David I. Klein*
Shayndi Raice, reportera de The Wall Street Journal en Israel, desea que judíos de todo el mundo dediquen una parte de su Séder de Pésaj esta semana a uno de sus colegas, actualmente detenido en una prisión rusa.
“Este Pésaj, por favor considere dejar un lugar en su mesa del Séder para @evangershkovich”, tuiteó Raice el domingo. “Mientras celebra la libertad, únase a nosotros para exigir la libertad de Evan”.
La convocatoria, que se hace eco de una táctica utilizada en las campañas del siglo XX por la libertad de los judíos soviéticos, se ha hecho más fuerte, ya que fue compartida por personalidades destacadas, desde la periodista de tecnología Kara Swisher hasta el exrabino principal de Moscú y la rabina Angela Buchdahl de la Sinagoga Central de Nueva York, quien afirma que dejará una silla vacía en su propio Séder en honor a Evan Gershkovich, corresponsal en Moscú de The Wall Street Journal.
Gershkovich, de 31 años, ha sido acusado de espionaje, medida que las organizaciones de derechos humanos están denunciando y la administración Biden está enfrentando. Fue arrestado el miércoles 29 de marzo mientras cenaba en un restaurante en la ciudad de Ekaterimburgo, a unos 1300 kilómetros al este de Moscú en los Montes Urales.
Evan Gershkovich ha comprobado que los periodistas extranjeros no están libres de persecución en la Rusia actual
(Foto: Twitter)
The Wall Street Journal ha negado las acusaciones contra Gershkovich, quien se declaró inocente durante una comparecencia ante el tribunal la semana pasada, según medios estatales rusos e internacionales. De acuerdo con los reportes, no ha podido hablar con un abogado mientras está recluido en la notoria prisión de Lefortovo, cuyos reclusos anteriores incluyen al famoso disidente judío soviético Natán Sharansky.
Gershkovich es el primer periodista estadounidense desde la Guerra Fría que enfrenta cargos de espionaje en Rusia, que conllevan una sentencia de hasta 20 años de prisión. En Rusia las personas acusadas de espionaje casi siempre son condenadas, según The New York Times.
“Déjenlo ir”, dijo el viernes el presidente Joe Biden en su mensaje a las autoridades rusas sobre el caso de Gershkovich, usando una frase que recuerda la historia de Pésaj y el movimiento por la libertad de los judíos soviéticos.
El arresto ha llevado a Gershkovich a la primera línea de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Rusia. También ha llamado la atención el origen de Gershkovich como hijo de judíos que huyeron de la Unión Soviética, y renueva las preguntas sobre si personas como él pueden estar seguras en la Rusia de hoy.
“Le importa mucho su identidad como judío, y especialmente como hijo de inmigrantes judíos soviéticos”, afirma su compañero de habitación de la universidad, Jeremy Berke. “Creo que ese fue un motivo importante de por qué quería volver a Rusia”.
Gershkovich es el primer periodista estadounidense desde la Guerra Fría en enfrentar cargos de espionaje en Rusia, que conllevan una sentencia de hasta 20 años de prisión. Las personas acusadas de espionaje casi siempre son condenadas en Rusia, según The New York Times
Gershkovich nació en la ciudad de Nueva York, hijo de inmigrantes judíos de la antigua Unión Soviética que llegaron a finales de la década de 1970, cuando el Estado comunista abrió brevemente las puertas a la emigración para algunos de sus ciudadanos judíos. Su padre es de Odessa, hoy en Ucrania, y su madre de San Petersburgo, según la revista Time. De acuerdo con The Wall Street Journal —único medio con el que ha hablado su familia—, su madre huyó de Rusia usando documentos israelíes con su propia madre, una sobreviviente del Holocausto ucraniana, después de escuchar rumores de que los judíos iban a ser deportados a Siberia.
Gershkovich creció hablando ruso en su hogar de Nueva Jersey, donde se graduó de la escuela secundaria de Princeton antes de acudir al Bowdoin College en Maine. Después de la universidad consiguió un trabajo en The New York Times, antes de mudarse a Moscú en 2017 para informar para el Moscow Times, agencia de noticias en inglés que ha sido una plataforma de lanzamiento para varios reporteros rusos de alto perfil. Sus trabajos allí incluyeron la cobertura de las celebraciones de Janucá en Moscú. Fue contratado por The Wall Street Journal en 2021.
Su madre cuenta que Gershkovich se interesó más en su identidad judía mientras estaba en Rusia, donde la llevó a una sinagoga a la que le habían advertido de niña que nunca entrara. “Fue entonces cuando Evan comenzó a entendernos mejor”, dice.
“Parte de su misión era no solo explicar Rusia a una audiencia occidental, sino realmente perforar la burbuja y contar las historias de los propios rusos, algo que pudo hacer porque habla ruso con fluidez”, señala su excompañero de habitación Berke.
Dice que su amigo buscaba contar “historias que no son necesariamente el tipo de reportes puramente económicos que suelen leerse, sino sobre lo que la gente realmente está haciendo, ya sabes, gente en sinagogas, gente en clubes nocturnos, todos los aspectos de la sociedad rusa”.
Como muchos periodistas extranjeros, Gershkovich abandonó Rusia en febrero de 2022 cuando Moscú invadió la vecina Ucrania y se convirtió de la noche a la mañana en un Estado paria que intensificó su represión contra los disidentes. Pero regresó más tarde, con la suposición de que los extranjeros estarían protegidos del duro trato que los periodistas rusos pueden afrontar.
Promoción de la campaña #FreeEvan (Foto: Twitter)
“Al detener al periodista estadounidense Evan Gershkovich, Rusia cruzó el Rubicón y envía un mensaje claro a los corresponsales extranjeros, de que no se librarán de la purga en curso de los medios independientes en el país”, declaró el Comité para la Protección de los Periodistas en un comunicado. “Las autoridades deben liberar a Gershkovich de inmediato y sin condiciones, retirar todos los cargos en su contra, y permitir que los medios trabajen libremente y sin temor a represalias”.
Gershkovich había informado recientemente sobre la situación económica en declive de Rusia y, según los reportes, estaba en Ekaterimburgo para reportar sobre el Grupo Wagner, una fuerza mercenaria rusa, y sobre Nizhny Tagil, ciudad industrial donde se fabrican los tanques rusos.
El dueño de Wagner, Yevgeny Prigozhin, bromeó acerca de que Gershkovich y otros periodistas fueron encontrados en una fosa común o en una cámara de tortura, cuando fue contactado por el Daily Beast la semana pasada. Prigozhin dijo que no tenía conocimiento sobre el arresto de Gershkovich en ese momento.
Julia Ioffe, otra periodista ruso-estadounidense judía, señaló después del arresto de Gershkovich que el Kremlin percibe las críticas de personas de ese origen de manera diferente a las de otros periodistas. “Aunque nació en Estados Unidos, sus padres eran inmigrantes de la Unión Soviética, inmigrantes judíos”, comentó Ioffe a CNN. “Hay una sensibilidad en Moscú, especialmente en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el Kremlin, hacia las personas con este trasfondo —mi trasfondo—. Son particularmente sensibles a nuestras críticas. Sienten que es un tipo diferente de traición”.
El exrabino principal de Moscú Pinjas Goldschmidt, quien huyó del país poco después de la invasión a Ucrania el año pasado, sugiere que Rusia ataca a Gershkovich debido a su identidad. “Casualmente resulta que es judío, ¿verdad?”, tuiteó sarcásticamente. Goldschmidt se ha convertido en un destacado crítico del gobierno ruso tras abandonar el país, y afirma que, como rabino destacado, enfrentó presiones para apoyar la guerra de Putin.
“Cuando miramos hacia atrás en la historia rusa, cada vez que el sistema político está en peligro ves al gobierno tratando de redirigir la ira y el descontento de las masas hacia la comunidad judía”, dice el exrabino principal de Moscú, Pinjas Goldschmidt
“Cuando miramos hacia atrás en la historia rusa, cada vez que el sistema político está en peligro ves al gobierno tratando de redirigir la ira y el descontento de las masas hacia la comunidad judía”, dijo a The Guardian en una entrevista a finales del año pasado.
Gershkovich no es el primer estadounidense arrestado en Rusia en medio de crecientes tensiones entre los dos países. El año pasado, la estrella del baloncesto Britney Griner fue sentenciada a nueve años en una prisión rusa por cargos de drogas, pero luego fue entregada a Estados Unidos a cambio de la liberación de Victor Bout, un ruso condenado por tráfico de armas. En una publicación en las redes sociales este fin de semana, Griner instó a Estados Unidos a “continuar usando todas las herramientas posibles para traer a casa a Evan y a todos los estadounidenses detenidos injustamente”.
The Wall Street Journal ha colocado como gratuitos todos los artículos de Gershkovich, y publicó un video en el que destaca su importancia como periodista. Mientras tanto, los judíos están dando su propio giro a la campaña por su liberación, para crear conciencia sobre la difícil situación de Gershkovich y abogar por su libertad. “Queridos amigos, si van a la sinagoga este fin de semana digan una tefilá adicional por la liberación de @evangershkovich, un reportero del @WSJ e hijo de inmigrantes judíos soviéticos, quien fue detenido esta semana por el gobierno ruso”, tuiteó Chavie Lieber, reportero de ese diario.
El llamado de Shayndi Raice para reservar un lugar en los Séder de Pésaj para Gershkovich se ha difundido ampliamente. “Es un esfuerzo digno. Sin embargo, Evan no es el único preso político en Rusia y Bielorrusia. Miles de personas están detenidas en prisiones en esos países, entre ellos Alexei Navalny, Vladimir Kara Murza, Ilya Yashin y otros, muchos de ellos de ascendencia judía”, escribió en Twitter el rabino Goldschmidt. “Deberíamos recordarlos a todos cuando celebremos la libertad en la mesa del Séder este miércoles por la noche”.
*Periodista, corresponsal de JTA en Europa.
Fuente: Jewish Telegraphic Agency (jta.org).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.