El último sábado del mes de julio, como casi todos los días desde el fatídico 7 de octubre de 2023, el grupo terrorista, yijadista y genocida Hezbolá, que ha secuestrado el Líbano y está a las órdenes del régimen de los ayatolás, lanzó andanadas de misiles hacia el norte de Israel, más de 50; uno de esos misiles, un Falak 1, con una carga de 50 kilos de explosivos, de fabricación iraní y que en territorio libanés solo manipula Hezbolá, cayó en una cancha de fútbol de la aldea Majdal Shams, donde numerosos jovencitos disfrutaban de un partido, provocando una tragedia de dimensiones inconmensurables: la masacre de 12 niños y adolescentes drusos israelíes, y más de 30 heridos de distinta gravedad.
La mayoría de las personas, incluyendo a las de buena voluntad, ignoran quiénes son los drusos; menos aún aquellas que tanto calumnian al Estado judío de practicar una suerte de apartheid. Pero precisamente, la inserción del pueblo druso en el gentilicio israelí resulta una muestra más de lo absurdo de tal acusación.
Los drusos constituyen una minoría étnica y religiosa que vive en Líbano, Siria e Israel, y en este país están asentados al norte, en aldeas ubicadas en la meseta del Golán, en la Galilea y en el Monte Carmel, Haifa. Tienen el mismo origen étnico de los árabes y se expresan en ese idioma, pero no son musulmanes; no se rigen por el Corán, ellos tienen sus propios libros sagrados. Rechazan la poligamia, y las mujeres drusas cuentan con una igualdad social desconocida en el mundo islámico.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Herzi Halevi, ofrece sus condolencias al líder espiritual de la comunidad drusa israelí, sheik Mowafaq Tarif, al visitar el campo de fútbol donde se produjo el mortal ataque de Hezbolá
(Foto: FDI)
La religión drusa se basa en siete preceptos esenciales: Relación de hermandad con todos los drusos; resurrección de los muertos; creer en un solo Dios; unidad de Dios, que está en todas partes y tiempos; aceptar los designios de Dios; no tener una conducta delictiva; dedicarse por completo a Dios. Otro de sus principios fundamentales es la fidelidad a la tierra donde viven y a su autoridad; su concepto de lealtad los obliga a adaptarse a la ley y obedecer al gobierno del país de residencia.
En Israel hay unos 150.000 drusos, lo que representa un 1,6% del total de habitantes. Son ciudadanos israelíes con todos los derechos y obligaciones; incluso prestan el servicio militar, destacándose por su plena identificación, solidaridad y valor. Siempre ha habido diputados drusos en la Knesset (Parlamento). Pero en algunos asuntos prefieren su autonomía, rigiéndose por códigos particulares; por ejemplo, poseen sus propios tribunales de justicia.
En 1967, debido a la agresión bélica siria que generó la Guerra de los Seis Días, parte de la región drusa pasó a la administración israelí. Ello les significó un gran progreso; han florecido en todos los órdenes, son laboriosos y se sienten sumamente satisfechos. Israel propició ese desarrollo; lograron avanzar, y cada día disponen de servicios más efectivos de electricidad, caminos, escuelas, salud pública, etc. Y de mayor importancia, el Estado judío les brinda un respeto y libertad religiosa, política y civil íntegros.
En Israel hay unos 150.000 drusos, lo que representa un 1,6% del total de habitantes. Son ciudadanos israelíes con todos los derechos y obligaciones; incluso prestan el servicio militar, destacándose por su plena identificación, solidaridad y valor
En 1980, el entonces primer ministro Menajem Beguin anexó formalmente la zona y entró en vigencia la ley civil de Israel, con lo que debían adquirir la ciudadanía israelí; se presentaron problemas, pues ellos temían una venganza contra sus familiares que vivían del lado sirio. Pese al trascurso del tiempo, aún sienten inquietud ante la posibilidad de que el área sea devuelta a Siria y la postura del régimen dictatorial de Bashar al-Assad hacia ellos. Sin embargo, cada vez son más los drusos que se sienten plenamente israelíes.
En las actuales circunstancias, el tan admirado proceder druso, en extremo arriesgado y heroico durante las batallas, que se origina en el profeta Abu Ibrahim (Abraham), quien los convierte en sus soldados al impregnarlos de fuerza para combatir a los enemigos, así como su fidelidad, por la cual dan lo máximo de sí mismos, podrían desatar presiones entre los drusos a ambos flancos de la frontera libanesa-israelí, colocándolos en medio de una encrucijada. Lo cierto es que el pueblo judío, dentro y fuera del Estado de Israel, siente profundamente este inmenso dolor que enluta a la comunidad drusa israelí.