Ron Kampeas*
A fines de abril, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, visitó Jerusalén, expresó su apoyo a los asentamientos israelíes en Cisjordania, promocionó una ley que acababa de firmar que otorga a las familias miles de dólares por año en matrícula para escuelas privadas, y firmó un proyecto de ley que aumenta las sanciones por acoso antisemita.
Dos semanas después, su Departamento de Educación rechazó dos nuevos libros de texto sobre el Holocausto como parte de una campaña contra lo que él llama “adoctrinamiento woke”.
Esos dos acontecimientos pueden definir los argumentos judíos a favor y en contra de DeSantis, quien acaba de anunciar su campaña para la nominación presidencial republicana.
Los partidarios pintan a DeSantis, de 44 años, como un firme aliado de Israel que habla de las preocupaciones de las familias judías. En los años trascurridos desde que se convirtió en gobernador de Florida en 2019, el estado ha experimentado una afluencia de judíos ortodoxos, atraídos tanto por las políticas laxas sobre la pandemia como por la promesa de descuentos en la matrícula de las escuelas diurnas.
Pero los oponentes de DeSantis lo retratan como un reaccionario cultural, cuyas políticas anti-woke están inhibiendo la educación sobre el Holocausto y el antisemitismo, junto con la enseñanza sobre raza, género y sexualidad. Ha condenado repetidamente a George Soros, el megadonante progresista que es un avatar de las teorías de conspiración antisemitas de derecha. Las encuestas muestran que su restricción casi total del derecho al aborto es impopular entre los judíos a nivel nacional.
Ron DeSantis durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Orlando, a principios de este año. DeSantis representa una amenaza concreta a la primacía de Trump en el Partido Republicano
(Foto: Reuters)
Y sobrevolando su campaña está la candidatura del expresidente Donald Trump, quien se postula para un segundo mandato, lidera las encuestas y tiene mucho en común con DeSantis, aunque lo ha atacado.
Si bien los aliados de DeSantis han resaltado algunas de sus diferencias (como la juventud y que DeSantis hizo el servicio militar, a diferencia de Trump), cuando se trata de sus respectivos registros sobre temas de interés para los votantes judíos, Trump y DeSantis son menos diferentes. Ambos han tratado de cultivar el apoyo judío centrándose en Israel, y borrando las separaciones entre religión y el Estado que, según argumentan los líderes judíos ortodoxos, inhiben las libertades religiosas. Y ambos han atraído a seguidores nacionalistas blancos mientras se implican en las guerras culturales.
DeSantis planeó anunciar oficialmente su campaña en un chat con Elon Musk, quien acaba de ser condenado por una amplia gama de figuras judías (y defendido por un puñado de otras) por tuitear que Soros “odia a la humanidad”.
Esto es lo que necesita saber sobre el registro judío de DeSantis:
DeSantis, quien es católico, tiene una afinidad visceral por Israel y ha enmarcado su apoyo al país en términos religiosos. “Cuando asumí el cargo prometí hacer de Florida el estado más proisraelí de los Estados Unidos, y hemos podido cumplir esa promesa”, dijo recientemente, dirigiéndose a los cristianos evangélicos en la Convención Nacional de Radiodifusión Religiosa en la ciudad de Orlando.
Le gusta contar que en su primera visita a Israel como congresista estadounidense, su esposa Casey recogió agua del Mar de Galilea en una botella para bautizar a sus hijos. La pareja aún no los tenía. Esa agua fue utilizada para bautizar a su primer y segundo hijo, pero después de que DeSantis fue elegido gobernador, el personal de su residencia desechó la botella, que todavía estaba medio llena. Poco después, DeSantis mencionó de pasada ese episodio en una sinagoga de Boca Ratón, y antes de que se diera cuenta, la gente le estaba enviando botellas desde Israel. El gesto todavía lo conmueve. “Me enviaron, desde Israel, este hermoso frasco grande de vidrio lleno de agua del Mar de Galilea, que estuvo en mi escritorio en mi oficina en Tallahassee hasta que nació y bautizamos con ella a nuestro tercer hijo”, narró el mes pasado cuando visitó Israel.
DeSantis se centró en Israel cuando era congresista, y asumió un papel de liderazgo en la promoción del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Estuvo entre un grupo de legisladores que recorrió Jerusalén en marzo de 2017, y fue lo suficientemente osado como para elegir el que dijo que sería el sitio más apropiado. En noviembre de ese año, como presidente del Subcomité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, convocó una audiencia sobre la necesidad de trasladar la embajada. Al mes siguiente Trump anunció la medida, y el sitio que eligió la administración Trump fue el que había identificado DeSantis.
En mayo de 2019, solo unos meses después de convertirse en gobernador, DeSantis convocó a su gabinete estatal en Jerusalén y otorgó fuerza de la ley a la definición de antisemitismo favorecida por la comunidad pro-Israel. Ese mismo año, prohibió a los funcionarios del gobierno usar Airbnb después de que esa empresa de alquileres vacacionales eliminó de sus listados los asentamientos de Cisjordania. La inclusión de la compañía en la lista negra de DeSantis parece haber sido clave para que Airbnb revirtiera la decisión.
DeSantis ha hecho mucho para cultivar el apoyo de la creciente comunidad ortodoxa de Florida, que comparte su entusiasmo por llevar la religión al gobierno.
En 2021, DeSantis acudió a una sinagoga de Jabad en Surfside para firmar dos proyectos de ley, uno que otorgó reconocimiento estatal a Hatzalah, el servicio judío de ambulancias, y otro que asignó a todas las escuelas públicas de Florida la tarea de realizar un momento diario de silencio, una iniciativa clave durante mucho tiempo del movimiento Jabad.
En su primera campaña para gobernador en 2018, DeSantis prometió destinar dinero estatal a escuelas diurnas religiosas. Este año cumplió su promesa, al firmar una ley que hace disponibles $7800 anuales en fondos de becas para estudiantes en todo el estado, independientemente de sus ingresos, y para ser utilizados en la escuela de su elección.
DeSantis también tiene muchos enemigos judíos en un estado donde la mayoría de la comunidad judía vota por los demócratas.
DeSantis asumió un papel de liderazgo en la promoción del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Estuvo entre un grupo de legisladores que recorrió Jerusalén en marzo de 2017, y fue lo suficientemente osado como para elegir el que dijo que sería el sitio más apropiado
Durante su primer mandato, tuvo una relación polémica con Nikki Fried, una demócrata que, como comisionada de agricultura, fue una de los cuatro ministros del gabinete que tenía voto. DeSantis maniobró para dejarla fuera del proceso de toma de decisiones. Fried, quien se describe a sí misma como “una buena chica judía de Miami”, ahora preside el Partido Demócrata del estado. Rutinariamente llama a DeSantis fascista. En abril, fue arrestada en una protesta por el derecho al aborto frente al ayuntamiento de Tallahassee.
Bajo DeSantis, Florida ha prohibido el aborto después de las seis semanas de embarazo. Esa postura también lo ha llevado a enfrentamientos con otros judíos prominentes en el estado. El año pasado suspendió a Andrew Warren, un fiscal estatal judío, porque dijo que no iba a enjuiciar a quienes busquen o realicen abortos, después de que la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló la legislación Roe vs Wade que había legalizado el aborto hace medio siglo.
L’Dor VaDor, una sinagoga en Boynton Beach, encabezó la primera demanda presentada contra la prohibición del aborto en Florida en 2022, citando argumentos de libertad religiosa. Daniel Uhlfelder, abogado judío que llamó la atención cuando se disfrazó como “la muerte” para protestar por la reapertura de las playas ordenada por de DeSantis durante la pandemia, firmó como abogado de la sinagoga.
Recientemente, gran parte del mandato de DeSantis ha estado definido por lo que él llama la «guerra anti-woke«, un término originado por los estadounidenses negros para describir la conciencia de la desigualdad racial, pero que ahora se emplea a menudo como una expresión de la crítica conservadora contra los valores progresistas. DeSantis ha promulgado múltiples leyes que restringen lo que se puede enseñar en las escuelas, y también ha limitado los derechos de las personas trasgénero, prohibiendo la atención médica de “afirmación de género” para los niños.
Bajo DeSantis, Florida ha prohibido el aborto después de las seis semanas de embarazo. Esa postura también lo ha llevado a enfrentamientos con otros judíos prominentes en el estado
Si bien la mayoría de los libros cuestionados bajo las leyes de educación de DeSantis se han centrado en la raza y el género, el estudio del Holocausto también se ha visto afectado. Además del reciente rechazo de varios libros de texto sobre el Holocausto por parte del Departamento de Educación, las leyes de Florida, que responsabilizan a los maestros por enseñar contenido inapropiado a los estudiantes, han motivado a varios distritos escolares a retirar novelas sobre el Holocausto de los estantes, incluida una adaptación como novela gráfica del Diario de Ana Frank.
DeSantis califica las afirmaciones de que está congelando la educación sobre el Holocausto como “narrativas falsas”. Él y sus defensores señalan que requiere que todas las escuelas públicas de Florida certifiquen que enseñan sobre el Holocausto.
Un informe reciente de la Liga Antidifamación evidenció una tendencia ascendente de la actividad extremista y antisemita en el Estado del Sol, impulsada en parte por grupos emergentes de supremacistas blancos, algunos de los cuales han apoyado a DeSantis en el pasado.
DeSantis ha sido objeto de acusaciones de que atrae a la extrema derecha. Una de las discusiones más intensas de la campaña electoral de 2018 se produjo cuando Andrew Gillum, el oponente demócrata de DeSantis, lo acusó de no ser lo suficientemente enérgico al denunciar a los nacionalistas blancos que le expresaban su apoyo en llamadas telefónicas automáticas. “En primer lugar, tiene neonazis ayudándolo en este estado”, dijo Gillum. “Ahora, no estoy llamando al señor DeSantis racista, simplemente digo que los racistas creen que es un racista”.
DeSantis obtuvo la victoria a duras penas unas semanas más tarde, y fue reelegido sólidamente en 2022, pero sigue siendo sensible al tema. El año pasado, cuando los neonazis intimidaron a los judíos de Orlando con carteles y gritos en un paso elevado, los políticos del estado los condenaron automáticamente. Un reportero le preguntó a DeSantis por qué no lo había hecho, y después de llamar a los neonazis «estúpidos», el gobernador dijo que la pregunta era difamatoria y agregó: «No jugamos ese juego». Varios meses después, el líder del grupo antisemita Goyim Defense League se mudó de California a Florida, diciendo consideraba que el Estado del Sol sería más hospitalario para sus actividades.
El líder del grupo antisemita Goyim Defense League se mudó de California a Florida, diciendo consideraba que el Estado del Sol sería más hospitalario para sus actividades
DeSantis también ha calificado a los fiscales liberales como “financiados por Soros”. No es algo inusual: el multimillonario donante liberal judío financia a los progresistas que se postulan para fiscales. Pero Soros también ha sido el foco de múltiples teorías de conspiración que quienes supervisan el antisemitismo dicen que son antisemitas, presentando al sobreviviente del Holocausto como una influencia maligna con un poder excesivo.
DeSantis apareció el año pasado en una conferencia de conservadores judíos en Nueva York, donde habló ante una audiencia amistosa sobre su guerra contra los woke y estuvo convenientemente en la sala junto a algunos de los donantes republicanos más generosos. Según reportes, está trabajando con algunos de esos donantes, que aportaron generosamente a sus candidaturas a gobernador. Fue una estrella en noviembre pasado en la conferencia anual de Las Vegas de la Coalición Judía Republicana, y el portal Axios informó que se había reunido con Miriam Adelson, la viuda del líder republicano Sheldon Adelson, así como con otros donantes judíos cuando estuvo en Jerusalén el mes pasado. Varios de ellos están de bajo perfil, pues no quieren alienar a Trump mientras siga siendo influyente en el partido (Adelson ha dicho que no quiere opinar sobre las primarias).
Entre los donantes y recaudadores de fondos judíos que se dice que están en el campo de DeSantis: Jay Zeidman, antiguo enlace judío de la Casa Blanca que ahora es un hombre de negocios con sede en Houston; Gabriel Groisman, abogado y exalcalde de Bal Harbour; y Fred Karlinsky, destacado abogado de seguros.
La semana pasada, el comentarista político conservador judío Dave Rubin tuiteó que DeSantis traería “libertad, cordura y competencia” al país. Groisman compartió el tuit con la palabra «Esto».
*Jefe de la oficina de Washington de la Agencia Telegráfica Judía (JTA).
Fuente: JTA / The Jerusalem Post.
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.