E l vicario general del Arzobispado de Valencia, Vicent Fontestad; el presidente de la Comunidad Israelita de Valencia, Isaac Sananes Haserfaty; y el presidente de la comunidad islámica de Valencia, Abdul Rahim Yaghmour, rubricaron el acuerdo con el alcalde Ribó. “Quiero expresar mi profunda satisfacción por este acuerdo. Los actos relacionados con la muerte de un familiar son muy importantes para cualquier religión. Valencia quiere ser una ciudad que acoge a todas las personas por encima de las creencias religiosas, y queremos que todas puedan desarrollar sus creencias y tengan los mismos derechos”, aseguró el alcalde tras la firma del acuerdo.

El presidente de la Comunidad Israelita de Valencia, Isaac Sananes Haserfaty, calificó el día como histórico. “Desde hace 600 años que no teníamos cementerio en Valencia. Es la primera vez que firmamos este convenio y la firma de hoy es un hito. Agradecemos al ayuntamiento la consecución de este fin. El anterior cementerio judío databa del siglo XIV, y este es del siglo XXI. Llevábamos unos cuantos siglos esperando que este acto se produjera”.

Fue el 26 de mayo de 1394, por privilegio real de Juan I el Cazador, cuando se autorizó la creación de un cementerio nuevo en la aljama judía de Valencia. Era como una compensación, un reconocimiento. Tres años antes, el barrio hebreo de la ciudad había sufrido las revueltas y el asalto de las turbas enardecidas. Sin embargo, el cementerio apenas duró un siglo. Sobre su solar se construyó en 1491 el convento de Santa Catalina de Siena. Al año siguiente, los judíos fueron expulsados de España por orden de los reyes católicos.

El convento tuvo mejor fortuna, pero no alcanzó los cinco siglos. Nada es eterno. Fue derribado a finales de la década de 1960 para edificar allí el primero de los grandes almacenes de El Corte Inglés de Valencia, el de Pintor Sorolla.