Sami Rozenbaum
Uno de los movimientos políticos más llamativos de la Europa actual es el aparentemente indetenible proceso independentista catalán. Nuevo Mundo Israelita ha querido conocer cómo se percibe esta candente cuestión desde la perspectiva de la pequeña pero muy organizada kehilá de esa provincia, a través de una entrevista con Víctor Sorenssen, director de la Comunidad Israelita de Barcelona (CIB)
—Nuevo Mundo Israelita: ¿Cuántos judíos viven en Barcelona, y en toda Cataluña? ¿Cuáles son las principales concentraciones de población judía en la provincia?
—Víctor Sorenssen: Es difícil saber el número exacto, ya que en el censo nacional se omite preguntar acerca de la confesión religiosa de la persona. Por ello, podemos establecer un cálculo a raíz de los miembros de las comunidades judías catalanas (alrededor de 4000), más un estimativo de aquellos judíos que no tienen ningún vínculo con las comunidades (otros 4000). A este número hay que sumar 2000 israelíes que viven en Barcelona o los alrededores, de los cuales solo un porcentaje pequeño asiste ocasionalmente a las comunidades.
Las cuatro comunidades judías existentes en Catalunya están ubicadas en Barcelona. Podemos afirmar que toda la vida judía está centralizada en la ciudad condal. A destacar, quizá, Gerona, en el norte, que cuenta con un museo judío y un centro de estudios medievales. Sin embargo, son pocas las familias judías que no viven en Barcelona.
—NMI. ¿Tienen la CIB u otras comunidades judías catalanas alguna posición oficial respecto a las propuestas secesionistas, o solo se mantienen a la expectativa?
—VS: La CIB es la comunidad más numerosa en cuanto a miembros, acoge a la gran mayoría de ellos, y es igualmente la comunidad histórica de la ciudad; el año que viene cumplirá su primer centenario. Por ello, el peso de la representación política recae mayoritariamente sobre ella. Dicho esto, la comunidad judía no se define políticamente. A lo largo de todos estos años ha mantenido una relación cordial con todos los gobiernos autonómicos de Catalunya, aunque quizá con el partido político con el que más sintonía haya tenido sea Convergència i Unió, de corte conservador y nacionalista catalán. Durante el proceso político soberanista iniciado en los últimos meses, la política de no alineación por parte de la comunidad no ha variado.
—NMI. ¿Hay judíos que estén de acuerdo con las propuestas secesionistas? En ese caso, ¿cuál sería su motivación?
—VS: En la comunidad podemos encontrar visiones políticas muy variadas. Desde partidarios de la independencia de Catalunya (de hecho existe una sectorial judía dentro de la Asamblea Nacional Catalana, la institución ciudadana que juega un rol clave en este proceso político), hasta firmes opositores a este proceso. Personalmente, como director de la comunidad, puedo decir con orgullo que hemos sido capaces de traer este debate político a la comunidad a través de diferentes ciclos de conferencias. Se han sucedido ponencias de todo tipo, a favor y en contra. Representantes políticos de todos los colores han venido a la comunidad para compartir sus programas de actuación. En estas sesiones, siempre desde el más profundo respeto, hemos buscado crear espacios de debate y visiones críticas de lo que sucede a nuestro alrededor. Las motivaciones de los judíos para estar a favor o en contra también varían mucho. Encontramos motivos históricos, económicos y culturales. Es un debate muy abierto.
—NMI: Algunos grupos secesionistas, como el partido CUP, son de extrema izquierda, lo que automáticamente los convierte en “antisionistas”. ¿Han utilizado ellos argumentos antisemitas, o involucrado de alguna forma el tema judío en su campaña por la secesión?
—VS: La CUP, a pesar de lo que pueda parecer, intenta separar su posicionamiento contrario a Israel de la judeofobia. En una mesa redonda a la que tuve oportunidad de asistir, titulada “Nuevas políticas contra el racismo, la xenofobia y la judeofobia”, David Fernández (diputado de la CUP) marcó posición matizando la distinción entre su campaña a favor del BDS y sus tesis contrarias a toda clase de perjurio y discriminación. Por supuesto, la comunidad rechaza las tesis del BDS y entiende que no favorecen el establecimiento de un proceso de paz en Oriente Medio, todo lo contrario. Ahora bien, más allá de erigir Palestina como el paradigma de la liberación del movimiento obrero, la CUP en ningún momento ha utilizado argumentos judeófobos ni en su discurso ni en su programa.
—NMI: ¿Qué consecuencias considera usted que tendría una eventual separación de Cataluña del resto de España para la comunidad judía?
—VS: Es difícil de valorar. La CIB ostenta la vicepresidencia de la Federación de Comunidades Judías de España, por lo que el encaje sería complicado. Igualmente, cabe decir que nuestra relación con el gobierno central es simbólica y se establece a través de la Federación. Económicamente no dependemos ni de uno ni de otra, por lo que no sería un factor clave. Realmente no creo que existiesen cambios sustanciales en lo que se refiere a la vida comunitaria. Hecho que no significa que todos los otros niveles sociales, económicos y culturales variaran drásticamente, más allá de las paredes de la comunidad.
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[…] ser sólo 4.000 los judíos catalanes que viven en Barcelona, la presencia empresarial de su lobbie sionista Keren […]
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