publicación del informe de la Comisión Británica de Igualdad y Derechos Humanos (CEDH) sobre el antisemitismo dentro del Partido Laborista. Este documento sumamente crítico se publicó a finales de octubre. La CEDH encontró que la oficina de Jeremy Corbyn, el anterior presidente del partido, “interfirió políticamente” de forma ilegal en casi dos docenas de casos de antisemitismo.
Una renovación del financiamiento por parte de la administración de Biden a la UNRWA, que podría calificar falsamente como «ayuda humanitaria», constituiría un acto de antisemitismo
Tres organizaciones judías británicas importantes —la Junta de Diputados de los Judíos Británicos, el Consejo de Dirigentes Judíos y el Community Security Trust— señalaron posteriormente en una declaración: “Jeremy Corbyn será culpado con razón por lo que ha hecho con los judíos y los laboristas, pero la verdad es más inquietante, ya que era poco más que la figura visible de las viejas y nuevas actitudes antijudías. Todo esto fue posible por aquellos que deliberadamente hicieron la vista gorda».
Corbyn reaccionó al informe diciendo que las acusaciones de antisemitismo fueron «dramáticamente exageradas por razones políticas», momento en el que el secretario general laborista, David Evans, lo suspendió del partido. Corbyn también perdió el escaño de su partido laborista, lo que significa que ahora se sienta como parlamentario independiente en la Cámara de los Comunes (menos de tres semanas después el Comité Ejecutivo Nacional reintegró a Corbyn como miembro del Partido Laborista, pero el actual presidente del partido, Keir Starmer, ha dicho que Corbyn no volverá a ocupar el escaño laborista).
En el marco de los comúnmente llamados Acuerdos de Abraham, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos acordaron la normalización de relaciones con Israel. Bahrein e Israel también decidieron que lucharán conjuntamente contra el antisemitismo; esa nación se convirtió en el primer país árabe en aceptar la definición de antisemitismo de la Alianza International para el Recuerdo del Holocausto (IHRA).
El número de países, ciudades y organizaciones que han aceptado la definición de la IHRA aumentó en 2020. Incluyen Londres y Berlín, una variedad de universidades, la gran mayoría de los equipos de fútbol de la Premier League inglesa y diversas organizaciones de la sociedad civil.
El año 2020 también vio a países y entidades contratar coordinadores para guiar sus esfuerzos en la lucha contra el antisemitismo. Un nombramiento importante fue el del ex ministro de justicia canadiense Irwin Cotler como enviado especial de ese país para preservar el recuerdo del Holocausto y combatir el antisemitismo. Cotler es un abogado internacional de derechos humanos muy respetado, con amplia experiencia en el estudio de las tendencias del antisemitismo.
El número de países, ciudades y organizaciones que han aceptado la definición de antisemitismo de la IHRA aumentó en 2020. Incluyen Londres y Berlín, una variedad de universidades, la gran mayoría de los equipos de fútbol de la Premier League inglesa y diversas organizaciones de la sociedad civil
En Alemania, donde ya había algunos de esos coordinadores, se nombraron nuevos. Una elección particularmente importante fue la del politólogo Samuel Salzborn como comisionado de antisemitismo de Berlín. Holanda anunció que nombrará a un comisionado de este tipo en 2021.
A lo anterior se podría añadir que el Consejo Europeo, que agrupa a los jefes de los Estados miembros de la UE, emitió una declaración contra el antisemitismo. Tiene cierto mérito, aunque no abordó muchas cuestiones relevantes.
Si bien la situación general con respecto al antisemitismo en el mundo continúa deteriorándose, los puntos brillantes de 2020 indican que se están logrando importantes logros en la batalla contra esta forma de odio.
*Investigador del BESA Center, ex presidente del Comité Directivo del Jerusalem Center for Public Affairs, y autor de The War of a Million Cuts.
Fuente: Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos (BESA Center), Jerusalén.
Traducción NMI.