El Departamento de Castellano y Literatura del Colegio Moral y Luces “Herzl-Bialik” organizó un Concurso de Cuentos y Textos argumentativos (ensayos y artículos de opinión), en el cual participaron alumnos desde primero hasta quinto año.
Los ganadores del primer lugar fueron Andrea Benatar, de quinto año “B”, con el cuento “El origen de las notas musicales”; y Alexander Schwartz, de tercer año “A”, con el ensayo “Árabes e israelíes se miran con ojos bélicos”.
Era el décimo día desde la creación del mundo, se supone que ya todo estaba completo, pero, aun así, Ré; el primer ser humano, una mujer sentía mucha soledad, necesitaba compañía.
Un día, Ré decidió hacer algo al respecto a su soledad, entonces le empezó a rezar diariamente al todo poderoso Dó. Ré le pedía a Dó en sus plegarias un acompañante. Eventualmente, Ré fue escuchado por Dó y recibió a su acompañante Mí, un hombre del cual se enamoró.
Ré y Mí se fueron a vivir a una bella ciudad llamada Partitura, donde eran muy felices. Dó tenía el deseo de asignarles como misión de vida a Ré y Mí, que hagan de su familia una canción, por lo que Ré y Mí concibieron a sus cuatro hijos; Fá, Sol, La y Sí. Al nacer, cada uno de sus hijos tenían un llanto con una tonalidad diferente.
Un día, los hijos de Ré y Mí estaban jugando en el parque, y Sol se golpeó en la garganta y perdió la voz. Al mismo tiempo, el sol se apagó y la ciudad quedó totalmente a oscuras.
Los hermanos de Sol estaban muy preocupados, entonces le rezaron a Dó para que los ayude. Dó les dijo que tendrían que cantar junto con sus padres su escala musical respectiva de cada uno, y así su hermano tendría su voz de vuelta. La familia se preguntaba que ocurriría con la luz del sol y Dó no respondía a esto.
La familia cantó cada uno su escala musical respectiva y la voz de Sol volvió. De tal emoción, Sol se puso a cantar con su familia y al instante se iluminó el día. Este evento le enseño a esta familia que la música es esencial para el mundo. En honor a esta familia, existen las notas musicales y las partituras son donde colocamos a las notas en nombre de la ciudad.
El conflicto árabe-israelí es, probablemente, una de las pugnas más resaltantes e importantes de la historia, y ha tenido gran relevancia en las últimas décadas. Cuando pensamos en el conflicto y en el territorio denominado por los romanos como Palestina, nos llegan a la mente imágenes de terrorismo, ocupación y violencia. Pero, ¿es verídico lo que nos cuentan los medios de comunicación sensacionalistas? Y quizás más importante: ¿cómo llegamos a esta situación y cómo se puede resolver?
Israel siempre había sido la tierra ancestral del pueblo judío. Allí se encuentran sus sitios sagrados, y, antes de todos los exilios impuestos, era donde la totalidad del pueblo residía. Diversos imperios expulsaron a los judíos de su tierra, sin embargo, estos últimos siempre añoraron regresar a Sion, y hubo unos pocos que continuaron habitando alrededor de Jerusalém de forma ininterrumpida.
A partir del año 1881, motivado por el Congreso Sionista de Herzl, inició un proceso de inmigración masiva a Palestina, a pesar de las acciones del Gran Mufti de Jerusalém, Haj Amin al Husseini, líder religioso musulmán, quien expresó su apoyo al exterminio perpetrado por los Nazis en Europa contra los judíos y llevó a cabo masacres y persecución a los judíos en la tierra de Israel, como la masacre de 1929 en Hebrón. El gobierno inglés, presionado por líderes árabes, publicó en 1939 el Libro Blanco, limitando la inmigración judía a Palestina. No obstante, el deseo de los judíos de regresar a su tierra se mantuvo, y la inmigración clandestina aumentó considerablemente.
Luego de los tristes acontecimientos del Holocausto y tantos pogromos, y el constante antisemitismo en Europa, evidente, por ejemplo, en el caso Dreyfus, el mundo se dio cuenta de que la existencia de un Estado Judío era imperante para proteger a cientos de miles de, ahora refugiados, judíos.
La independencia de Israel, en 1948, fue un proceso completamente transparente y apegado a la ley internacional. Se basó en la Declaración Balfour y la Resolución 181 de las Naciones Unidas, y mientras los judíos aceptaron el plan de partición de la ONU en Estado árabe y otro judío, los árabes de la región lo rechazaron y se inició una sangrienta guerra contra el recién nacido Estado de Israel. Los ejércitos de Egipto, Siria, Transjordania, Líbano, Irak, Arabia Saudita, Yemen y grupos paramilitares palestinos lucharon contra las Fuerzas de Defensa Israelíes (recién creada y compuesta en gran medida por sobrevivientes del Holocausto), y después de más de un año de lucha, fue evidente la victoria decisiva israelí.
Desde el armisticio de 1949, Egipto ocupó la Franja de Gaza y Jordania anexó el territorio conocido como Judea y Samaria, o Cisjordania. No obstante, fuera del mundo árabe, no existió condenación internacional alguna al respecto, a pesar de que esos territorios estaban previstos para un Estado Palestino. Años más tarde, en 1967, estalló otra guerra entre Israel y una coalición de países árabes compuesta por Egipto, Siria y Jordania. En tan solo 6 días, Israel triplicó su tamaño. Inmediatamente inició un proceso de paz entre Israel y Egipto, que culminó con la devolución de la Península del Sinaí, un territorio del doble del tamaño de Israel y con reservas petroleras a su dueño original. Se creó una relación de amistad y cooperación en todos los aspectos duradera, y que continúa hasta el día de hoy a pesar de cambios de gobiernos, y ha sido infinitamente beneficiosa para ambas naciones. Esto demuestra que el Estado de Israel está dispuesto a devolver territorio a cambio de paz y buenas relaciones con sus vecinos, y está abierto a realizar lo mismo con los palestinos.
Desde la Guerra de los Seis días, Israel ocupó Gaza y Cisjordania. No obstante, desde la década de los 60 hasta el día de hoy, ha propuesto en más de 5 planes la creación de un Estado palestino, todos rechazados porque, de aceptar, “reconocerían al Estado Judío”, cosa que habían acordado no hacer 8 países árabes mediante la Resolución de Jartum al término de la Guerra de los Seis días, en la que se estableció la política de los “Tres no”: no a la paz con Israel, no al reconocimiento del Estado de Israel y no a las negociaciones con Israel. Mientras tanto, los palestinos de Gaza, eligieron “democráticamente” en 2006 a un grupo terrorista, Hamas, al gobierno. Hamas tiene como principal objetivo, según lo establecido en su Plan de Partido, “la destrucción de Israel” y el asesinato de los judíos, razón por la cual financian terrorismo y envían miles de misiles hacia centros civiles israelíes. Por el otro lado, en Israel se les otorgó nacionalidad a los pobladores árabes, incluidos el derecho a la salud y al voto, así como a ser electos a la Knesset (parlamento israelí), como sucede con Haneen Zoabi, o a convertirse en juez de la Corte Suprema, como lo hace George Karra desde 2017. ¿Se imaginan a un judío formando parte de cualquier Estado árabe, o de un posible estado Palestino?
A pesar de que en Israel existen derechos humanos para su población homosexual, existe libertad plena de expresión y de culto, existe el debido proceso y es, muy probablemente, la única democracia funcional de la región, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha condenado, a través de resoluciones, 68 veces a Israel, solo 9 a Corea del Norte, 6 a Irán y ninguna a, por ejemplo, Venezuela. Esto, en conjunto a la histórica resolución 3379 de la Asamblea General considerando que «el sionismo es una forma de racismo y discriminación racial» que solo fue anulada en 1991 tras reclamos de parte de Israel y Estados Unidos, demuestra el doble estándar existente en la Organización de las Naciones Unidas, que discrimina contra un único Estado, el Estado Judío, por defender a su población de ataques terroristas auspiciados por la élite gobernante palestina y por el gobierno iraní.
Contrario a lo mostrado en los medios, que tienen en su mayoría una inclinación antisionista clara, generalmente por su doctrina izquierdista, Israel es una nación próspera, en donde la población árabe se siente más libre que en países musulmanes (según muestran varias encuestas) y ha hecho lo posible, y hasta lo imposible, por la creación de un Estado palestino que se haga cargo de los cientos de miles de “refugiados” palestinos. Todos los esfuerzos israelíes por la paz y una solución de dos Estados han sido respondidos en forma de violencia y terrorismo palestino.
El pueblo palestino debe entender que Israel y los judíos están en el Medio Oriente para quedarse, y la paz entre los dos pueblos sería beneficioso para la economía, cultura y bienestar de tanto de árabes como de israelíes.
Tomando en cuenta todo lo anterior, tal vez lo más razonable sería, en lugar de denunciar públicamente a Israel y forzarlo, por 6ta vez, a proponer un Estado Palestino, incentivar a los palestinos a reconocer a Israel y a aceptar la solución de “Dos Estados para dos pueblos”, ¿no creen?
“No hay camino para la paz, la paz es el camino”
Mahatma Gandhi.