La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 2012 todos los 21 de marzo (fecha en que escribo estas líneas) como Día Internacional de los Bosques, celebración que se realizó por primera vez un año después, y que pretende crear conciencia de la importancia fundamental en nuestras vidas del cuido de este ecosistema, que alberga todo tipo de especies vegetales y animales.
Si bien es cierto que causa alarma la deforestación de millones de hectáreas de bosques en la Amazonia y otras regiones de nuestro planeta, derivado de su uso para la agricultura, la ganadería, recolectar madera para la construcción, e incluso obtener leña en las poblaciones que carecen de electricidad.
Vale la pena reseñar que la tasa de pérdida neta de los bosques ha venido disminuyendo en las últimas décadas, por ejemplo de 7,8 millones de hectáreas arrasadas entre los años 1990-2000 bajó a 5,2 millones de hectáreas entre 2001 y 2010, y a 4,7 millones en el período 2011-2020, por lo que si bien es cierto que tenemos un problema de grandes dimensiones, el mismo ha tenido una respuesta de los diferentes gobiernos de los países afectados, aun cuando en definitiva nos incumbe a todos, ya que de los bosques sale gran parte del oxígeno que respiramos, y también repercuten directamente en el calentamiento global, dado que sin árboles el CO2 permanece en la atmósfera y produce el efecto invernadero.
El pueblo judío, desde tiempos inmemoriales, ha sabido de la importancia de este tema, y por eso la celebración de una fiesta de mucha alegría que se llama Tu Bishvat, que cae entre enero y febrero de cada año, en la cual se leen pasajes bíblicos, ya que la Torá nos enseña que la naturaleza debe ser respetada aun en tiempos de guerra.
Bosques de pino en Israel (Foto: Keren Kayemet LeIsrael)
La Torá compara al hombre con un árbol, expresando que el hombre justo vive para la eternidad a través de su descendencia, siendo que su semilla será sembrada, dando frutos y sombra por generaciones para bienestar del pueblo.
En la fiesta de Tu Bishvat, que también está reflejada en la Mishná que es la base del Talmud, se recitan bendiciones, se comen frutas, y sobre todo se plantan árboles. En las escuelas es una actividad esencial en donde se le enseña el niño desde muy temprana edad el amor hacia la naturaleza.
Una de las instituciones más antiguas de Israel es el Keren Kayemet, creada en 1901 en el marco del 5º Congreso Sionista en Basilea, Suiza, que tiene por finalidad cumplir con los preceptos bíblicos a través de la agricultura y la plantación de especies vegetales, árboles y la reforestación de grandes terrenos adquiridos para tal fin; inclusive una de esas grandes extensiones de tierra en Israel tiene el nombre de nuestro Libertador, pues se llama Bosque Simón Bolívar, y a través de la compra de un certificado emitido por el Keren Kayemet cualquier persona puede ser propietario —por así decirlo— de uno o varios árboles que se planten en su nombre o el de algún familiar en dicho bosque.
El Keren Kayemet ha realizado una labor titánica, pudiendo reseñar muy brevemente parte de su ejecutoria, como por ejemplo haber plantado 240 millones de árboles en Israel en poco más de 900 mil hectáreas; ha rehabilitado 40 mil hectáreas de bosques naturales; ha construido más de 200 reservorios de agua, así como diferentes represas; ha adquirido 150 mil hectáreas de tierra destinadas a la agricultura; ha rehabilitado un sinfín de arroyos contaminados; ha contribuido a una rápida y mejor integración social de los niños inmigrantes a través del contacto con la naturaleza; esto solo por contar algunas de las tantas actividades que hace el Keren Kayemet en pro de nuestro ecosistema, que aun cuando se enfoca principalmente en Israel, también cumple misiones en diferentes países del mundo que impactan directamente en el bienestar de nuestro planeta.
Israel, llamado Start up Nation, no solo se enfoca en los inventos para la ciencia, la medicina y la tecnología, sino que el medio ambiente también forma parte del cumplimiento del mandato bíblico, así como de la proclama emanada de la Asamblea General de las Naciones Unidas un 21 de marzo de 2012, que aun cuando un poco tarde en cuanto a milenios se refiere en comparación con la Biblia, siempre es bien recibida.