Un equipo de investigadores analizó que unos “pequeños anillos redondos” de la Edad del Bronce (unos 3000 años de antigüedad), hallados en Austria a finales de la década de 1970, y descubrió algunas semejanzas sorprendentes con los bagels de hoy en día, o incluso con las donas.
Según The New York Times, los anillos contienen “cebada descascarillada, trigo y posiblemente restos de otros cereales”. El equipo concluyó que estaban hechos de harina cuidadosamente procesada, a juzgar por la finura de los granos. El estudio plantea que estos proto-bagels “se formaron con masa cruda y se hornearon a baja temperatura”, según indica un artículo en el portal mexicano Diario Judío.
“Esto debe haber sido importante de alguna manera”, dice Andreas G. Heiss, autor principal del estudio. “Es una harina de muy buena calidad, con una forma muy cuidadosa, hecha con ingredientes especiales. Esto no es lo que se ve en los alimentos comunes que solemos encontrar”. El análisis no encontró evidencia de condimentos agregados intencionalmente, como sal o productos lácteos.
Quizá dos milenios después, los judíos adquirieron la costumbre de elaborar bagels de los habitantes de Europa Central.
**********
Hablando de comida, varios medios internacionales se han hecho eco de la existencia en Haifa, Israel, de un restaurante que se especializa en alimentos cocinados con productos que estuvieron a punto de desecharse. El establecimiento se llama “Robin Food”, y fue fundado por el emprendedor Shai Rilov.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que hasta un tercio de la producción mundial de vegetales se desecha debido a su mal aspecto, las plagas, problemas de recolección, trasporte o empaquetado, y otros motivos “logísticos”. Ello indica que el planeta ya produce suficiente comida para todos sus habitantes, pero una parte significativa se pierde, lo cual constituye una tragedia pues cientos de millones de personas se acuestan todos los días con hambre.
Robin Food es un establecimiento “vegano” (no se vende ningún alimento de origen animal, como leche o huevos). Las legumbres, verduras y frutas que allí se procesan son “rescatadas” de granjas, fábricas y mercados, y se encuentran en perfecto estado para su consumo. Los platos los elaboran chefs experimentados.
La frase que recibe al público es “Salva alimentos, come bien, paga lo que te parezca”. De hecho es visitado por todo tipo de comensales, desde turistas hasta gente en situación de calle; no hay precios fijos, sino que se aporta lo que uno quiera.
Robin Food está inspirado en la organización internacional sin fines de lucro Real Junk Food Project; resulta rentable porque además ofrece servicios de catering, organiza concursos gastronómicos, y en su funcionamiento participan numerosos voluntarios.
El propósito, señala Rilov, no es solamente aprovechar productos que están en buen estado y que de otra manera terminarían en la basura, sino generar cambios en las actitudes del público sobre la comida.
**********
De la comida a la bebida. La BBC informó que la población de la ciudad alemana de Ostritz logró reducir a su mínima expresión un festival neonazi de música llamado Schild und Schewert (Escudo y espada), que los extremistas llevan a cabo todos los años. El secreto: privarlos de cerveza.
Al tratarse de un evento musical, el gobierno no puede prohibirlo. Pero un tribunal de la ciudad de Dresde dictaminó que el festival podría adquirir un carácter agresivo debido a sus mensajes de odio, por lo que prohibió la venta de bebidas alcohólicas en el lugar; la policía confiscó más de 4000 litros que estaban listos para venderse allí.
Pero los ciudadanos locales tuvieron la iniciativa de intervenir, y decidieron comprar toda la cerveza disponible en Ostritz para dejar “secos” a los neonazis.
Resultado: en lugar de miles de asistentes, el festival solo contó con 600 personas y los actos violentos se redujeron significativamente en comparación con otros años, aunque no pudieron evitarse por completo.
Hace sesenta años, El Mundo Israelita, semanario antecesor de NMI dirigido por don Moisés Sananes, dio amplia cobertura a la visita a Venezuela de Golda Meir, entonces ministra de Relaciones Exteriores de Israel, y quien sería primera ministra una década más tarde.
La señora Meir estaba recorriendo varios países de América Latina, para establecer nuevos vínculos diplomáticos con el joven Estado judío y reforzar los ya existentes, como en el caso venezolano.
Según la reseña, la canciller entró al país por el aeropuerto Grano de Oro de Maracaibo, donde fue recibida por el gobernador del Zulia, Eloy Párraga Villamarín, y otras personalidades, así como por una delegación de la comunidad judía local. De ahí Golda Meir voló a Maiquetía, donde a su vez la recibieron el canciller venezolano, Ignacio Arcaya, y una representación de la kehilá caraqueña.
Al día siguiente la señora Meir se dirigió a la Casa Amarilla, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, junto al ministro (embajador) de Venezuela en Israel, Rómulo Araujo, y el de Israel en Venezuela, Moshe Avidán, para una reunión con el canciller Arcaya. La nota contiene un detalle curioso que hoy resulta casi inimaginable: habiendo observado Arcaya que Meir no paraba de fumar, “al final de la entrevista el ministro tuvo un gesto de cortesía con la dirigente israelí. Discretamente mandó a comprar cigarrillos venezolanos de todas las marcas, que en una bolsa de papel entregó a la señora Meir en la puerta de la Cancillería, cuando galantemente la acompañó hasta su automóvil”.
De la Casa Amarilla la ministra Meir se trasladó al Palacio de Miraflores para una entrevista con el presidente de la República, Rómulo Betancourt, a quien entregó como obsequio “un plato de vidrio rojo manufacturado hace dos mil años por incógnitos artesanos, y que fue encontrado hace poco sepultado en las candentes arenas de una montaña de Israel”. Una vez concluida la visita al mandatario, la delegación se dirigió al Panteón Nacional para depositar una ofrenda ante la tumba del Libertador.
La apretada agenda de Golda Meir en Caracas incluyó además cenas protocolares, un homenaje que le ofrecieron las asociaciones culturales e instituciones femeninas venezolanas, una entrevista en Radio Caracas Televisión, y una recordada visita al Colegio Moral y Luces “Herzl Bialik” de San Bernardino (en la foto). Entre los honores que recibió, Golda Meir fue condecorada con la Orden del Libertador en el grado de Gran Cordón.
La misma edición de El Mundo Israelita reproducía un artículo apasionadamente pro-israelí titulado “Cuba y la joven República de Israel”, firmado por un tal Jorge Martí en el diario Avance de La Habana, Cuba, donde pocos meses antes se había producido la revolución que tantas esperanzas y simpatías despertaba en todos los sectores.
Eso fue hace sesenta años.