Medio siglo más tarde, los soldados que cayeron en la guerra más larga de Israel no solo son dignos de ser honrados, sino que la guerra contenía muchos paralelos con el manejo de Israel de nuestro conflicto con los palestinos
A pesar de que fue la guerra más larga en la historia de Israel (duró unos 1000 días), de las muchas bajas (alrededor de 1000), y del hecho de que se llevó a cabo en tres frentes diferentes, parece que la Guerra de Desgaste se ha borrado de la conciencia colectiva de la sociedad israelí, ciertamente en comparación con otras guerras.
Solo se han erigido unos pocos monumentos conmemorativos por los caídos en la Guerra de Desgaste. Apenas en 2003, más de tres décadas después de que comenzara, se tomó la decisión de reconocer a quienes lucharon en ella. La investigación sobre esa guerra y las representaciones culturales todavía son pocas, aunque recientemente ha revivido el interés.
Todo esto es aún más sorprendente dados los aspectos únicos de aquel conflicto. Por ejemplo, fue la primera vez que Israel cavó largas trincheras de defensa, cuyo propósito no era asegurar una victoria sino más bien evitar que el enemigo ganara terreno.
Después de la Guerra de los Seis Días de 1967, Egipto quería restaurar el “honor” que perdió con la derrota y expulsar a Israel de los territorios que habían sido capturados. El ejército egipcio comenzó a llevar a cabo acciones diseñadas para obligar a las superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, a intervenir y presionar a Israel para que llegara a un acuerdo de paz. Con ese fin, ejerció presión militar directa sobre Israel e indirecta sobre EEUU a través de ataques lanzados contra las fuerzas de las FDI en el Sinaí.
El nombre «Guerra de Desgaste» fue tomado de un discurso del entonces líder de Egipto Gamal Abdel Nasser, durante la celebración del “Día de la Revolución” en Egipto (23 de julio de 1969). Allí declaró: «Estamos listos para una batalla de desgaste de largo plazo contra el enemigo». Pero aparte de las tácticas militares de los repetidos ataques, la guerra buscaba agotar a la sociedad civil. Los egipcios esperaban crear una grieta en la moral pública israelí, que Egipto creía que no estaba preparada para aceptar bajas.
La evaluación egipcia sobre la sensibilidad de Israel a las pérdidas no estaba infundada: «Nada es peor [para Israel] que una guerra de desgaste en la que 300 egipcios y cuatro judíos sean asesinados todos los días», dijo el entonces jefe de la Dirección de Operaciones de las FDI, el mayor general David Elazar. Pero la sociedad israelí demostró firmeza mientras duró ese conflicto.
Los bombardeos de Tzáhal tras las líneas egipcias, que comenzaron a finales de julio de 1969, eliminaron los objetivos militares que estaban cerca de los centros de población civil, con el objetivo de asegurar una ventaja sicológica. Esto llevó a Israel al borde de la victoria, pero ello cambió cuando los soviéticos intervinieron en apoyo de Egipto a partir de enero de 1970.
Entonces, ¿por qué no se le ha dado a esta guerra el lugar que merece en nuestra memoria nacional? Aparentemente, porque en términos operativos no incluyó eventos dramáticos. La euforia que siguió a la Guerra de los Seis Días todavía estaba en su apogeo, el número de víctimas en los incidentes era «aceptable» y la existencia de Israel no estaba en peligro. Mientras que el frente de Suez se sacudía por el fuego de artillería, las discotecas en Tel Aviv y Haifa se sacudían por los altavoces, como el dramaturgo Hanoj Levin describió en La reina de la bañera y Shlomo Artzí retrató en su canción Julio-agosto de calor.
Pero no existe suficiente aprecio por los logros estratégicos de Israel en la Guerra de Desgaste: generalmente se la ve como un fracaso, porque no terminó con ninguna victoria operativa importante. Esa opinión es errónea.
Israel evitó que los egipcios convirtieran el conflicto regional entre los dos países en un conflicto entre las superpotencias, y al hacerlo frustró el plan de obligar a Israel a firmar un tratado bajo la presión de esas superpotencias. En ese sentido, Israel obtuvo una importante victoria militar y diplomática.
Estos logros son atribuibles al liderazgo militar y político del país, pero también al frente israelí, que asimismo demostraría ser firme en guerras posteriores. Por lo tanto, no debemos convertir la Guerra de Desgaste en un período «gris» en la historia estratégica de Israel.
Además de que los soldados caídos merecen ser honrados como parte de la historia del país, podemos comparar las tácticas y logros de aquella guerra con la forma en que hoy se maneja el conflicto israelí-palestino. En este, la batalla principal es de resistencia; el enemigo despliega «acciones» que prueban la tolerancia de los militares y la sociedad. Y al igual que la Guerra de Desgaste, tiene como objetivo crear presión internacional sobre Israel.