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Hillel Frisch*
U na y otra vez, funcionarios y políticos israelíes han afirmado que Israel no tiene ninguna disputa con los residentes de Gaza, sino con el movimiento Hamás, que controla el área en la que viven.
Muchos afirman, además, que Israel debe actuar para mejorar el bienestar económico de los habitantes de Gaza, aunque esto signifique (como es indudable) que Hamás aumentará sus ingresos mediante los impuestos a los bienes entrantes.
Esos ingresos se utilizan para la formación de terroristas, compra de armamentos, misiles, excavación de túneles en Israel y programas “culturales” dirigidos a matar y mutilar a los israelíes; en suma, medidas que cuestan vidas israelíes.
La afirmación de que los habitantes de Gaza son víctimas desafortunadas de Hamás simplemente no tiene base moral. ¿Por qué, hay que preguntarse, los habitantes de Gaza se manifestaron contra Hamás por provocar recortes en el suministro de electricidad, pero guardan silencio o incluso apoyan abiertamente el comercio de cadáveres de soldados israelíes para liberar a los terroristas de Hamás? ¿Por qué aceptan los videos difundidos por Hamás para torturar sicológicamente a las familias de esos soldados, con la esperanza de extraer un mayor número de terroristas de Israel? ¿Por qué están en silencio ante el encarcelamiento por casi tres años de Abera Mengistu, un joven israelí con una larga historia de enfermedad mental y hospitalización siquiátrica que entró voluntariamente en Gaza?
Pocos en Gaza pueden afirmar que nunca han visto los videos que Hamás hizo de los soldados israelíes Hadar Goldin y Oron Shaul (el último de los cuales fue particularmente cruel, ya que la evidencia de la muerte de Shaul es menos concluyente). Estos videos fueron trasmitidos por todos los medios de Hamás y la Yijad Islámica como Al-Aqsa, a través de la televisión de Hamás al-Resala.net, y en los medios de comunicación populares, tales como al-Quds. Fueron vistos por decenas de miles, sino por cientos de miles.
El silencio de la mayor parte de Gaza frente a esta campaña meticulosamente planeada de tortura sicológica, y el apoyo abierto que se manifiesta en los medios de comunicación social de Gaza, es especialmente reprobable a la luz de la ley islámica, que prohíbe específicamente tales actos.
La ley islámica, forjada en un ambiente de guerra en cuanto el imperio árabe musulmán se expandió rápidamente, tiene una tradición legal rica en estas materias. Las sentencias son explícitas.
Hamás, cuyo liderazgo está integrado por médicos, debe haber comprendido, a los cinco minutos de la detención de Mengistu, que no estaban tratando con un agente encubierto israelí. El mismo acto de nadar hacia Gaza era en sí mismo prueba de su estado mental.
Especialmente reprobable es el silencio de los movimientos de derechos humanos palestinos, ampliamente financiados por la Unión Europea. Los derechos humanos presumiblemente se aplican a todos los seres humanos.
¿Por qué no se oponen a esta barbarie?
¿Y dónde están las voces de clérigos islámicos, funcionarios religiosos de la Autoridad Palestina, la Asociación de Eruditos Islámicos Palestinos (Rabitat Ulama Filastin) con sede en Gaza, los hombres de letras islámicos, los cadíes (jueces religiosos)? ¿Dónde están sus contrapartes dentro del Estado de Israel? En Europa, después de casi cada acto terrorista, los ulemas locales y los imanes condenan el terrorismo de autores musulmanes. No solo hacen una distinción entre el Islam y esos terroristas, sino que exigen que esta distinción sea hecha tanto por el Estado como por sus ciudadanos. Los políticos de casi todas las tendencias coinciden en esa distinción.
¿Por qué, entonces, ¿están en silencio sobre la persistente violación flagrante de la ley islámica por una organización, Hamás, que se considera un movimiento de wasatiya —el “camino islámico del medio”— que, presumiblemente, se opone al yijadismo radical propuesto por ISIS y al-Qaeda? Si Hamás es tan diferente de ISIS, ¿por qué es tan similar en la acción?
Las autoridades y los políticos israelíes tampoco deben dejarse de lado. Israel tiene medios de comunicación en árabe, pero no se refieren a la barbarie moral de Hamás. Deben abordar la culpabilidad de los habitantes de Gaza y trasmitir un mensaje claro. Los habitantes de Gaza pueden esperar la empatía israelí solo si se ponen en contra de la barbarie de comerciar con cadáveres o encarcelar a los mentalmente desequilibrados para liberar terroristas.
Israel es obviamente el lado más débil frente a este tipo de tácticas. Sin importar cuán monstruosamente se comporte Hamás, los habitantes de Gaza saben que los hospitales israelíes aceptarán, a menudo a sus expensas, darles atención médica que no está disponible en Gaza. Entre ellos se cuentan la hija, la suegra y la nieta del líder de Hamás, Ismail Haniye, y la hermana del alto funcionario de Hamás Musa Abu Marzouk, quienes fueron tratadas incluso mientras Hamás lanzaba misiles sobre Israel.
Si Israel va a tomar un riesgo considerable para avanzar en medidas tales como la apertura de un puerto en medio del mar para Gaza, los habitantes de la Franja deberán demostrar su compromiso con los valores humanos básicos que concuerden con sus convicciones islámicas. La condena a Hamás por torturar a las familias de soldados muertos y encarcelar a dos civiles israelíes, uno de los cuales mentalmente enfermo, sería un buen comienzo.
*Profesor de estudios políticos y estudios de Oriente Medio en la Universidad de Bar Ilán
Fuente: Aurora. Versión NMI.