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Sami Rozenbaum
Director
E En estos días en que se cumple un siglo de la Revolución Bolchevique (véase nuestro Dossier en esta edición), se estrenará en Rusia una miniserie sobre la vida de León Trotsky, en la que se le atribuye haber realizado —él solo— esa revolución, e incluso haber ordenado el asesinato del zar y su familia, informa The Times of Israel.
Según el drama de ocho episodios de la compañía productora Sreda, titulado simplemente Trotsky, fue ese bolchevique judío quien concibió y dirigió la revolución que llevó al establecimiento del comunismo en Rusia, y no Lenin. Alexander Kott, uno de los directores de la serie y quien también es judío, asegura: “Trotsky escribió la música y Lenin [solamente] la interpretó. Trotsky hizo que la revolución ocurriera, Lenin solamente la encabezó. Espero que la opinión del público sobre Trotsky cambie al ver este programa, porque nadie lo recuerda. Todos conocen a Lenin, pero todos olvidaron a Trotsky”.
En efecto, Stalin no solo excluyó a Trotsky del gobierno y el partido, sino que suprimió su nombre de todos los documentos y libros, hizo borrar su imagen de las fotografías y eliminó todo recuerdo de su existencia, en una alteración sistemática del pasado que George Orwell representaría en su célebre antiutopía 1984.
Si bien Trotsky cumplió un papel fundamental en la revolución, atribuirle en exclusiva la revolución misma luce como un intento de limpiar de responsabilidad a los rusos gentiles y achacársela exclusivamente a los judíos. En la serie, Trotsky es un ser sanguinario y absolutamente inescrupuloso que recuerda los estereotipos medievales del judío.
Los historiadores están en desacuerdo con lo que plantea la serie, señala The Times of Israel. “Es un completo sinsentido, que no concuerda con ningún hecho histórico”, señala Gennady Estraikh, profesor de la Universidad de Nueva York que se especializa en la historia judía en Rusia; “esto huele a antisemitismo”. Por su parte, Joshua Rubenstein, docente e investigador en la Universidad de Harvard y autor de un libro sobre Trotsky, también considera incuestionable que el líder de los bolcheviques fue Lenin. De hecho, Trotsky se unió al partido apenas un mes antes del golpe de octubre, mientras que Lenin había sido el principal dirigente del movimiento desde el principio.
“Me pregunto si la intención [de la serie] es poner a una figura explícitamente judía en el centro de la narración histórica”, dice Rubenstein, y agrega: “Es simplemente falso que Trotsky haya estado detrás de la ejecución del zar. Eso lo ordenaron Lenin y Sverdlov. Trotsky quería llevar al zar a juicio y ser su acusador. Si ellos (los productores) afirman lo contrario, entonces realmente me cuestiono sus motivos, porque se trata de un tema muy sensible. El zar es hoy una figura reverenciada por la Iglesia Ortodoxa Rusa, y afirmar que un judío ocasionó su muerte es una acusación incendiaria”.
El artículo se pregunta si la serie Trotsky es intencionalmente antisemita o tan solo sensacionalista, una producción que trata de atraer el interés del público presentando la historia de un modo diferente. El co-director Alexander Kott descarta segundas intenciones y dice que no teme una reacción contra los judíos: “Yo traté de ser objetivo. Ya no hay antisemitismo en Rusia. La mitad de los judíos emigró, y el antisemitismo que había durante la época soviética ya no existe para nada”.
Aparte del admirable optimismo de Kott, luce como una extraordinaria paradoja que ahora, cien años después, quiera atribuirse a un judío (es decir, a “los judíos”) el nacimiento de un período histórico que la mayoría de los rusos recuerda como un lejano horror.
El pre-estreno de Trotsky tuvo lugar hace pocos días en el Festival MIPCOM en Cannes. Hay un tráiler en http://bit.ly/2A6XZJH
O tra paradoja, que en realidad parece un chiste: el inefable Consejo de Derechos Humanos de la ONU debatirá sobre la exclusión de las mujeres en… ¿Irán, Arabia Saudita, Sudán, Pakistán, Afganistán, Nigeria, Indonesia o algún país latinoamericano?
¡No! ¡En Israel!
Sí. Ese Consejo recibió información sobre las limitaciones de la mujer en el Estado judío, y a raíz de ello envió unas preguntas preliminares a la delegación israelí, que recibió instrucciones de no ocultar nada, como reseña el portal ItonGadol.
Ciertamente, en ningún país del mundo han desaparecido todas las formas de exclusión por causa de género, sobre todo entre los sectores más religiosos. Las denuncias que recibió el Consejo de Derechos Humanos tocan temas como la actitud de los partidos ultraortodoxos israelíes con respecto a las mujeres, el candente asunto de las mujeres en el Kótel, así como sus posibilidades en el mundo académico, en el ejercicio de la abogacía y en los medios, la “decencia” en las vallas publicitarias, la violencia de género en el sector árabe y la poligamia entre la población beduina.
Por supuesto que hay cosas que pueden mejorar. Pero resulta francamente ridículo que los miembros del Consejo que van a discutir el tema de Israel, uno de los países más avanzados del planeta en cuanto a la integración de la mujer, sean Catar, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, entre otros.
Claro, un detalle casi sin importancia es que la mayor parte de las denuncias planteadas provienen de ONGs israelíes. En los países musulmanes, que como todos saben son reconocidos paladines en el trato a la mujer, esas ONGs, si es que existen, rara vez se atreven a hacer denuncias (y menos ante la ONU), pues la propia seguridad física de sus miembros estaría amenazada.